Hace unos días el tema del uso del sorteo en mecanismos electorales ha retomado un cierto interés a raíz de una columna del reconocido jurista y colega de la Universidad Nacional de Colombia Rodrigo Uprimny publicada en el Espectador y en la página web de DeJusticia (https://www.dejusticia.org/column/cambie-de-opinion-sobre-la-lotocracia/ ).
En ella, afirma que cambió de opinión acerca del uso del sorteo en la conformación de asambleas ciudadanas, valorando ahora positivamente este instrumento democrático. Señala que es una “idea importante que puede ayudar a enfrentar algunos de los actuales vicios de nuestras democracias, que hoy atraviesan aguas turbulentas”.
Para ello, se vale también de otros colegas especialistas en derecho constitucional como Mauricio García (otro colega de la UNAL) y de otros eminentes juristas internacionales como Gargarella y Van Reybrouck. Considera el sorteo como una herramienta que “debería ser empleada para tomar ciertas decisiones y enfrentar ciertos problemas, como se ha hecho en países como Irlanda, Holanda o Canadá”. Señala también algunas de sus ventajas: “nos ahorra los costos, las prácticas clientelistas y las polarizaciones de las votaciones, y permite asambleas mucho más representativas que las actuales.
Además, los congresistas o concejales escogidos por sorteo no tendrían las ataduras que generan las elecciones, por lo cual podrían deliberar con mayor libertad en búsqueda de las mejores soluciones”.
Lo curioso es que se busca ejemplos contemporáneos en los países desarrollados lejos de la cultura jurídica y política latina.
Cuando el uso del sorteo tiene una muy larga historia en la antigua Grecia y era una tradición medieval italiana, hispánica por centenares de años e incluso en América latina durante las primeras décadas de la colonización española. Bajo el nombre de insaculación, el sorteo se usó para designar funcionarios públicos, como le había recordado hace ya una década acá (https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=357533688002 ).
Regularmente, cuando los procesos electorales representativos tradicionales generan dudas e insatisfacciones surgen propuestas a favor de su uso. Por ejemplo, en Colombia, en 2018, la idea del Senador Andrés García Zuccardi era que “el día de las elecciones, posterior al cierre de las urnas, cada partido realice un sorteo donde cada miembro de la lista tenga las mismas probabilidades para quedar elegido. Los ganadores del sorteo ocuparían las curules que obtenga el partido” (Proyecto de acto legislativo N°8 de 2018 Senado).
Las ventajas del sorteo son conocidas y ya fueron reconocidas desde tiempo atrás por referentes de la teoría política y democrática occidentales como Aristóteles, Rousseau o Montesquieu, en particular para luchar contra la corrupción, el clientelismo y el acaparamiento de los cargos por las mismas familias.
Si las propuestas actuales hacen generalmente referencia al uso del sorteo para integrar asambleas ciudadanas para deliberar sobre unos asuntos específicos o sobre una nueva Constitución, garantizando una participación de la diversidad de la sociedad, resulta que el instrumento de la insaculación podría ser usado de forma mucho más sencilla – sin necesidad de reformar normas –; por ejemplo en todos los casos de procesos de selección de altos funcionarios públicos donde, como en el caso de Colombia, existe ya el procedimiento común del establecimiento de las ternas o de listas cortas (short list) que se presentan ante el órgano elector generalmente colegiado.
En concreto, luego de definir las competencias necesarias (meritocracia) para ocupar un cargo, el órgano elector, en vez de estar participando a todo tipo de maniobras politiqueras, presiones y otros lógicas clientelistas o corruptas para obtener los votos en favor de uno u otro miembro de la terna, se podría sencillamente sortear el elegido. De esta forma, se garantiza las competencias para ocupar el cargo y se evita (o se limita) la politización de su elección. Otra de las ventajas de este procedimiento es que ya no podrían existir las candidaturas llamadas de relleno.
Así, por ejemplo, de la terna enviada por el presidente Petro a la Corte Suprema para que esta escoja el o la nuevo(a) Fiscal General de la Nación, se podría sencillamente sortear el nombre de lo(a)s integrantes de la lista. De este modo, se acaban las presiones y juegos políticos alrededor de esa decisión. Una situación similar se vive en estos momentos para la futura elección del o de la Rector(a) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y otras universidades públicas.
En la normatividad actual, en lo concerniente la UNAL, las candidaturas deben demostrar un mínimo de competencias y experiencias en la dirección académico-administrativa (meritocracia) y luego someterse a la elección de la comunidad académica para integrar una lista corta de los cinco nombres que reciben el mayor número de votos. De esta lista el Consejo Superior de la Universidad (CSU) elige a cualquier de lo(a)s cinco candidato(a)s. Por lo general, el CSU nunca ha elegido el candidato más votado o preferido por la comunidad académica.
Desde ahora, cuando se está alistando las candidaturas, ya se presentan las cábalas políticas para saber a quién apoyará el gobierno (quien tienen 3 votos sobre 8), y la disputa gira alrededor de las representaciones estudiantiles y profesorales, cada una con 1 voto, y los otros miembros (representantes de ex-rectores, de los egresados, del sector productivo) de este máximo órgano de gobierno universitario.
Si bien, la designación del próximo rector o rectora se hará durante el primer semestre del año próximo los juegos políticos ya se iniciaron, en particular con ocasión de la elección de un nuevo representante de los profesores. Ya cada candidato(a) anda con rector tapado y se busca el apoyo de los demás miembros del CSU, el guiño presidencial, para conseguir los cinco votos necesarios. ¿A cambio de qué? Quien sabe….Allí va la propuesta de sorteo o insaculación como sistema de designación mixto: parte por vía electoral y parte por sorteo.
El voto de la comunidad académica designa democráticamente a lo(a)s cinco candidato(a)s que ésta considera más idóneos y competentes para ocupar el cargo (como ahora), luego el CSU organiza el sorteo para la designación del(a) ganador(a) y próximo(a) rector(a) de la principal universidad del país.
Así, con un mínimo de adaptación se podría despolarizar un poco el país y garantizar igualdad de oportunidad y diversidad en la ocupación de los cargos públicos. Igualmente, se podría extender este sistema a la designación de lo(a)s decano(a)s a nivel de cada facultad. También, se podría usar en la elección de lo(a)s alcaldes menores de Bogotá, próximo(a)s a ser designado(a)s a través de ternas meritocráticas.
Dr. André-Noël Roth Deubel
Profesor Titular Departamento de Ciencia Política
(UNAL-Bogotá)