La confianza del presidente Petro con el nuevo magistrado de la Corte Constitucional, Vladimir Fernández, no es improvisada ni accidental y se ha ido consolidando poco a poco a partir de su trabajo como jurista.
Hace más de una década cuando Gustavo Petro empezaba a contemplar la posibilidad de lanzarse a la Alcaldía de Bogotá, apareció en el 2011 el nombre del abogado Fernández en su radar. Con la decisión de no volver aspirar al senado en el 2010 concluía un largo periodo en el Congreso de la República que comenzó en 1991 como Representante a la Cámara, luego de la firma del Acuerdo de paz con el M-19 y de la Asamblea Constituyente que redactó la actual Constitución Política.
Fue entonces cuando Petro buscó a Vladimir Fernández. Quería hacerle unas consultas sobre derecho público y administrativo porque tenía preocupaciones de posibles inhabilidades antes de lanzarse como candidato a la Alcaldía de Bogotá en 2011. Se las despejó y en octubre de ese año, Gustavo Petro terminó ganador. Fueron cuatro años entre el 1 de enero de 2012 y el 31 de diciembre de 2015, en los que no faltaron muchos retos jurídicos que Fernández logró sortear.
Petro designó a Fernández como miembro de la comisión de empalme de la Alcaldía, pero salieron a la luz algunos escándalos por denuncias e investigaciones contra el jurista en el departamento del Huila y una medida de aseguramiento en su contra. Fernández logró responder a las investigaciones que terminaron archivadas y se convirtió en un funcionario fundamental durante el paso de Petro por la Alcaldía de Bogotá.
Las pasiones del nuevo magistrado, un estudioso del derecho
Vladimir Fernández Andrade nació en Neiva y estudió en el Colegio Salesiano de la capital del Huila. En su época de bachillerato hizo parte de colectivos estudiantiles de colegios de Neiva que trabajaban temas sociales y de juventud.
Su padre, Orlando Fernández Polanía, líder de los trabajadores del agro y promotor del recordado paro de 1996 que dio origen a la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro), adscrita a la CUT, ha sido una referencia dentro de la izquierda, incluso para el residente Petro, a quien conoció personalmente el año pasado.
Es apasionado por la lectura y por polemizar en debates conceptuales. Siempre ha estado interesado en el funcionamiento de lo público, del Estado y sus instituciones. Confiesa que desde el primer día que se sentó en la Universidad Externado de Colombia se visualizó como magistrado de la Corte Constitucional.
Fue jugador de básquetbol en el bachillerato en el colegio Salesiano de Neiva y disfruta del ciclismo que practica cada vez que puede, aunque por sus múltiples responsabilidades al frente de la Secretaría Jurídica de la Presidencia de la República, ya no lo hace con la regularidad que quisiera.
Otra de sus pasiones es la historia y la filosofía. Se declara discípulo de la escuela filosófica de Epicuro cimentada en el placer modesto y duradero, en el cultivo de la amistad y abierta a la participación de las mujeres en la vida académica.
Con disciplina y dedicación ha construido su carrera profesional, escalando peldaños hasta conseguir su propósito de ser magistrado de la Corte Constitucional. Desde su época de estudiante de Derecho, se levantaba a las cuatro de la madrugada a preparar clases y a las seis tomaba camino hacia la Universidad. Terminaba su jornada académica y ejercía como patinador en la oficina jurídica donde estaba como aprendiz y recorría los juzgados, pendiente de los procesos que le encomendaban.
Se desempeñó como monitor de clase, profesor universitario, funcionario de la Procuraduría y asegura que su paso por la Secretaría Jurídica de la Presidencia de la República ha sido una especie de “doctorado express” en derecho público, constitucional y en cómo funciona el Estado colombiano.
Vladimir Fernández es un hombre casado, padre de cuatro hijos que le gusta compartir en familia y le encanta vivir en Neiva porque siendo fiel a las palabras de la vicepresidenta Francia Márquez, en las ciudades intermedias se “vive sabroso”.
Desde aquel encuentro profesional en el 2011 el Presidente y Vladimir Fernández han mantenido un diálogo fluido en el que no ha faltado la polémica y la independencia en los conceptos con respeto mutuo. De allí la ausencia de cualquier temor frente a su independencia como nuevo magistrado en la Corte Constitucional, sin desconocer, por supuesto, que sus afinidades como liberal y progresista lo acercan al pensamiento del Jefe de Estado.
Fernández bien sabe que será clave en las mayorías que se necesitan para tomar decisiones en la Corte Constitucional sobre temas polémicos y fundamentales como el aborto, la eutanasia, la propiedad privada, el derecho a la educación y a la salud, entre otros, y que, si bien ya la Corte ha sentado jurisprudencia sobre ellos, seguramente volverán a estar en el análisis de la Alta Corporación por las reformas que se debaten en el Congreso.
Y está preparado para los que están por llegar como el cambio climático, la inteligencia artificial, el libre mercado, los derechos a la salud y la educación, por solo citar algunos, también estarán de nuevo en el centro del debate en la Corte.
Entre tanto, y mientras asume su honroso rol de magistrado de la Corte Constitucional en diciembre, seguirá al lado del Presidente, cuidando jurídicamente cada paso que dé. Allí estará en Beijing, con toda su munición legal viendo la manera en que el jefe de Estado regrese a Colombia con el propósito mayor del viaje: modificar el diseño del metro elevado y que los constructores chinos incluyan un tramo subterráneo.