La reforma judicial y penal que se aprobará el año entrante incorpora algo excepcional: se acaban las estratificaciones de presos, los presos de primera clase, los privilegios, las vacaciones, las rebajas, las penas cumplidas en mansiones de lujo o en batallones militares para altos funcionarios y personas de reconocimiento vinculadas o condenadas por casos de corrupción o delitos profundamente ofensivos para la sociedad.
Asuntos como los de Aida Merlano, Arturo Char, Ciro Ramírez, Kiko Gómez, Salvador Arana, Diego Cadena, Jaime Humberto Uscátegui entre tantos nombres de trato privilegiado se acabarán.
Todo funcionario, servidor público, ministro, congresista, presidente o militar que robe el presupuesto público, falsifique documentos, trafique influencias, incurra en falsos positivos, ayude a familiares a robar, se asocie con delincuentes o paramilitares, negocie con alimentaciones escolares o con plata del sistema de salud ahora sí pasará a ser considerado un “peligro para la sociedad”, alguien capaz de condenar al hambre a miles de personas a las que les quita recursos vitales.
Está muy bien, por fin, algo esperado y alentador ya que se suma al anuncio del Congreso y de las corporaciones públicas (concejos y asambleas) para congelar sus sueldos, las altas pensiones, bajar a la mitad sus esquemas de seguridad, prohibir eso de llevar siquiera una hoja de vida al gobierno nacional, departamental o municipal para que contraten gente suya, familiares suyos, a la vez que trabajarán en sesiones de lunes a viernes al menos 10 meses en el año, un poco más parecido a lo que le toca a cualquier otro trabajador normal, de carne y hueso, en Colombia.
En cuestión educativa el panorama pinta excelente: se congelan las matrículas y pensiones de colegios privados
En cuestión educativa el panorama pinta excelente: se congelan las matrículas y pensiones de colegios privados, los cobros extracurriculares, la compradera de libros y uniformes a recomendados de las directivas de colegios; en menos de cinco años, según se anuncia, habrá bibliotecas escolares, internet y un sistema de enseñanza bilingüe en todos los colegios públicos del país. En esos próximos cinco años, un alumno de un colegio público podrá hablar inglés fluido como cualquiera del Nueva Granada.
Otro de los anuncios trascendentales que ya no daba más espera, es que en los tres años que vienen, de los cientos de billones del presupuesto nacional, los recursos más importantes de regalías, de ciencia y tecnología, y de todas las entidades nacionales, ayudarán a cerrar la brecha digital, el hueco digital. Habrá internet de calidad de Bogotá al Alto Baudó y Uribia.
El metro de Bogotá empezará a hacerse y se terminará como está proyectado en dibujos y hojas de cálculo; habrá tres líneas de trenes de cercanías; la ruta del sol no seguirá pareciendo una excavación arqueológica porque los constructores de vías y puentes que las hagan mal, con materiales alterados o con retrasos serán tratados como servidores públicos que roben y no tendrán más gabelas, ni nuevas concesiones, ni posibilidades de asistir a tribunales de arbitramento amigables y complacientes.
Un país imaginado, un país al que cada uno agregue un deseo, un país más cercano, uno que permita creer en algo y dejar la obligada quejadera cotidiana. Ahora sí, en tiempo de Navidad y acercándose el 28 de diciembre cuando posiblemente no esté esta columna ¡¡PÁSELA POR INOCENTE!!
