La semana pasada la Ministra de Educación Gina Parody anunció que traerá a Colombia “el modelo de matemáticas de Singapur y Corea, países que están punteando en las pruebas Pisa en esta materia y tienen un modelo específico para enseñar”.
Aunque es importante mirar casos exitosos para salir del parroquialismo que a veces nos invade, es fundamental tener en cuenta que ese modelo surgió en unas condiciones determinadas por diferentes influencias culturales, institucionales e históricas. Por esa razón especialistas de países que han tratado de adaptarlo – como Estados Unidos, Francia y Chile – dicen que no es fácil ni barato hacerlo exitosamente.
Cuando los finlandeses – que también sobresalen por su sistema educativo y sus resultados en las pruebas Pisa – decidieron cambiar su sistema educativo analizaron los modelos de otros países pero al final diseñaron su propio modelo teniendo en cuenta sus características culturales e involucrando a los docentes. De hecho, el especialista británico Dave Snowden advirtió en su visita a Colombia el año pasado que el peor error que puede cometer el país es querer copiar modelos de educación que han sido exitosos en otros países sin tener en cuenta el contexto propio.
De igual forma, la Ministra señaló que los colegios empezarán a implementar una nueva herramienta de medición del desempeño llamada Índice Sintético de Calidad Educativa, con base en el cual se otorgarán incentivos monetarios. Esta medida se enmarca dentro del enfoque corporativista que enfatiza en la motivación extrínseca y la competencia desconociendo investigaciones recientes según las cuales esa clase de incentivos tiene un efecto limitado en el tiempo y muchas veces puede reducir la motivación intrínseca de los estudiantes produciendo resultados contraproducentes. Proyectos de ese tipo han fracasado estrepitosamente en países anglosajones como Estados Unidos y Reino Unido.
El sistema de Singapur, tal como lo reconoce la Ministra, es bastante centralizado, a diferencia del modelo finlandés en donde los profesores cuentan con bastante autonomía a nivel regional. Nos podríamos preguntar si más bien lo que necesita un país tan diverso como Colombia no es más autonomía y reconocimiento de las buenas prácticas pedagógicas que maestros entregados desarrollan en diferentes partes del territorio colombiano, reivindicando su valor social e impulsando el trabajo colaborativo, creativo y solidario en vez de la competencia.
La Ministra necesita un equipo interdisciplinario y diverso que reconozca las realidades culturales de Colombia consciente de que la educación no consiste solamente en desarrollar habilidades cognoscitivas para obtener puntajes altos en exámenes estandarizados. Un equipo tecnocrático con “complejo tropical” y desconocedor de la riqueza y diversidad cultural de Colombia sólo podrá importar modelos extranjeros. Ministra Parody, ¡desarrollemos nuestro propio modelo!