Bogotá en los años 40’s era una ciudad muy fría, donde la clase alta vestía con gabanes y los de clase media con ruanas, pero nadie se quedaba sin abrigarse. El centro era el epicentro económico de la ciudad, valga la redundancia, por eso, allí se abrió un ícono del patrimonio de la capital colombiana, la bolera más antigua de Suramérica, la Bolera San Francisco. En 1941 inició su historia y se conservó por mucho tiempo a pesar de algunos hechos y obstáculos que dan color a su historia.
Al inaugurarse seis años antes de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, que fue el 9 de abril de 1948 y al ser un punto de encuentro de la época, los miles de muertos que dejó esa horrible tarde en Bogotá fueron a parar en parte a la bolera. Según relató su dueña Érika Jeréz para el año 2014 a Noticias Uno: “ustedes saben que el Bogotazo fue muy fuerte y acá pasan cosas”, aseguró Jeréz. Es decir, debido a la cantidad de cadáveres que llevaron aquel día muchas ‘almas en pena’ asustaban en el lugar. Uno de sus muchos atractivos historicos.
Está ubicado en la Avenida Jiménez con sexta, en el sótano de una casa vieja, que a pesar de sus años estaba muy bien conservada. En noviembre de 2012 cerró sus puertas para el inicio de su restauración y remodelación. Tras su nueva inauguración se volvió un restaurante, lugar para ‘rumbear’ y de las seis pistas para juagar bolos solo funcionaban tres. La estética se modernizó y quedó completamente diferente, del techo colgaban bombillos gigantes y sus estructuras metálicas se asemejaban a las de una estación de tren antigua de Nueva York.
Por mucho tiempo mantuvieron el formato más antiguo donde no había un sistema de recolección de bolos automático y mucho menos un tablero digital que suma los puntos. Todavía tenían a los “chinomatic”, un joven que trabaja realizando algún proceso que debería estar ya completamente automatizado, como recoger los bolos y organizalos al final de las pistas para que con toda la energía recogieran pines y bolos.
La idea vino de Carlos ‘El Mono’ Ramírez quien descubrió que el centro de Bogotá, donde congresistas, políticos, funcionarios de la Casa de Nariño y de muchos ministerios, era la gran oportunidad para un negocio de restaurantes. Ramírez arrancó con la bolera San Francisco, un clásico, que estaba abandonado y que él revivió.
Pero es que este lugar es una joya, pues gracias a su antigüedad fue testigo de la historia de la capital, desde periodistas, poetas y hasta presidentes se sentaron en las mesas de juego. Por ejemplo, era uno de los pasatiempos favoritos de Jorge Eliécer Gaitán y muchos dicen que le encantaba este lugar en su época. Además, allí nació la Liga de Bolos de Cundinamarca y se realizó el primer Campeonato Nacional, y en noches bohemias en sus mesas de madera se fundó el Círculo de Periodistas de Bogotá.
Hasta antes de la pandemia, este lugar funcionó con normalidad, pero los vestigios de bolera cada vez eran menos, empezó a ser más un muy buen restaurante donde se celebraban todas las fechas especiales, con comida colombiana gourmet y un amplio menú. Pero de noche, se convertía en una discoteca bastante prominente donde cada viernes los capitalinos no se perdían la fiesta.
Sin embargo, la pandemia hizo sus estragos en el lugar, pues ha estado cerrado temporalmente desde entonces, nunca se ha anunciado un cierre oficial del lugar y allí permanece. Pero por el momento tampoco se ve alguna luz que indique que abrirán pronto sus puertas. Solo quedan los recuerdos de lo que fue una bolera icónica y central en Bogotá. Un punto de encuentro durante 79 años.
| Ver también: Los buenos negocios de Milena López después decirle adiós a RCN y Muy buenos días
