Como hijo de la noble, leal y valerosa de Cúcuta me rehuso a pensar que nuestro equipo se está hundiendo lentamente en la tabla, caída en picada hacia la segunda división del torneo profesional colombiano. ¿Es la hinchada? ¿Son los jugadores? ¿Pueden ser los directivos? en fin, no podemos achacar las culpas ni a lo uno ni a lo otro. Estudio periodismo en Bogotá y vi el último encuentro de mi equipo frente a Medellín, dos llegadas dos goles. Quizás la angustia del equipo se deba a que realmente está obstinado por no encontrar la victoria. A quién no le ha pasado que, cuando no encontramos la solución, nos desesperamos y buscamos la salida más fácil. Es injusto que un equipo con una de las mejores hinchadas del país y con el segundo estadio más grande de Colombia esté pasando por momentos tan trágicos.
Alguna vez soñé que el Cúcuta deportivo… repetía la semifinal contra Boca Junior, como cucuteños – a pesar de lo que está pasando- queremos revancha, ese sentimiento de dolor se clavó como una espina en el corazón y no sanará jamás; tengo 22 años y nunca había visto a la ciudad de Buenos Aires como ese día, parecía Moscú en pleno invierno de tanta neblina. ¿Lloré? Si, ¿lo he vuelto a soñar? También, pero como lo afirma la ley de la vida: todo pasado fue mejor y no podemos vivir de eso, si pudiéramos hacerlo tendríamos en nuestras vitrinas – por lo menos- 5 ligas nacionales y dos internacionales, sin contar una Intercontinental.
El fútbol como integrador social nos une, nos motiva, nos conmueve. Todo es felicidad. Recuerdo que dos días antes del duelo contra el equipo Xeneize, a la una de la mañana, en las afueras del General Santander había una cola inmensa para poder comprar la boleta del gran duelo en el que, según la afirmaba la misma afición, Maradona estaba en la tribuna viendo a su equipo del alma. ¡Dios mío! Como extraños esas épocas, hasta el más escéptico celebraba.
Alguna vez soñé que el Cúcuta deportivo… disputaba – en la actualidad- final con equipos grandes. Luego del sueño frustrado en la última participación por Copa Libertadores en el año 2008, el equipo no volvió a ser el mismo. Con el antiguo dueño, Ramiro Suarez en problemas judiciales, con un Macnelly torres descuadernado, con Blas Pérez fuera de la institución y con un Eudalio Arriaga ya viejo, el Cúcuta Deportivo empezaba a hundirse en los últimos puestos de aquella Copa Mustang.
Tanto en el fútbol como en la vida, ser el último siempre generará conflicto con el entorno, existen las ovejas negras en las familias, también los que no han podido conseguir trabajo, los que fracasan en el matrimonio y están los políticos. Sin embargo, pero no debemos echarnos a la pena porque no conseguimos nada, el equipo necesita una ayuda, no sólo es monetaria, sino histórica ¿será que ningún técnico les ha mostrado los videos del equipo de hace 8 años para qué reflexionen? No hay derecho que tanta pasión se esté perdiendo frente a nosotros.
Alguna vez soñé que el Cúcuta Deportivo… se convertiría de nuevo en la razón de mi vida. Sería inútil no asimilar la situación del equipo con la de la ciudad. Ya no sé sabe si Cúcuta pertenece a Venezuela o a Colombia, mi tierra estancada en el olvido por que el gobierno no apoya y mi equipo tratando de salir a flote. ¡Pues que tochada! Estamos jodidos por ambos lados. Pero al fin y al cabo me siento orgulloso de dónde vengo, la tierra que vio nacer al General Santander y que me vio crecer.
Hoy con 8 puntos en la liga colombiana, penúltimo en la tabla y sin posibilidades de clasificar, el equipo debe pensar qué errores está cometiendo para salir a mostrar su talento ante 35 mil hinchas en el próximo torneo. Sigo y seguiré soñando que mi rojo y negro me llenará de alegrías, que veré a mi hermano llorar pero de felicidad, que mis amigos se pondrán de nuevo la camiseta y el Malecón estará de fiesta.