Hace años, todo Colombia se preocupaba por la excandidata del partido Verde Oxígeno. No solo era una mujer que estaba secuestrada por la guerrilla de las FARC, sino que además se había convertido en un símbolo de resistencia nacional. Incluso Shakira llegó a dedicarle unas palabras en una presentación en Rock In Río que está disponible en YouTube. Pero las críticas a Ingrid Betancourt no se hicieron esperar.
Cuando Ingrid salió de la selva comenzaron a aparecer declaraciones que sugerían que Betancourt podría no haber sido una buena compañera en sus días de cautiverio. El momento más escandaloso ocurrió en el año 2009, cuando tres contratistas estadounidenses, que habían estado retenidos con ella, publicaron un libro llamado ‘Después del cautiverio’… que no la dejó muy bien parada.
En la obra escrita por Marc Gonsalves, Thomas Howes y Keith Stantell, se contaba que no solo era una persona egocéntrica que trataba mal a los otros cautivos robando comida, ocultando libros y hasta acusando a algunos de ellos de ser integrantes de la CIA. Él último de ellos llegó a reconocer la guerrilla de las FARC los había tratado mucho mejor que ella. Los autores estaban asesorando al gobierno norteamericano en la erradicación de los cultivos de coca cuando fueron capturados, pocos meses más tarde tendrían la mala fortuna de coincidir con Ingrid en un campamento.
Howes llegó a contar en entrevista con La FM que a ella le gustaba controlar y manipular, que quería tener la última palabra respecto a lo referente a la organización y que habría llegado al atrevimiento de decir que ya no había lugar para más gente, que se tenían que llevar a los secuestrados estadounidenses para otro lado. En la misma llamada la definió como una persona que solo piensa en ella misma.
Cuando salió la publicación, el único que la defendió fue Gonsalves, quien habría sostenido una relación con ella en cautiverio. Betancourt lo confirmará posteriormente en una entrevista con la presentadora estadounidense Oprah Winphrey y en su propio libro llamado ‘No hay silencio que no termine’.
En ese momento ella estaba casada con Juan Carlos Lecompte, meses más tarde el país no entendería por qué al reencontrarse con su marido ni siquiera sería capaz de saludarlo de forma cálida.
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