Colombia no puede perder, del todo, su instinto de conservación.
La historia es aterradora:
Dentro de la estrategia de milicianización de Petro está el plan de legalizar, multiplicar y armar a sus Primeras Líneas, llevándolas a 100.000 miembros, pagados con dineros de nosotros -los que pagamos impuestos-, poniéndoles por ahí derecho un carné oficial en el bolsillo.
El día en que eso ocurra, estaremos perdidos.
El argumento de Petro es tan indigno como inmoral:
“Vamos a pagarles a los jóvenes para que no maten”.
Inmoral, porque una sociedad moral paga por trabajar, por producir riquezas, por agregar valor. Por agregar distintos tipos de valores. Valores materiales y valores inmateriales. Valores económicos y valores del alma. Valores espirituales y valores ambientales. Óigase bien: Nunca, por no matar.
Y mentiroso. Profundamente mentiroso. Porque Petro no les va a pagar para no matar sino para todo lo contrario. Para reprimir, matonear y matar.
Las milicias no se arman para no matar sino para matar y para amenazar con matar. Que al final viene siendo lo mismo. Tanto matar, como amenazar con matar, sirven para meterle miedo a la sociedad. Para someterla por miedo.
Si no me creen, recomiendo que estudien con bastante cuidado lo que pasó y sigue pasando con los “colectivos” que armó Chávez en Venezuela. Y si sigue sin creer en lo que digo, vayan y pregúntenles a las comunidades indígenas, afros y mestizas del Cauca lo que les está pasando con las “Guardias Indígenas” -milicias- que armaron entre el Cric, las Farc y todo tipo de organizaciones criminales. Y si sigue sin creerme, vayan y averigüen bien lo que están padeciendo las comunidades de Caquetá, Putumayo, Guainía y Meta por cuenta de las “Guardias Campesinas” -milicias también- por cuenta de las tiranías regionales que ha venido montando las Farc de Iván Mordisco. Y si aún no me creen, podría seguir y seguir dando ejemplos.
Por eso insistimos tanto en que nuestro país no puede perder su instinto de conservación. Nuestro instinto de conservación viene adormilado desde hace años, pero no está muerto. Tenemos que despertarlo.
El instinto de conservación de una sociedad democrática es el civismo. No nos basta con ser ciudadanos de cédula. Debemos dar el paso de hacernos ciudadanos cívicos.
Las milicias no se arman para no matar sino para matar y para amenazar con matar. Tanto matar, como amenazar con matar, sirven para meterle miedo a la sociedad. Para someterla por miedo
Las milicias no se arman para no matar sino para matar y para amenazar con matar. Que al final viene siendo lo mismo. Tanto matar, como amenazar con matar, sirven para meterle miedo a la sociedad. Para someterla por miedo
No nos basta criticar las milicias de Petro. Por sobre todo, es preciso enfrentarlas. No podemos permitir que derroten a la sociedad a través de su estrategia de miedo.
Hay que pasar del dicho al Hecho. El lenguaje de lo cívico deben ser los Hechos. Sí. Así como en el cristianismo. Si nuestra sociedad cívica pierde su capacidad de generar Hechos, estaremos condenados a convertirnos en los deshechos que dejarán tirados en el camino los milicianos.
La creación de 100.000 milicianos con nuestro dinero y con carnés oficiales no es una política pública presidencial. Es una política presidencial criminal.
La milicianización no es una opción ideológica del presidente. Es una decisión criminal del presidente.
Por eso el Movimiento Cívico presentará denuncias y demandas contra el presidente y contra sus abusos del cargo. Acudiremos a todos los recursos que nos permite el Estado de Derecho para defender a nuestra democracia, de la tiranía, y a nuestra sociedad, de los tiranos.
No basta criticar y llorar, tomando tinto.
Vamos por una Colombia Cívica de Hechos.