Simón Bolívar, en 1828 expresó: “En Colombia, impera la servidumbre del pueblo, siempre oprimido por los militares, clérigos, abogados y doctores y eso sucedería aún con la Constitución más democrática, porque depende de la poca educación y del arraigo de las costumbres. En Colombia hay una aristocracia de rango, de riqueza y de empleos, equivalente por sus pretensiones a la aristocracia de título y de nacimiento en Europa, pero considero que las leyes y la educación, podrían ir poco a poco estableciendo el equilibrio social”.
Hoy todo esta peor, porque impera la servidumbre de la politiquería, el clientelismo, la corrupción y la inmoralidad institucional, el todo vale, el fin justifica los medios y el cogobierno de poderes políticos y económicos, impuestos desde los centros de poder, del capitalismo salvaje.
La evidencia esta en los resultados socioeconómico-políticos e institucionales del ejercicio del poder público, a nivel municipal, departamental y nacional.
No hay voluntad política, ni responsabilidad social de los gobernantes, para ejercer la función pública para beneficiar a todos los ciudadanos. Lo único que prospera y prevalece en Colombia es la inequidad socioeconómica, la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la criminalidad y la segregación social.
De acuerdo con el discurso de campaña de cada gobernante toda la problemática socioeconómica y de seguridad, que agobia la precaria condición humana de las mayorías nacionales, folclóricamente será resuelta.
Sin embargo, durante más de 200 años de ejercicio de poder, el panorama nacional, es progresivamente más sombrío.
La pobreza y la miseria, el desempleo y la informalidad, la inseguridad y la violencia de todos los orígenes, las finanzas públicas y la inversión social son más precarias, mientras que la criminalidad, la impunidad y la corrupción se generalizan.
La corrupción y la anarquía institucional se catapultaron en las últimas tres décadas. Tal como se percibe la posición, actitud y soberbia de los dueños del poder económico y político; el actual gobierno, muy poco podrá lograr, a través de las reformas socioeconómicas e institucionales presentadas y que demanda con urgencia la nación.
El desgobierno es galopante en lo municipal, departamental y nacional, sin contar con que la corrupción y la impunidad se tornaron incontenibles.
La escueta realidad consiste en que sin profundas, radicales e integrales reformas institucionales y de toda la normatividad legal vigente, incluidas drásticas normas legales y procedimentales, para contener y erradicar la corrupción, el declive ético y moral del poder en Colombia alcanzará niveles de anarquía total.
La corrupción en Colombia alcanzó niveles apocalípticos. Penetró todas las instancias del poder y de la actividad pública y privada. Ejemplos hay a porrillo.
Encuestas e investigaciones señalan que empresarios-contratistas precisan que para acceder a contratación pública tenían y tienen que pagar coima. Resultados de encuestas: en 2008, el 54% tuvo que pagar coima; en 2010, el 56% ; en 2014, el 62%, y en 2015, el 94%.
Por su parte, investigaciones de entidades especializadas, realizadas en los últimos años, concluyeron que por corrupción en Colombia, el fisco público pierde anualmente más de $60 billones.
Hay ejemplos emblemáticos y de impresionante cinismo: Refinería de Cartagena: se robaron más de $13 billones, según Contraloría General, pero el pérfido ministro de Hacienda de la época señaló como responsable al subcontratista, la Chicago Bridge and Iron (CB&I). Hay muchos casos similares. Ruta del Sol 2, Odebrech-Luis Carlos Sarmiento Angulo. La mayoría de concesiones viales, etc.
Además, el refinado cinismo del expresidente J. M. Santos, sobre Reficar. Aseguró que el “pecado” con Reficar “fue iniciar ese proyecto sin haberlo planeado bien”, sin estudios y diseños, y añade: “Se pensaba que iba a costar US$ 3.000 o US$ 4.000 millones, y resultó costando más de US$8.000 millones. Pero [ojo con el pero] agregó: “no es que ese dinero se lo hayan robado [qué cinismo], porque hoy está la refinería funcionando muy bien [mentiras] y le está aportando al país”, precisó. (El Tiempo 03-05-2.016).
Eso mismo se evidencia con las concesiones viales 4G en toda Colombia. Las contrataron sin diseños previos y sin presupuesto real, similar al Metro-Bogotá, para que luego cobren como en Reficar y las concesiones viales. Similar ocurre en alcaldías y gobernaciones.
En el festín electoral en curso, ningún candidato, plantea nada concreto contra el cáncer de la corrupción, en la contratación pública. Los pocos que han dicho algo, lo hacen muy tangencialmente, con ánimo retórico, para no comprometerse y dejar las puertas abiertas a las posibles oportunidades.
Hay anarquía total en el poder público, y seguirá deteriorándose como consecuencia de los evidentes sesgos inocultables en la conformación de los equipos de gobierno, favorables al despilfarro, la coima y la concentración de la riqueza, por encima del interés general.
Los órganos de control, el gobierno, los políticos (politiqueros) y burócratas de carrera conocen las causas y en consecuencia deberían buscar solución integral al cáncer de la corrupción, la mediocridad y la politiquería. Solución sí hay.
La contratación pública es el ponqué de los corruptos, funcionarios y particulares.
Los órganos de control, saben que hay funcionarios y contratistas corruptos y corruptores, pero prefieren ignorar el hecho por conveniencia y que la impunidad institucional, los puede proteger.
Los órganos de control están convertidos en fortines de la politiquería y el clientelismo, manejados al antojo del populismo corrupto en el poder, por eso no hay solución.
El poder lo deben ejercer los mejores y no los más maleables, perversos, incapaces y mediocres.