Sin ánimo de polemizar voy a escribir unas palabras que seguramente van a incomodar a quienes no les gusta la política; sin embargo, me atrevo a pedirles el favor que se llenen de paciencia para leer este llamado de urgencia prioritario.
Es hora de que dejemos a un lado la indiferencia y de pensar que esto no es con nosotros. Sé que todos estamos cansados de la corrupción y la violencia y de sentirnos impotentes al ver que nada cambia, pero la realidad es que la extrema izquierda comunista de línea habanera está a un paso de lograr su cometido de implantar un régimen comunista en nuestro país.
Esto no es sobre Uribe, ni el Centro Democrático, ni la extrema derecha, esto es sobre cada uno de nosotros, de nuestras familias y de nuestro futuro. ¡Nuestra democracia está agonizando! Nunca antes Colombia había estado en tanto peligro de terminar como Cuba, Nicaragua o Venezuela, Chile, Perú, Bolivia y para nuestro infortunio, la pandemia ha sido la cereza del pastel que necesitaban para alcanzar su objetivo.
Con nuestra apatía e indiferencia le hemos dado vía libre personajes siniestros y poderosos de todos los ámbitos de nuestro país para que avancen a pasos agigantados en sus oscuros propósitos contra nuestra nación.
Yo, como un simple colombiano, pero inmensamente agradecido de haber nacido en un país libre, no me puedo quedar de brazos cruzados. No soy nadie, no tengo ningún tipo de poder o influencia, pero afortunadamente todavía tengo algo muy valioso: la libertad de expresión. Estoy convencido de que la unión hace la fuerza; solo necesitamos vencer la apatía y unirnos para ayudar a salvar a nuestro país de un futuro que estoy seguro no queremos para nuestros hijos y nietos.
Tristemente, a veces en la vida solo hay dos bandos y obligatoriamente hay que tomar partido, así sea en contra de nuestra total voluntad. El mal no descansa y se aprovecha de la bondad y del pacifismo de las personas éticas y de buen corazón. Yo no quiero cargar en mi conciencia con la culpa, la vergüenza y el dolor de no haber hecho lo que podía hacer por mi familia y mi país.
Despertemos, hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para salvar a nuestro país. Las redes sociales son un arma más poderosa que los medios de transmisión parcializados al servicio de unos cuantos. Levantemos nuestras voces de protesta de todas las maneras posibles y salgamos a votar por quienes garanticen a Colombia libertad y progreso.
Yo amo a Colombia a pesar de todas sus imperfecciones y por eso espero que los que la amamos y que no quisiéramos verla retroceder, pondremos nuestro bulto de arena, amigos y sobre todo a los abstencionistas. En Perú y en Chile perdieron el país por no ir a votar el 50 % de electores y hoy lo lamentan con lágrimas. En juego está el futuro de nuestra nación, de nuestras familias y nuestras libertades... los que aborrecen a Dios también aborrecen al pueblo... oremos juntos. La oración de las masas es la más poderosa de las armas contra este tipo de delincuentes.