Mi nombre es Diego Martín Basante Díaz, un pastuso de pura cepa. Siendo estudiante de la facultad de Artes de la Universidad de Nariño entre 1989 y 1990, fui torturado con golpes y asfixia por grupos al margen de la ley que me señalaban de pertenecer a grupos armados por las manifestaciones que organizábamos en ese entonces con compañeros con quienes reclamábamos el alza del bus, de las matriculas, el alto costo de la vida, etc. Muchos de ellos desaparecieron en esa época, entre ellos mi compañera Adriana Benítez, y yo por mi parte tuve que huir a Bogotá cuando tenía 20 años.
En la capital entra a trabajar como profesor de primaria en el colegio distrital Isabelita Tejada de Ciudad Bolívar y en el Atanasio Girardot de Bosa. Con los problemas que arrastré de Pasto fui localizado en Ciudad Bolívar donde me llegó un panfleto de los paramilitares que en esa época se conocían como “la mano negra” quienes promovían una especie de limpieza social.
Empecé a refugiarme entre Bogotá y el Ecuador donde viví en Tulcán, Ibarra y Quito durante siete años. Estando en la capital ecuatoriano asesinaron a mi compañero de estudio Leonardo Tobar y en ese momento el padre Genaro Romero, rector del Isabelita Tejada me ayudó a salir del país en el año 2000.
Llegué a Madrid sin destino y después de tres meses en ese país me convertí en un ilegal. Me refugí en la casa de compatriotas, desubicado y casi pidiendo limosna. Un día me agarró la policía española, me pidió documentos que ya estaban vencidos y entonces me rompieron el pasaporte colombiano, me detuvieron 72 horas hasta que me permitieron salir al consulado donde la doctora Maria Jimena Duzán, cónsul de esa época, me entregó un nuevo pasaporte con fecha de vencimiento, 22 de octubre del 2011; a lo único a lo que tenía derecho.
Empecé a recorrer Europa en busca de trabajo. Viajé a Holanda, Suiza, Inglaterra, Grecia y Alemania donde nuevamente me detuvieron porque no tenía permiso de residencia. Después de sobrevivir nueve años en ese continente finalmente me entregaron el pasaporte y la cédula española, que me permitió trabajar legalmente.
Regresé a Barcelona y entré a trabajar el aeropuerto El Prat de Llobregat como auxiliar de pista. Allí tuve un accidente el 13 de abril de 2007 por levantar una caja muy pesada que me dejó paralizado con una desviación en la raquia, una curvatura en la columna de nueve grados y un bloque cervical c2-c3, que fue lo que me dijeron en el hospital militar de Barcelona.
La seguridad social argumentó que no estaba trabajando y que el diagnóstico era falso, es decir que no estaba enfermo. El doctor José Siglonni en el hospital San Joan me sometió a exámenes médicos donde él mismo me dió un dictamen de incapacidad total sin posibilidad de recuperación, lo que me dió el derecho a recibir la pensión como ciudadano español. Fui a juicio en 2010 dándole el poder firmado y apostillado por la Embajada colombiana, al abogado Miguel Curtó quien terminó abandonando el caso sin yo poder conocer su seguimiento. La respuesta que me dió fue: Se perdió el caso.
El 24 de febrero de 2014 le envié una petición a la Canciller Maria Angela Holguín en la que le explicaba mi caso y le pedía respaldo de mi país para solucionar el problema. Ella me respondió en marzo del mismo año diciendo “Es menester resaltar que no existe una solicitud previa realizada por usted ante el consulado de Colombia en Barcelona ante su oficina de asesoría jurídica”. Cuando en su tiempo lo hice, y nadie me escuchó porque ellos según me dijeron, ellos sólo resolvían problemas de cédulas y pasaportes. Además me dijeron que este caso debía resolverlo ante las autoridades españolas y no colombianas.
Quisiera que mi caso sirviera de ejemplo para visibilizar la falta de colaboración que tenemos los colombianos ante nuestros representantes en el extranjero. Una ausencia estatal, en la que en vez de encontrar refugio, encontramos la indiferencia. Yo quiero que se reconozca mi caso como un accidente laboral porque tengo las pruebas de lo sucedido pero no sé a quién acudir.
La Canciller Holguín termina su carta diciéndome: “… en el decreto 3355 su petición se encuentra fuera de competencia del Ministerio de Relaciones Exteriores”. Por eso en este momento le pido por este medio que tenga en cuenta una revisión de mi caso.
Hoy estoy a Pasto desempleado e incapacitado, también por los médicos colombianos.