Cuando un colombiano humilde muere en el exterior.

Cuando un colombiano humilde muere en el exterior.

La familia quiere traer su cuerpo de Buenos Aires pero no tiene como.

Por: Fabio Andrés Olarte Artunduaga.
marzo 20, 2015
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Cuando un colombiano humilde muere en el exterior.

El 7 de marzo del 2015 es un día que, seguramente, los Flórez Velásquez nunca van a olvidar. Todo porque, cuando el calendario marcó esa fecha, la muerte apareció en escena y dejó un enorme vacío que, indudablemente, nunca se va a poder llenar en el seno de la humilde familia bogotana. Julián David, el segundo de cuatro hermanos, partió al encuentro con la eternidad sin importar que tenía toda una vida por delante y, para terminar de hacer más dolorosa la situación, la tragedia ocurrió a casi 6 mil kilómetros de distancia de su casa, en una ciudad repleta de tango, fútbol y oportunidades que Colombia no le pudo brindar: Buenos Aires, Argentina.

El calvario por el que han tenido que pasar los familiares de Flórez, para poder ver el cadáver de su ser querido por última vez, ha sido largo y parece interminable. Julián David había desembarcado en la ciudad de la furia hace dos años y siete meses, con el único sueño de estudiar medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA), meta que paradójicamente ahora iba a empezar a cumplir. Él, un muchacho que le había servido a nuestro país prestando el servicio militar en la Policía Nacional, también encontró el amor en esta expedición por tierras del sur. Isabel es el nombre de la mujer que cautivó la mirada de Julián y con quien él convivía en Argentina, una señorita que ha vivido en carne propia el dolor de saber que el cuerpo de su novio permanece en una morgue y que, por no ser una pareja establecida legalmente, no puede acceder a mucha información, en términos judiciales, acerca del caso de su compañero sentimental.

El Consulado de Colombia en Buenos Aires le ofreció a la familia de Julián David la posibilidad de repatriar sus cenizas a través del envío de las mismas en valijas diplomáticas. Algo que no es aceptado por los familiares del fallecido con mucha frecuencia. Muy pocos desean recibir a sus seres queridos convertidos en polvo. Por lo tanto, y como lo único positivo que queda de todo esto, les puedo hablar sobre la solidaridad que demostramos los colombianos radicados en la Argentina, y algunos en Colombia, que le ayudó enormemente a los Flórez Velásquez en este difícil momento. A través de donaciones, de personas que saben que hoy es por Julián y que mañana puede ser por ellos, se reunió una suma de dinero para poder pagar los gastos del flete fúnebre, aunque todavía falta un monto para cubrir todas las cuestiones que surgieron tras la desaparición de Julián. Nosotros, los de a pie, evidenciamos que juntos somos más eficaces que las instituciones que nos representan en el exterior.

Pero hay algo que me duele más que la misma muerte de Julián David y la espera que han tenido que soportar sus familiares: la injusticia. Y con esto hago referencia al hecho de ver cómo el gobierno colombiano reacciona ante unas y otras muerte de nuestros ciudadanos en el exterior. En el Museo Nacional del Bardo de Túnez, en medio de un atentado terrorista, 17 turistas perdieron la vida y, tristemente, dos de ellos eran colombianos. La esposa y el hijo del general (r) José Arturo Camelo, exdirector general de la Justicia Penal Militar, fueron los paisanos que por desgracia murieron en tierras africanas. Por supuesto, tan pronto se confirmó la noticia, fue la misma ministra de relaciones exteriores, María Ángela Holguín, quien se puso al frente del caso e incluso el presidente Santos lamentó la defunción de los familiares del militar a través de su cuenta en Twitter. De hecho, la repatriación de los cuerpos de los parientes del general debe ser un proceso que no va a tomar mucho tiempo, no como el de cualquier ciudadano común como casi todos los que leen esto a esta hora estando lejos de sus familias. Pero de Julián David, por ser pobre, no se acordó la canciller y nuestro presidente no debe saber al menos que el joven existía. No es justo que la muerte de unos sea una situación importante y la de otros un hecho que se ignora. En definitiva: la mayoría de los colombianos deberíamos tener prohibido morirnos en el exterior.

El cuerpo sin vida de Julián David Flórez Velásquez, por un tema de tiempos de la justicia argentina, aún no ha sido entregado a su hermana, Johana, quien debe viajar a Buenos Aires a realizar alguno trámites con los que, todos los que estamos al tanto del suceso, soñamos que se acabe la espera de una familia que lo único que anhela es darle una despedida digna al joven que hacía las veces de vendedor ambulante en la ciudad porteña para ganarse dignamente el dinero con el que podía mantenerse acá. A los colombianos que han ayudado y van a seguir colaborando, en casos como estos, los llevo en el alma y les agradezco sinceramente. A la familia de Julián David y al general les envío mis condolencias. Y a los altos funcionarios de nuestro gobierno les recuerdo que la muerte, inevitablemente, nos llega a todos y que cuando eso pasa no importa mucho la cantidad de ceros a la derecha que tiene el saldo de nuestra cuenta bancaria.

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#DESPIERTACOLOMBIA.

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