Oskar Kokoschka y Alma Mahler, libre, voluptuosa, genial, a quien enamoró y cuando lo dejó la cambio por una muñeca idéntica
Pintor, poeta, escritor, ensayista y dramaturgo, Oskar Kokoschka (1886–1980) comenzó su carrera en la Viena de principios del siglo XX, al igual que Gustav Klimt (1862–1918) y Egon Schiele (1890–1918). Sus primeras obras escandalizaron tanto al público como a la crítica, que enseguida le calificó como “el gran salvaje” (Oberwildling). Su rica trayectoria personal y artística abarca la mayor parte del siglo XX, estando estrechamente ligada a los acontecimientos históricos de su tiempo.
A lo largo de su vida, su afán de independencia le mantuvo al margen de cualquier movimiento artístico. En ese sentido, el único adjetivo que Kokoschka aceptó para sí mismo fue el de expresionista: “Soy un expresionista porque no sé hacer otra cosa que expresar la vida”. Este compromiso con su arte se refleja en cada una de sus obras y convierte al pintor en testigo fundamental de su época y de las transformaciones que en ella se desarrollaron.
La novia del viento, 1913
El radicalismo de sus comienzos le llevó a ser blanco de los nazis, que le señalaron como representante del “arte degenerado”. Debido a la lucha contra el fascismo que mantuvo a través de sus obras, llegó a ser en una figura influyente en la reconciliación europea tras la Segunda Guerra Mundial y participó activamente en la reconstrucción cultural de un continente devastado.”
Con esta introducción comienza la exposición de Oskar Kokoshka en el museo Guggenheim en Bilbao que recorre su vida y su difícil obra. La exposición tiene como titulo: “Oscar Kokoshka. El rebelde de Viena. Que significa mucho cuando uno se trata de un ser que vivió “en la Babilonia” de Viena a comienzos del siglo XX.
El nació de una familia de orfebres en la ribera del Danubio en el Imperio Astro Húngaro. Y le tocó vivir, como a nosotros con la tecnología, la revolución industrial.
Mujer en azul, 1919
Oskar Kokoska fue un ser humano incómodo para su tiempo. Quería expresar sentimientos no imágenes de belleza de Gustav Klimt con su bella “Golden Lady” (Mujer de Oro). Él quería, como su temperamento, expresarse irascible y tremendo reaccionar al optimismo y pintar un otro mundo. Distinto y difícil.
Que comenzó cuando se enamoró de la mujer de todos: Alma Mahler. Todo duró 4 años. Una mujer que vivió al lado de seres únicos en una época donde nada conjugaba con su rol de las convenciones sociales. Fue libre, voluptuosa, atrevida y genial.
Era música y estuvo casi siempre al lado de compositores. Al morir su marido, Alma Mahaler se fue a vivir con Kokoshska que la amó con su misma locura. Ella lo dejó por quien fue el amor de su vida el arquitecto alemán Walter Gropius.
Pero, su vida fue la misma. Tanto que mandó a hacer una muñeca con las mismas especificaciones de Alma Mahaler. El la remplazó esa muñeca que realizó Hermine Hoos en 1919 con quien convivió muchos años como si fuera un ser humano.
La muñeca idéntica a Alma Mahle, realizadaa por Hermine Hoos, 1919
La exposición muestra este polifacético personaje dentro de sus mundos: 1. El un fatant Tierrible de Viena mientras vivió en Viena 1916 hasta 1923. Su segunda etapa: viajes y paisajes en Paris desde 1923 hasta 1934. Ya en la Segunda Guerra Mundial y muy cercano a los pintores alemanes vivió la resistencia en Praga del 1934 al 1938 y el exilio en Inglaterra de 1938 a 1946.
Kokoshka murió solo en Suiza a los 93 años en febrero de 1980 de un aneurisma.