En octubre del 2022, hace exactamente un año, según las autoridades de la ciudad de Murcia ordenaron el cierre administrativo del establecimiento. La noticia le cayó como un baldado de agua fría al dueño del local, Juan Esteban Ramírez, un manizalita que había llegado a España hacía más de una década y que había conseguido que buena parte de los inmigrantes latinoamericanos que viven en esa ciudad tomaran su lugar de parche y jolgorio. Para recordar la estética del eje cafetero, de las tiendas que están desperdigadas por esas montañas. Por eso le puso de nombre algo tan colombiano como Fonda Milagros. Todo es como una fonda, con su estética bien cafetera, su aroma de café, su aguardiente y el sabor de la tierra presente. Ramírez afirma que en su vida le llegó notificación alguna. No era momento para detenerse.
La lógica que usó el manizalita es la misma que puede tener el dueño de un local en cualquier parte del mundo, esperar que sea la policía misma la que tome la decisión de cerrar. Juan Esteban vio con sus ojos como su propio mundo se derrumbó en unos cuantos minutos. Aún no se conocen los detalles de cómo empezó el incendio, lo que sí se sabe es que este arrancó a las seis de la mañana y que en este lugar apenas estaban unas 150 personas debido a la hora. Esto evitó que la tragedia aún pudiera ser peor. El fuego se extendió a otros locales como el Teatre, una de las discotecas vecinas.
El colombiano dueño del local afirma que la señal de emergencia que pudo salvar tantas otras vidas sólo duró encendida unos treinta segundos. El techo del lugar se desplomó rápidamente y la velocidad con la que se propagó el fuego fue determinante para quedar sin reacción. Según le contó a Blu Radio el manizalita hizo lo siguiente: Todo fue tan rápido. La discoteca tenía dos pisos, cuando me di cuenta, comencé a evacuar a la gente y corte la música. Ayudé a salir a personas que estaban en pánico, fui hasta la puerta y volví a entrar. En ese momento, me encontraba en la parte de abajo cuando fue la energía y no tenía visibilidad, tomé la decisión de volver a salir y me tropecé con diferentes cosas. Si estaba 30 segundos más, era imposible”.
Una de las peores tragedias de estas proporciones en discoteca fue en la discoteca Cromañón en el sector del Once en Buenos Aires. El uso de bengalas dentro de la edificación fue determinante para que se propagara el fuego y matara a 196 muchachos. El dueño del local, el mítico empresario de conciertos Omar Chabán, murió en prisión.
Los mensajes que se encontraron en los celulares de los padres de familia o personas queridas como el papá que al despertar se encontró con el mensaje de su hija despidiéndose, diciendo que iban a morir. En el local se celebraba una fiesta de cumpleaños de una joven nicaragüense. Cuando se desplomó el techo todo quedó destruido y el terreno en el que estaba se convirtió en un laberinto.