Con lo que viene pasando y lo que tal vez se venga y continúe, en materia de la política y sus procesos de cómo hacerla, es lo que percibimos, sentimos y nuestras reacciones no son otra cosa que el producto de la desconfianza, pérdida de credibilidad de los políticos (politiqueros), como de sus partidos.
Se le suma y sirve como catalizador el conocimiento que tiene la comunidad en materia de la política. Este conocimiento es muy pobre en lo que tiene que ver con la filosofía política (disciplina), la ciencia política (empírico-analítica), la práctica política (lógicas, propósitos, discursos, manipulación, persuasión, validez, confiabilidad, proyectar credibilidad, etc.) y el sentido común en la política (entorno, convivencia, socialización, atraer sin importar la verdad, objetividad, aplicar la psicología política y la psicología de las masas). Lo expresado conlleva a las relaciones conflictivas hacia el interior de políticos, sus organizaciones políticas, la comunidad y de esta con los mencionados anteriormente.
Lo que hemos visto es un enfrentamiento donde la censura se ubica por encima de la crítica, donde el saber (episteme) lo asocian con la creencia, la mera opinión (doxa). En otras palabras, la inteligencia emocional, esta por encima de la inteligencia racional.
Por lo anterior, debemos observar o darle una mirada al “político” como tal, al “partido que lo representa” a sus seguidores como a los potenciales sufragantes identificados como votantes de opinión, abstencionistas, indecisos y manipulables (ver: ¿Qué tipo de sufragante es usted?, las2orillas).
En este orden de ideas, las maquinarias políticas, juegan un papel importante, en la manipulación de la opinión colectiva, valorando e introyectando más la imagen del político, que su programa electoral (ideología, teorías, relevancia para la competición, beneficiarios, cobertura, accesibilidad a los beneficios, escenarios de ejecución, etc.).
Hilando todas estas percepciones, les comento que me leí un artículo traducido por Elena Jiménez Lara y Víctor Alarcón Olguín, titulado “Una teoría sobre el comportamiento de los partidos políticos competitivos”, de Kaare Strom; que ellos tomaron de la revista “American Journal of Political Science, volumen 34 núm. 2 de 1990, p 565-598 y que publicaron en Andamios (revista de investigación social) volumen 10 No.23 de la Ciudad de México sep./dic. del 2013.
El objetivo que se plantea dentro del texto es explicar el comportamiento de los partidos políticos en las democracias parlamentarias avanzadas teniendo en cuenta tres (3) modelos de comportamiento.
Estos modelos responden a los direccionamientos que los partidos quieren ejecutar, para ubicarse en el poder: el primero, buscar el voto; el segundo, buscar un cargo público; y el tercero, establecer una política pública.
El artículo me pareció muy ilustrativo. Del cual hago la siguiente mirada. Primero que debemos entender el partido por su creación y fines que persigue; por el otro al político, que hace parte de esa colectividad, teniendo en cuenta las razones, motivos o argumentaciones para unirse a ese grupo político; y por último al ciudadano, a ese colectivo o masa social, de la cual extraen información estratégica (Hobbes en Leviatán lo dijo: “El que tiene la información tiene el poder”) para su manipulación y manejo de sentimientos, sembrando odios, desconfianza, aprendizaje vicario y desesperanza aprendida, entre otras técnicas Maquiavélicas.
Para que haya una verdadera legitimidad entre el partido, el político y la ciudadanía, se debe ser honesto, ético, con una alta moral, teniendo en cuenta el consenso y una obediencia racional y no coercitiva.
Por lo anterior creo que el partido debe:
- Hacer inteligible la realidad social.
- Tener vínculos con la sociedad (demandas).
- Tener poder de convocación.
- Ser competitivo y diferenciar el voto, el cargo público, la búsqueda de una política social, y no acomodarse a las circunstancias, llamadas coaliciones o como se dice popularmente “la política es dinámica”.
- Estar por encima de los líderes.
- Tener una verdadera imagen institucional.
- No descalificar a su oponente. Lo que debe es adelantar una verdadera crítica. (ver “Todo el mundo cree que crítica, pero de esto se trata” las2orillas)
- Lealtad a la formación política.
- Capacidad para responder a las demandas sociales.
El político debe:
- Ser consistente y confiable.
- Tener credibilidad, valides en su visión de vida social.
- Tener una visión como misión de su partido y no ser acomodado.
- Hacer uso de estrategias políticas éticas en sus formas y usos.
- Diferenciar y tener en claro el poder si va a ser utilizado “sobre” o “para”.
- No ser un tránsfuga. Se acomoda a todos los partidos, crea uno nuevo o se va por firmas.
- Trabajar en la comunidad, con la comunidad y para la comunidad. No es ir a vivir en zonas de estrato bajo.
- Su financiación debe ser transparente. No es ocupar buenos cargos para recuperar esos dineros.
- No debe crear una imagen personal de acuerdo con el conocimiento de las mentes del colectivo social.
- Debe tener en claro sus decisiones, si son personales, grupales, o comunitarias. Debe ser un gestor social.
- Debe fomentar la educación política, la ciencia y la cultura.
- No olvidar que su posicionamiento es histórico.
De la sociedad o colectivo no se debe olvidar
- Su entorno, problemas y necesidades, por clase social, cultura, edades, nivel educativo, etc.
- Determinar las clases o tipos de afectaciones.
- Mirar y determinar sus fortalezas
- Discriminar y ubicar lugar y tipos de amenazas: Económicas, sociales, ambientales, etc.
- Registrar las limitaciones y buscar o encontrar las posibles soluciones, para potenciarlas.
- Crear un ambiente de oportunidades para el ciudadano y mejorar sus competencias.
- El ciudadano debe estar capacitado y orientado a identificar su partido, políticas y lideres auténticos.
En síntesis, una buena política, legitima, lo que debe llevar es a que se presenten grandes transformaciones o cambios como por ejemplo en geopolítica, centros de poder, estructura social, estructura familiar, condiciones laborales, seguridad, justicia, producción (agrícola-industrial), tecnológicos, etc.
Termino diciendo: La dialéctica, desde la teoría (técnica de la conversación) y como retorica (formas y propiedades del discurso) para el dialogo y discusión, tiene un fin, el cual es poder descubrir la verdad, a través de la confrontación de la información (contenidos) y su interpretación o representación (sensibilidad, tiempo, espacio), haciendo uso de la inteligencia racional (no emocional) y sus argumentaciones “contrarias” (no opuestas), que se presentan, entre sí.
