Para las buenas prácticas sociales, el éxito y la autoestima a las mujeres desde pequeñas se nos enseña a cuidar nuestras dos sonrisas, la pública y la púbica que son personales y políticas, porque obviamente, también en este tema lo personal es político. Esta columna que no es apta para la mamasantería local y nacional quiere expresar su opinión acerca de la última moda, la última expresión de la violencia estética contra las mujeres, la vulvoplastia. Si la referencia a vulva, como en otra columna mía, la referencia a pipí le molesta, no siga. Le recomiendo una tira cómica de hace varias décadas: La pequeña Lulú.
Para vender en el negocio del diseño de sonrisa, rezan así algunas de las piezas publicitarias (crédito a la página web del odontólogo Marlon Becerra) para la sonrisa oral perfecta: “Mi sonrisa, ¡mi estilo!, ¡Lo quiero!”. “Un ángulo cambia mi razón de ser”. “…una suma de procedimientos que nos permitirán lograr una simetría, balance y armonía a la estética dental…”. “…obtener la longitud de los dientes en la forma, los ángulos, y los bordes. Además, cuál debe ser la forma, altura y el nivel de las encías para que esto dentro de una unidad genere proporciones y desproporciones acordes con la forma del rostro, nariz, mentón y labios de cada persona”. Objetivo: “una sonrisa radiante, brillante y blanca”.
La sonrisa vertical ha sido metáfora, alegoría, eufemismo, premio literario a literatura erótica, e incluso, actualmente, símbolo feminista, reivindicativo del sexo femenino y su poder. Hagamos un ejercicio “im-púdico”. Todas las afirmaciones del párrafo anterior podrían ser perfectamente el guion de una clínica de estética, para la sonrisa vertical perfecta, la vulvar. “Mi sonrisa, ¡mi estilo!, ¡Lo quiero!”. “Un ángulo cambia mi razón de ser” (negrillas mías). “…una suma de procedimientos que nos permitirán lograr una simetría, balance y armonía a la estética vulvar…”. “…obtener la longitud de la vulva en la forma, los ángulos, y los bordes. Además, cuál debe ser la forma, altura y el nivel del clítoris, los labios menores y mayores para que esto dentro de una unidad genital femenina genere proporciones y desproporciones acordes con la forma de cada mujer”. Objetivo: “una vulva radiante, brillante y blanca” (también negrillas-blanquillas mías).
Ahora, cómo es en realidad el mercadeo de la sonrisa vertical perfecta (crédito a la web de Intimagyne)?. “… rediseño (otra vez negrillas mías) vulvar” (oh! El gran diseño no fue suficiente), “… conseguir la mejora estética y funcional de las estructuras externas del aparato genital: labios menores, labios mayores, periné, introito (entrada de la vagina) y clítoris”. “… un número creciente de mujeres están solicitándola para mejorar su sensación íntima y el aspecto de sus genitales externos”. “Las distintas intervenciones que combina la vulvoplastia láser son las siguientes: labioplastia láser, perineoplastia, clitoriplastia, plastia del introito o himenoplastia”. Trastornos genéticos o endocrinos, destrozos por partos o vejez explicarían laxitud, tamaños supuestamente anómalos e incluso sensaciones extremas, incómodas y hasta dolorosas. Eso reza el mercado.
Asimetrías, envejecimiento y trauma. Se le llama “rejuvenecimiento vaginal”. Lo curioso es que lo estoy viendo en mujeres jóvenes, nulíparas, sin cirugías previas y obviamente mujeres mayores de cuarenta con miedo al rechazo por parte de su dueño. Yo pienso que las anomalías de las que habla esta violencia nueva reflejan los traumas, las dificultades para dar y cuidar la vida y las asimetrías del gran falo violento: el patriarcado.
La mejor manera de borra una categoría que se supone inferior, es homogenizarla, eso la reduce hasta anularla. El borrado de las mujeres, ahora en su maravillosa diversidad íntima. Premisa fundamental: existe una vulva bella y funcional inequívoca, unívoca, es decir, TODAS LAS MUJERES DEBERÍAMOS TENER UNA VULVA IGUAL. Existe un referente y como tal es hegemónico y está cargado de poderes. Colonialistas, androcentristas, economicistas, clasistas, racistas y misóginos. Todos a la vez.
Para cerrar con alegría dispongo de tres trabajos bellísimos que alientan la diversidad vulvar y la dignifican como lo que es, diversidad humana, el bien más preciado de nuestra naturaleza y cultura. Pura civilización.
Van ilustraciones y presentación de cada uno.
El primero es el Vagina Museum, @vagina_museum, “World's first bricks and mortar museum dedicated to vaginas, vulvas and the gynae anatomy”. Un proyecto que busca “reivindicar la diversidad natural vulvar”. https://twitter.com/vagina_museum/status/1587451986986811394/photo/1
Otra expresión artística de contenido político claro es la obra del escultor inglés Jamie McCartney, “The great wall of vagina vulva”, para liberar la ansiedad genital”, propósito llamativo por decir lo menos, que después explica cuando dice que es para “romper estereotipos y promover la aceptación de las mujeres”. La corrección es del artista cuando se dio cuenta de que vulva y vagina son dos partes distintas (!) https://jamiemccartney.com/
Y bueno, no podía faltar Monólogos de la vagina, libro de Eve Ensler (me encanta que se llame EVA), una serie de monólogos para interpretación de una o varias actrices, “para celebrar la vagina”, dividido por temas que atañen a la historia violentada de ese hermoso, luminoso y húmedo lugar del cuerpo de las mujeres. https://es.wikipedia.org/wiki/Los_mon%C3%B3logos_de_la_vagina
“A mí me dio mucha inseguridad cuando mi novio me miró mi vagina y me preguntó si eso que se salía por un lado era normal y que si era operable”. “No puedo dejar de pensar en eso, se me corta hasta las ganas, no lubrico y ya mis orgasmos con él no son iguales. Me voy a operar”. Mujer de 20 años en mi consulta. La simetría es el borrador perfecto del machismo, solo da lugar a muñecas, como la Barbie, sin genitales. Iguales, estultas. Las que no desean para sí nada, domésticas, inofensivas