Estemos o no de acuerdo con él, Roger Waters es el mayor ejemplo contemporáneo de lo que significa ser un músico de rock. El excantante de Pink Floyd dice lo que piensa sin medir consecuencias. Quizás, porque en el fondo entienda, que es imposible decir las cosas tan poderosas que dice sin que nadie se ofenda.
Y por lo general, Roger Waters acierta bastante… aunque a veces también pueda irse por las ramas. Por ejemplo, es un humanista de corazón que ha condenado la masacre de más de 4.000 niños en Palestina, pero también ha llegado a decir que el ataque de Hamás, que desató este nuevo episodio del conflicto con Israel, fue un montaje. Lo que suele conocerse como una operación de falsa bandera.
Cuando Waters lo dijo, la declaración ya era de por si escandalosa. Aun cuando Israel sí esté haciendo otro tipo de montajes para mostrar a sus militares más humanos o vender la falacia de que los hospitales palestinos estarían repletos de armas. Pero esta semana que Hamás comienza a liberar rehenes, queda claro que lo que el músico dijo fue una barbaridad.
Es posible que este comentario haya sido la razón por la que varios hoteles se negaron a darle hospedaje, durante su gira por Latinoamérica. Y esto no lo digo avalando ningún tipo de censura, sino buscando hacer un análisis más sencillo. ¿Qué cadena hotelera de talla mundial va a querer ser reconocida por recibir a un músico que negó –sin pruebas– una de las masacres más grandes que ocurrieron en este año? Pero lo cierto es que a Roger Waters no sólo lo atacan por esta salida en falso, sino por ser –como bien dijo en su concierto de Buenos Aires–, un defensor de los derechos humanos.
Otra gran polémica con el intérprete de Another brick in the wall y Money ocurrió hace poco más de un año, cuando salió a contestar declaraciones de la Primera Dama de Ucrania, Olena Zelenska. Waters le escribió una carta pidiéndole que convenciera a su esposo de parar la guerra.
El conflicto de Ucrania es realmente difícil de abordar, porque allí –con excepción de la ciudadanía– no se trata de que unos sean buenos y otros malos. En realidad, casi ninguna guerra funciona así. Pero mientras el tirano y asesino de Vladimir Putin está invadiendo ese país, hay intereses internacionales que apoyan al presidente Volodímir Zelenski para que la guerra se prolongue el mayor tiempo posible.
No es que Zelenski quiera la guerra, pero sí que por su obstinación él mismo fue quien la desató. Por ejemplo, sí sabemos que el tipo que manda en Corea del Norte es un loco HP, eso no significa que si hipotéticamente fuéramos presidentes seríamos tan ingenuos de reunirnos con poderosos estadounidenses y europeos para arrinconarlo. En ese escenario, el tipo reaccionaría de inmediato.
Vuelvo y digo, mi interés no es justificar a un tipo que ha sido acusado de desaparecer opositores como Putin, sino entender algunas características de las dinámicas de la geopolítica mundial.
Porque Roger Waters sí las entiende y es por eso que ha levantado polvareda en muchas ocasiones, pero como sus declaraciones son incómodas es mucho más fácil tildarlo de enemigo de Ucrania o de antisemita, que de lo que realmente es: Un defensor de los derechos humanos que es sumamente irresponsable con sus declaraciones.
El excantante de Pink Floyd ha tenido otras salidas en falso. Otra polémica ocurrió hace meses cuando utilizó en un concierto en Berlín un uniforme muy parecido a los que usaban las SS. Lo que para él era claramente un elemento para hacer crítica, para sus detractores fue una banalización del nazismo. Sus detractores lo presionaron para que se disculpara. Él no lo hizo. Después de todo, sólo se trataba de crítica y ficción. ¿O no?
Hace meses arremetió también contra la banda Imagine Dragons, por dar un show en Israel, y en 2018, pero con palabras un poco más suaves, intentó que Lana Del Rey rechazara presentarse en ese país. Ella terminó cancelando, pero por cuestiones de programación.
Este martes se presentará en el Coliseo Live de Bogotá, donde –por suerte y a diferencia de Argentina– no tendrá impedimentos de ningún tipo para expresarse. En mi país, la organización israelita DAIA solicitó por vía judicial que el show se suspendiera. Es importante remarcar que la postura de la DAIA no tiene nada de caprichosa, en 1995 fueron víctimas de una bomba que mató alrededor de 200 personas.
Por eso cerraré este artículo con tres conclusiones que considero importantes: 1) ¡Qué bien que exista un tipo como Roger Waters que condene al gobierno de Israel. 2) Pero también es fundamental que una persona que tiene un discurso tan poderoso, también sea responsable a la hora de dar un mensaje, ningún enunciado irresponsable es aceptable. 3) Si pensamos en lo que realmente significa rock y la razón real por la que nació y que justifica su existencia hasta el día de hoy (la rebeldía), entonces podríamos decir que Bogotá está a punto de presenciar el show de rock más importante de su historia.
Por el artista, por el contexto, porque es la última gira. Por todo.
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