Durante la pandemia, un común denominador fue el crecimiento de problemas relacionados con el encierro: la salud mental, la tasa de suicidios y la violencia intrafamiliar. Todos han tenido crecimiento, pero irregular: en algunos meses tiende a bajar, algunas localidades aumentan y disminuyen, salvo un caso especial: Ciudad Bolívar.
En esta localidad se vive una situación preocupante: desde que se tiene registro en la Secretaría de Seguridad (2010) nunca había existido un registro tan alto en violencia intrafamiliar al del pasado julio: 481 casos. Lastimosamente, no es un caso aislado: según esta misma fuente, lleva crecimiento sin parar desde mayo del año pasado. Como localidad de 650 mil habitantes, tiene la mayor cantidad de casos, por encima de Kennedy o Suba, la cual tiene el doble de población.
Lo más frustrante es que no podemos determinar con claridad cuántas son. Los casos que se conocen públicamente, son por denuncias, por lo que existe un subregistro alto de las mujeres que no han denunciado. De las denuncias, tampoco existe claridad: Mientras para 2022 el Observatorio Saludata indica 5.700 casos, la Secretaría de Seguridad señala 3.700 casos. Sin embargo, el comportamiento es el mismo independiente de la fuente: más de un año con un crecimiento sostenido mes a mes en violencia intrafamiliar.
Durante el mes de agosto, barrios como San Rafael, Compartir y Madelena han aumentado en más de un 700%. Este es sólo un ejemplo, pero es muy útil para priorizar algunos barrios en donde el fenómeno ha crecido exponencialmente.
Cuesta pensar este crecimiento ante la gran posibilidad de tener una respuesta institucional: La Alcaldía en octubre de 2020 inauguró la manzana del cuidado de Ciudad Bolívar, y en abril del año 2021 en el funcionamiento de la Ruta de Atención Integral, que compone Casa de Justicia y en ella distintas entidades para buscar garantizar la atención.
Lastimosamente, como demuestran las cifras, estos esfuerzos no impiden el crecimiento en denuncias de este delito. Esto se puede deber a ciertas particularidades:
- La mayor cantidad de denuncias se realizan los domingos y lunes en la madrugada, en donde los canales de atención son precarios y el acompañamiento es limitado.
- La mayoría de casos albergan mujeres agredidas por sus parejas. Sin embargo también se presentan amplia cantidad de casos en los que hijos agreden a sus propias madres.
- Se abrieron muchas rutas de atención, pero como se evidencia, son edificios y no son tomas a la comunidad, a los barrios que es donde suceden estos casos.
- Tampoco hay medición de la cultura de denuncia, por lo cual no conocemos la tasa de revictimización de mujeres que efectivamente sufren este delito.
Esta situación es insostenible. Ciudad Bolívar y sus mujeres no puede seguir perdiendo oportunidades por cuenta de la violencia desmedida.
A principios del siglo pasado, se le llamó generación perdida a los contemporáneos que vivieron su adultez joven durante la primera guerra mundial. Se les llamó así a dichas personas debido a su actitud errante, desplazada de su hogar y sin apoyo tras la guerra. No hagamos de las mujeres de Ciudad Bolívar otra generación perdida por cuenta de la pandemia, pero más aún, por cuenta de la inacción de las instituciones que tienen que reaccionar.