Los primeros que usaron las palomas para enviar mensajes fueron los antiguos griegos. Dicen que Gengis Khan y sus tropas aprendieron a domesticarlas. Anibal también. En Colombia llegaron sólo hasta comienzos del siglo XX. Las trajo el ejército para comunicarse entre batallones. Ya no llevan mensajes. Las palomas, que antiguamente eran mensajeras, ahora son de carreras. Existen tres tipos de carreras para las palomas, las de fondo, gran fondo y velocidad.
Uno de los últimos colombófilos –nombre que reciben los que llegan a entrenar palomas- del país se llama Guillermo Gutiérrez Medina. Arrancó en 1957, cuando tenía 10 años y hoy, a los 75, este jubilado del Banco de la república tiene 200 palomas. Ha sido campeón 100 veces y tiene la disciplina y la paciencia necesaria como para entrenar a este batallón de aves. Lo que debe hacer es llevar a sus pichones al combódromo- En Bogotá existe uno en la autopista norte con calle 227- y los va soltando poco a poco, en distancias que van hasta 150 metros. En este país ha habido palomas que han recorrido hasta 1.200 kilómetros en un solo día esa es la distancia que hay desde Santa Marta hasta Bogotá.
Sin embargo, en el trayecto de una paloma mensajera podría pasar cualquier cosa. Desde aves de presa hasta cazadores. Una vez a Don Guillermo le llegó un ave ocho años después de haber salido de su lugar de origen. Llegó sin alas. Alguien se las había quitado.
Ignacio Sáenz de Santamaría, en los años veinte, creó el primer club de colombófilos del país. En este país hay clubes en Medellín, Manizales, Armenia, Pereira, Cali y Bogotá.
Nosotros fuimos a Tenjo y estuvimos con Don Guillermo. Quedamos impresionados con la vitalidad y las ganas que tiene de seguir en uno de los universos más extraños y legendarios del mundo: el arte de criar palomas:
