En los Estados Unidos alrededor de 9 millones de personas se identifican como nativos indígenas, aproximadamente un 3 % de la población total de 340 millones de habitantes, o sea el 97% de la población está compuesta por descendientes de inmigrantes.
Las guerras, persecución política y la eterna búsqueda de estabilidad, oportunidad y tranquilidad hicieron del país la meca de la inmigración. Los inmigrantes fueron recibidos con los brazos abiertos y, poco a poco, a partir de mediados del siglo 19, al concluir la Guerra Civil y la esclavitud, se fue construyendo un país atractivo para todos donde se evidenciaba oportunidad de empleo, salud, educación, recreación y una aparente satisfacción general con los medios disponibles para la superación económica. Valga comentar que esa estabilidad contribuyó a que los norteamericanos sean personas compasivas, solidarias y generosas ante cualquier desastre en cualquier lugar del mundo.
Sin embargo, simultáneamente a través de los años y, quizás con demasiada lentitud, el mundo entero ha comprendido que muchas de las enseñanzas recibidas desde la infancia no eran los dogmas perfectos que se habían pretendido. La gente comenzó a cuestionar si era obligatorio creer en Dios, si el lugar de la mujer sólo era el hogar, si el sexo era solo para procrear (especialmente para las mujeres), si traer hijos no deseados al mundo, si amar se limitaba únicamente a personas del sexo opuesto, si creer que una raza fuese superior a otra, si aceptar que los privilegios y los sueños sólo eran alcanzados por asignación divina, etc…
El cuestionamiento y la resultante rebelión a unas culturas y filosofías estáticas durante siglos, poco a poco han producido en el mundo reacciones a lo largo del tiempo, y muchos rechazan los rezagos que aún persisten desde v.gr. La Santa Inquisición, Las Cruzadas, la circuncisión femenina a niñas musulmanas, la quema de Juana de Arco, las brujas de Salem y mil iniquidades más…..
El poder económico detrás de los gobiernos que se lucra de la labor de los trabajadores comienza a incomodarse con los cambios que intentan poner fronteras a sus maniobras de control. Se evidencia especialmente en las comunidades o partidos políticos de derecha, ultraconservadores y religiosos y la belleza del país de las oportunidades poco a poco comienza a opacarse.
Estados Unidos de América, considerado como el país más poderoso del mundo, sin querer queriendo, con su industria de armamentos, al son y ritmo de otros países occidentales “civilizados” y occidentales, alimenta las guerras de otros países bajo un dudoso deseo de protección y ayuda humanitaria que, a la postre, no se logra.
La otrora estabilidad de todos y el respeto por las creencias individuales poco a poco van disminuyendo, el derecho al aborto termina en cárcel en algunos estados, la discriminación a la población lgtbq+ comienza a eliminar derechos ya adquiridos y la indecisión del gobierno respecto a quién defiende y ayuda en conflictos mundiales que afectan población civil en todas las latitudes le va restando a ese retrato de país civilizado, ejemplo de equilibrio y oportunidad.
Los republicanos apoyan la restricción a inmigrantes, repatriación y extradición a inmigrantes ilegales, uso de la fuerza militar en las fronteras, construcción de muros, resistencia a otorgar nacionalidad a los hijos de inmigrantes ilegales nacidos en suelo estadounidense.
Después de mucha dificultad para elegir el nuevo Presidente de la Cámara de Representantes, firme representante del partido republicano, ahora resulta que su esposa es dueña de un negocio de consejería pastoral que supuestamente combina recursos de ayuda psicológica y teológica como la oración y el estudio bíblico para una mejor comprensión de la fe. No sorprende, obviamente, que la señora es fuerte opositora al derecho al aborto y al matrimonio legal entre personas del mismo sexo y considera y enseña que la homosexualidad es pecado.
Cabe la reflexión de que la pérdida del respeto por las creencias ajenas y la utilización de medios y poder político para abolir y discriminarlas son otros factores del desgaste de la conciencia humana y contribuyen a erradicar el sueño americano.