Lo democrático, la Democracia, y la oposición
Opinión

Lo democrático, la Democracia, y la oposición

Nuestra ‘Democracia’ está tan descuadernada que la oposición, sin ánimo constructivo hasta llega a tener –como pasa con algunos actores- un propósito antidemocrático

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agosto 30, 2023
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Es bastante claro lo que significa el concepto ‘democrático’ cuando se usa como adjetivo. Se asocia con un propósito de inclusión, distribución, de participación y de equidad. Por eso nadie se opone a la propuesta de volver nuestras instituciones lo más democráticas posible.

Algo diferente sucede cuando se habla de “Democracia” para referirse a un sistema o modelo de organización del Estado. No se da tanta claridad y menos unanimidad al respecto.

Que uno elige la Democracia no quiere decir que comparte el propósito de mejor distribución, mas participación y mayor equidad, sino que defiende las estructuras de pesos y contrapesos, de división de poderes, del Estado sometido a un régimen de Derecho, de elecciones para escoger a los responsables del manejo de la cosa pública, etc.

Es decir son unas ‘reglas del juego’ que no solo están lejos de ser el famoso ‘fin de la historia’  como modelo perfecto de régimen político, sino que están lejos de cumplir el objetivo de organizar una sociedad alrededor de ese concepto de democrático.

Cuando dicen que la Democracia existe desde Grecia se omite que no tenía ninguna de las actuales estructuras, que era una sociedad esclavista, y que se aplicaba solo a quienes tenían la calidad de varones atenienses muy lejos de la universalidad de derecho de participación que se reivindica hoy; el mismo modelo emblemático de los Estados Unidos vivió la esclavitud y la segregación cuando ya se proclamaba ‘modelo de Democracia’ y apenas comenzaban luchas como la de las sufragistas o los derechos civiles;  hoy se reconoce que ese modelo de ‘Democracia’ ha cumplido su ciclo y que del modelo no queda sino un culto fetichista (según Varieties of Democracies V-Dem, solo el 10 % de los países que así se presentan son ‘verdaderas Democracias’).


El modelo de ‘Democracia’ ha cumplido su ciclo y de él no queda sino un culto fetichista


Pero una de las distorsiones grandes que deja o que lo caracterizó es la evolución de este sistema alrededor del derecho a gobernar por quienes formaban las mayorías y el tratamiento dado a la oposición que constituían las minorías. Pasó de los gobiernos que perseguían a la oposición excluyéndola y buscando acabarla, a las que la cooptaban dándoles participación para desaparecerla o ‘comprarla’, a los que les reconocen una función de presentarse como alternativa y acompañan constructivamente a los gobernantes ejerciendo una forma de control.

Sin embargo, en otra forma de fetichismo alrededor de las palabras hay quienes han olvidado o no comprenden que esa función de la ‘oposición’ no es dedicarse a oponerse a los programas de un gobierno, sin razones y por el mero prurito de obstaculizarlos.

Nuestra ‘Democracia’ está tan descuadernada (como decía un expresidente) que la forma de oposición que se está ejerciendo es sin ningún ánimo constructivo ni favorecedor para la convivencia. Incluso llega a tener – como sucede ahora con algunos actores- un propósito antidemocrático, en la medida que lo que se busca es impedir que funcione el gobierno, y no hay interés ni se debate sobre si se distribuyen mejor las oportunidades, si participen más ciudadanos y toman parte más efectivamente en las decisiones, y si logramos una sociedad más justa y más ecológicamente consciente, como lo intenta el Gobierno.

Lo que no está sucediendo es que los partidos políticos cumplen con su razón de ser construyendo propuestas alternativas a las del gobierno para ofrecerlas a los votantes. Y lo que sí sucede es que los órganos de control están más interesados en reafirmar sus convicciones y hacer protagonismo político que en ejercer sus funciones dentro del marco constitucional que las delimita.

Nada se saca con impedir que un gobernante gobierne si no es proponiendo alguna alternativa. Y nada se avanza oponiéndose al cambio mediante el ataque a la persona de quien lo propone. La forma de oposición que se adelanta desvirtúa que lo que busque sea un mejor ordenamiento de la sociedad y confirma que lo único que interesa es el mantener el statu quo existente.

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