Abuelos primerizos

Abuelos primerizos

Ser abuelo es un arte que le llega a los hombres

Por: ARLEY FERNANDO GOMEZ HERNANDEZ
abril 04, 2015
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Abuelos primerizos

El 26 de Enero de 1967, y después de un fatídico accidente de tránsito, muere en el hospital del socorro (Santander), a la edad de 54 años, el señor Jesús María Hernández Clavijo, mi abuelo y padre de mi Mamá.
Y lo traigo a colación hoy viernes santo, porque ese día tenía yo un año, diez meses y seis días de haber nacido, la misma edad que hoy tiene mi nieto Emmanuel: un año, diez meses y seis días de edad.
Fui el primer hijo de Rubén y Luisa, fui el primer nieto de cuatro abuelos y el primer sobrino de trece tíos.
Como pueden notar fui toda una celebridad en medio de la humildad de mi familia, pero en especial de mi abuelo “Chucho”, (así le decimos aun después de cuarenta y ocho años de muerto) porque para él mi madre fue su hija consentida y más aún cuando apenas rondaba los 19 años cuando se casó.
Debo reconocer que aunque no tengo ningún recuerdo consiente de él, si guardo en mi corazón un cariño que no logro evadir en ningún día de mi vida. Así suene algo muy espiritual, siento que desde siempre él ha sido una especie de ángel de mi guarda que me ampara de todo mal y peligro y cada que veo su foto instalada en la pared de la oficina en la casa de mis padres, no puedo evitar pensar en él como en alguien que siempre me dio amor.
Y es que no es para menos, ahora yo tengo el mismo papel que él tenía aquel horrible día: ser hijo, esposo, hermano, padre...y abuelo.
Ser abuelo es un arte que le llega a los hombres justo el día que su hijo (a) nos muestran a una criatura chiquita y delicada, envuelta en medio de cobertores blancos, con sus deditos arrugados y su carita tierna, dulce y aun hinchada por el trauma del nacimiento.
Ese día reconocemos la grandeza de Dios al ver prolongado nuestro linaje en tan esplendida criatura, que aun sin decir nada, estamos dispuestos a darles todo, sobre todo amor.
Ser abuelo ha significado conocer ese otro amor cierto y maduro que llega en una edad en la cual ya hemos pasado incontables etapas llenas de experiencias y que estamos dispuestos a compartirlas con ese bebé a cambio de nada. Quizás por esa misma razón los abuelos terminamos siendo los alcahuetas que “mal crían” a sus nietos, porque nada nos hace más felices que verlos crecer y reflejarnos en ellos, ya sin el afán de cambiar pañales, trasnochar o reprender.
Si bien deseo profundamente ver crecer a mi nieto y a los que vengan después, no puedo dejar de imaginar lo que mi abuelo pudo pensar aquel día en aquella cama del hospital del Socorro a causa de los dolores infringidos por los golpes recibidos y quizás sospechando la llegada de la parca hasta su última morada.
Estoy muy seguro, como seguro estoy del cariño que siento por mi nieto, que yo estuve presente en esos pensamientos y si quizás había algo que le dolía en el alma más que sus propios dolores, era dejar de ver a su nieto adorado.
Lo sé porque ahora también soy abuelo.
Te quiero y aun sin acordarme de ti, te extraño mucho abuelo Chucho.

Nota: acabo de saber que justo hoy también, y como cosa de Dios, hace 33 años murió mi abuela Paterna María Elicia Rodríguez de Gómez.

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