¡De la corrupción electoral!
«La compra de votos y de la trashumancia»
¿Qué es el fraude electoral?
¿Cuál es su naturaleza?
¿Cuáles son sus causas y consecuencias?
Estas son preguntas, para las cuales pareciera, que no se encuentran respuestas.
Pero, si ahondamos en el tema, contamos con muchas respuestas, a pesar de que, las acusaciones, de que un determinado partido o candidato, gana una elección debido al fraude, traten de ser borradas.
Las consecuencias de este delito, en nuestro país, recién están haciendo eco en las autoridades que les compete investigar y sancionar.
Si, a modo de aproximación inicial, se define al -fraude electoral- como el recurso a acciones clandestinas para alterar los resultados electorales, quedan claras las razones, por las cuales los estudios académicos sobre el tema no abundan.
Nadie que haya adulterado las urnas querrá dejar un rastro de pruebas incriminatorias.
Pero, las huellas del delito salen a la luz (no hay delito perfecto, para una autoridad proba) en cualquier momento, ya sea porque; no le cumplieron con lo prometido, a los también implicados en el chachullo electoral o por cualquiera otra razón, muy conocidas en estas conductas, las pruebas, han de salir a la luz.
Es tangible que -algunos- políticos solo buscan apropiarse o seguir teniendo el -control del cajón- y, apuestan el todo por el todo, para ganar, es por eso que, con cara ganan, pero, con sello también y, el -único- propósito de estos -apostadores electorales- es seguir esquilmando las finanzas estatales y taparle al saliente, sus -fechorías- o los llamados «elefantes blancos»
"yo te tapo, tú me tapas" parece ser la frase que los une.
Así mismo, el fraude que se había constituido, en un difícil objeto de estudio para los acuciosos del tema, ya que las fuentes más copiosas para acometer la tarea, ya sea de testimonios o denuncias, de las diferentes formas de los -chanchullos electorales- no eran "objetivas" y eran escasas, por el mismo fenómeno de la compra y venta de conciencias.
No obstante, en la anterior contienda electoral, para elegir al presidente de la República, fue el mismo pueblo que cuidó su voto, haciéndoles difícil la tarea a los -corruptos electorales-
Pero esos obstáculos no son insuperables; de hecho, Colombia ha sido testigo de un -buen relato- una excongresista, descubierta en este accionar, decidió dejar al desnudo a los grupos políticos de la Costa Atlántica experta en esta clase de delitos.
Otra, de las formas de fraude comienza cuando, desde un municipio aledaño se trasladan los votantes foráneos a otro Municipio.
¿Si en el número de inscritos supera la base de datos que poseen las Registradurías, no es esta una señal de alarma, para intervenir anticipadamente esas entidades?
¿Se da por aceptada la trashumancia, cuando no se denuncia, el aumento de los inscriptos ante diferentes registradurías?
¿Por qué alguno o algunos candidatos que "al parecer" no están implicados en ese hecho delincuencial no denuncian?
Reconocida, la existencia del hecho de la compra de votos, se hace imperante, no solo hacer declaraciones «insípidas» por parte del registrador nacional o por el defensor del Pueblo, que las únicas acciones es mostrarse en los medios de comunicación, sin ofrecer soluciones.
¿Debemos entonces suponer que el fraude es empíricamente inextricable?
Si los votantes toman conciencia de que su dignidad no tiene precio, y que el valor miserable, que le ofrece el "político" es pan para hoy y, hambre de hospitales, de vías, escuelas y, todas las necesidades básicas que debe ofrecer el Estado, durante el gobierno del "usurpador" del poder, entonces es «conciencia» la llamada a combatir este flagelo.