Una noticia boteriana

Una noticia boteriana

El Botero que recuerdo es ese, el costumbrista y pueblerino. “Morir, nos morimos todos, pero no poder pintar, eso es más grave”. Adiós, Maestro y eternas gracias

Por: Carmelo Antonio Rodríguez Payares
octubre 04, 2023
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Una noticia boteriana

Cada vez que Fernando Vera Ángel, a la sazón director del Radioperiódico Clarín, conseguía una primicia en el quehacer de la política local, o una chiva noticiosa de cualquier índole, siempre la presentaba con una frase que con el paso de los días, de las costumbres y de las emisiones, se convirtió en algo así como un guiño para que los oyentes le pusieran la mayor de las atenciones que a cualquier otra información: “Atención, les tenemos una noticia boteriana”, decía nuestro amigo de lentes y nariz inconfundibles por las ondas hertzianas de la emisora Claridad de Todelar, cuyos escuchas por antonomasia eran sus amigos los políticos antioqueños.-

                  Vera Ángel se las traía en el manejo de esas cosas porque se movía en ese extraño mundo intelectual, y estaba seguro de que su amplia audiencia no necesitaba explicación alguna, y menos que fuera conocedora del intrincado universo de las artes y las letras.- El que no sepa quién es Botero no merece ser oyente de este noticiero, me decía yo mismo cada vez que le escuchaba lanzar su expresión y la verdad es que pronto hizo carrera la dichosa frase, incluso cuando los tiempos comenzaron a dejar atrás lo que antes era novedoso: conseguir una “chiva” en este inmenso océano de las redes, ya no da para que lo condecoren a uno y ni siquiera para ganarse un aplauso al término de una emisión radial.-

                  Pero antes de llegar a saber a fondo quién fue ese pintor antioqueño, cuyos funerales se parecen mucho a los narrados por su rival de patio, es decir a los de la Mamá Grande, hay un episodio que me parece justo sacarlo a la luz en este sábado antes de que lleguen las noticias de octubre.-  

Aconteció que por los días del mes de julio de 1986, se empezó a correr la bola de que un tal Fernando Botero Angulo tenía la ventolera de exponer en un sitio público de Medellín una de sus tantas obras, y justo me sirvió como tarea para la clase de Redacción que nos dictaba en la Universidad de Antioquia la profesora Ana María Cano Posada, y como en aquellos tiempos no estaba tan a la mano –por no decir que no existía el internet – me di a la tarea de averiguar de qué se trataba todo aquel barullo.- Y fue así que me enteré que desde los talleres que tenía el pintor en la ciudad de Pietra Santa, en Italia, estaba por “nacer” una de aquellas esculturas por las que nadie apostaba un peso que se iría a convertir en el punto de referencia que es hoy.-

Acertó el que dijo que era la “Gorda”, esa monumental escultura que pesa 1.250 kilos, que tiene una altura de 2.48 metros desde la base, y un diámetro de 1,80 metros, instalada en el Parque de Berrío en pleno corazón de la ciudad de Medellín, y que además tiene dos hermanas gemelas que fueron a parar a la ciudad de los Ángeles y a Palm Beach en los Estados Unidos, pero que en realidad su nombre artístico es Torso de Mujer con el cual a nadie pudieron convencer, porque desde que está allí a todos nos sirvió para citarnos justo al lado de la gordadebotero, así pegado.-

Como he carecido, desde muy niño, de imaginación, recuerdo que titulé aquel trabajo con algo parecido a “Desde Italia viene un barco cargado con una gorda”, en alusión a un mensaje publicitario que ya era tradicional y que corría de boca en boca.- Era sencilla la razón, puesto que nos enteramos que después de haber sido esculpida en Pietra Santa, esa monumental obra pasó por un puerto francés, luego le fue encomendada al personal de la extinguida Flota Mercante Gran Colombiana para que atravesara el Atlántico hasta llegar a la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, y luego la dejaron a las buenas manos del conductor de un carro de Transportes Botero, el cual fue vigilado en todo el recorrido por varias patrullas de la Policía Nacional, hasta tocar las tierras antioqueñas.-

A nadie, creo yo, le llegó invitación, pero como en esta ciudad cuando hay un tumulto la gente pregunta ¿qué estarán dando? y no se trataba de eso, sino que ese lunes muy a las ocho de la mañana y con la presencia del autor de la criatura, cientos de parroquianos, incluido el que esto escribe, nos dimos a la tarea de mirar hasta el último detalle para asegurar que lo iniciado en Italia concluyera en buenos términos en nuestro país, porque además nos serviría para meternos en el escenario de las naciones desarrolladas por el hecho de tenerla entre nosotros.- Todo eso ocurrió el lunes 15 de septiembre de 1986.-

Ella sigue allí, dándole la espalda al edificio del Banco de la República, cuyos administradores anunciaron su pronto desalojo de esa zona.- Pero si uno camina un poco más, hasta llegar al Parque San Antonio, se dará de nariz con boca con el testimonio de la mayor brutalidad que haya podido cometer un ser humano, si es que así se puede llamar a una persona que se le ocurrió llenar de dinamita el cuerpo de la escultura allí expuesta, conocida como El Pájaro y con ello llevarse de tajo la vida de 23 inocentes personas que la noche del viernes 10 de junio de 1995 se habían dado cita para divertirse.-

         Concluidas las fastuosas ceremonias religiosas que se dieron en Bogotá y en Medellín, los restos mortales del Maestro Fernando Botero Angulo descansarán al otro lado del mar, junto a la mujer que lo acompañó los últimos cuarenta años, Sophia Vari, pero antes de irse nos dejó una gran lección de gratitud y de generosidad, no solo con Medellín en donde se pueden apreciar sus esculturas al aire libre en un espacio cada vez más abandonado por las manos oficiales, pero también el que sin hacer estruendos innecesarios, le asignó los recursos a un desconocido estudiante que gracias a esa ayuda pudo alcanzar la meta de convertirse en artista.-

El Botero que recuerdo es ese, el costumbrista, el realista y pueblerino; el que pintó a la familia, a un alcalde, a sus curas con sus monjas y a los gatos con bigotes y sin ellos; a los toreros que tanto admiró, a las rameras, concubinas y otras mujeres más y que antes de partir a la eternidad nos dejó una frase digna de enmarcarla y hacer de ella un cuadro “boteriano”: “Morir, nos morimos todos, pero no poder pintar, eso es más grave”.- Adiós, Maestro, y eternas gracias.-

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