Cuando Sábados Felices dejó de hacer humor político y se dedicó a hacer chistes flojos por allá a finales de los setenta, principios de los ochentas, empezó la debacle del humor más o menos inteligente en Colombia, la otra opción era la nena Jiménez o Montecristo en la radio, un panorama desolador.
Los gringos mientras tanto llevaban 20 años haciendo stand up comedy y sus comediantes eran y son más filósofos y críticos sobre la sociedad que cómicos propiamente dichos (George Carlin, Bill Hicks, David Chapelle o Chris Rock)
Nosotros mientras tanto seguíamos por décadas y décadas viendo a cuentachistes burlarse de los gais, de los negros, de los campesinos etc. Puro chiste fácil sexista y clasista y eso durante tanto tiempo atrofia el sentido crítico y el del humor, lo deforma en vez de nutrirlo por no tener más opciones ni referencias.
Menos mal llegaron Jaime Garzón (y sobre todo esa intervención en una Universidad que afortunadamente alguien grabó y hoy día se volvió viral) y Martin de Francisco con Santiago Moure, o Arias y Troller, para tener otras miradas, y sirvieron un montón, pero el daño en el subconsciente colectivo es difícil de reparar, se necesitan recambios generacionales para que existan dos cosas elementales: humoristas que además de hacer reír hagan pensar, y un público que quiera pensar además de reír.
Es difícil, por eso digo que falta una generación como mínimo y lo peor es que en esta camada ya no fue, y digo que no lo fue porque dizque el humor negro lo hacen ese par de personajes en su noticiero Fucks news. Hacer chistes misóginos no es humor, burlarse de violaciones porque el público asistente lo pide a gritos no es humor ni negro, ni amarillo ni rosado, pero algo pasa en esta nueva sociedad para que tengan 1.2 millones de visualizaciones en promedio por cada presentación, puede ser un desfogue masivo de mucha gente cansada de que les roben el celular dos veces al mes y le aplican “paloterapia” al ladrón si lo logran coger hasta matarlo pero van a misa muy cumplidos por la mañana, o al alcalde de una ciudad que se roba descaradamente el presupuesto pero terminan votando por uno peor o simplemente no votan y los de Fucks lo nombran a los cuatro vientos, o esa misma gente que usa Facebook para evadirse y compartir memes y no pensar en nada, pero es que no va a pasar nada: los ladrones de celulares o del presupuesto van a seguir ahí pero de alguna manera esa gente siente que tienen una voz de denuncia con los Camilos pero no hay reflexión sobre nada, es repito, puro desfogue y entretenimiento básico.
Y claro, el formato por ser exitoso es replicado por la nueva generación de humoristas y se trata de poner una cámara, un set con muñecos y cojines de Los Vengadores, ponen a 50 personas a que se rían y escogen un tema (mi primera vez de lo que sea, anécdotas en un motel y tonterías de ese estilo) reúnen un parche de amigotes y a improvisar una hora y media, se la montan entre ellos mismos una hora (generalmente haciendo chistes de doble sentido sobre las mamas de sus otros colegas) y la media restante a responder preguntas del público.
No prepararon nada, no dijeron nada interesante, es una montadera o bullyng de colegio público de décimo grado que no da risa sino vergüenza ajena, posteriormente medio lo editan a lo maldita sea y lo suben a YouTube y entonces acá viene la parte menos chistosa del asunto, pasadas 5 horas revientan el contador de visualizaciones (300.000, 400.000) y siguen subiendo. ¿Por qué?
Tal vez la respuesta la di al principio, tenemos atrofiado lo que entendemos por humor, y nos encanta oír groserías a diestra y siniestra para después escribir en la caja de comentarios: “Los amo por su originalidad y honestidad”; no nos gusta nada que nos exija algo de reflexión o raciocinio, Garzón lo logro, pero ya no está, ¿y entonces? Tal vez si uno tiene paciencia sobre todo en X (antes Twitter) hay gente con nicknames (identidades ocultas) que hacen sentir como si Jaime siguiera vivo, pero son chispazos, es como Garzón atomizado en mucha gente, puede ser un contador de una empresa, un dueño de un almacén de celulares, una abogada, los cuales tienen muchísimo más sentido del humor que toda esta camada de montadorcitos inofensivos y vacuos con sus chistecitos estériles.
Ya que los de Fucks se la pasan respondiendo tutelas y multas que les ponen por sus comentarios, alguna alma caritativa, algún juez que les ponga una acción legal o castigo donde los obliguen a ver 8 horas seguidas a Primo Rojas y su teatralidad en “Cuando un pobre entierra a la mamá” o a Louis C.K. o a Garzón, que si estuviera vivo y los viera diría: “Amigo humorista: hágase bachiller” o “lea, para que hablemos”.