Solo hay que ver a Kevin Quintero sobre una bicicleta para darse cuenta que un talento como el de él solo se cosecha una vez cada 100 años. El nacido en Palmira es un prodigio en lo que hace, alcanza velocidades de 80 Km/h en una pista de 250 metros de longitud y maneja la cicla como si se tratara de la actividad más sencilla del mundo. El poder de sus piernas ha trascendido sin obstáculos en los últimos años, a tal punto que se llevó el premio al Deportista del año de El Espectador en este 2023, después de probar la gloria en el Keirin del Mundial de ciclismo que se disputó en Glasgow. Hablamos con él en la premiación.
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De las piscinas a volar en una bicicleta
Para iniciar, hay que decir que, de no ser por su abuela, Kevin Quintero no habría llegado al mundo del ciclismo, pues fue la primera que lo condujo hacía la vida deportiva. Cuando era apenas un niño, ella era quien lo acompañaba a sus clases de natación, un deporte que decidió dejar de lado cuando conoció las competencias de ciclismo que se hacían en el complejo deportivo. Fue entonces cuando tomó su bicicleta, que le habían regalado desde pequeño y comenzó a pedalear por un sueño que hoy ya es toda una realidad.
“Mi abuela me llevaba a clases de natación y un viernes me puse a ver que hacían competencias de ciclismo. Le dije que yo quería montar en bici. Toda la vida he estado involucrado con la bicicleta, desde muy pequeño me regalaron una. Entonces cuando le dije, ya tenía cómo competir y me encarrilé por ahí.”
Como todo buen deportista, ha sabido dejar de lado el calor del hogar, los cuidados de mamá y las comodidades para partir hacia las ciudades potencia a entrenarse al máximo nivel. Desde hace 6 años se encuentra en Medellín, se le siente en su acento, que es más paisa que valluno. Allí, ha alcanzado el máximo potencial y, de la mano de entrenadores como John Jaime González, quien se llevó el premio al entrenador del año, ha logrado explotar el don que Dios le dio.
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El Keirin, la disciplina que lo convirtió en el Deportista del año
Precisamente fue explotando el talento para la bici que resultó nominado el Deportista del año, después de lograr un podio que solo Fabián Puerta había logrado en la historia del ciclismo de pista colombiano. Se alzó campeón del Keirin, una prueba del ciclismo de pista en donde la inteligencia, pero también la potencia de las piernas, se convierten en las cualidades más importante del corredor.
“El Keirin es una prueba donde en principio hay una moto a la delantera, que te deja corriendo a 50 km/h. La moto da tres vueltas y cuando se sale de la pista, ahí es donde el ciclista define. Hay personas que atacan faltando tres vueltas, otros dos, otros esperan a una. Entonces es saber manejar y saber que hay cinco corredores más. Es una prueba de mucha emoción.”
A lo largo de toda su carrera, Kevin Quintero ha sido un bendecido. Las lesiones no lo han golpeado de manera drástica. Claro, ha tenido golpes, pero ha sabido sortearlos con recuperación y disciplina. De su mano siempre está Dios, a quien le pide todos los días por su salud, tanto física como mental, pues sabe que estar en un deporte de alto rendimiento significa tener una presión gigantesca que a veces es imposible de manejar. Aun así, para él lo más importante es gozarse cada competencia, por eso tiene de referente a Usain Bolt, el rayo que nunca dejó de sonreír mientras corría a 45 km/h.
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El sueño de los Juegos Olímpicos de París
El nuevo reto del ciclista colombiano, después de brillar en Panamericanos, Centroamericanos, Mundiales y más en este 2023, son los Juegos Olímpicos de París 2024, competición que ya tiene entre ceja y ceja y en la que espera poder alzarse con el oro, en lo que sería un hito para el deporte nacional, pues nunca antes se ha obtenido una presea de ese nivel en esta modalidad.
“Es una preparación larga y dura. Ya conozco esa pista, el año pasado quedé tercero del mundo allá. Es una pista que, creo, la manejo bien. Le conozco bien los peraltes, sé cómo entrar a la curva y aprovecho eso para beneficiarme. Entonces estamos ya enfocados en eso porque son 6 o 7 meses que en tiempo es corto, pero en una preparación para llegar a Juegos Olímpicos es lo justo.”