El concierto de Natalia Lafourcade en Bogotá evidenció cómo el reggaetón –con el paso de los años– fue reemplazando dentro de las radios a lo que conocíamos como pop latino. Y cómo los únicos artistas que sí han podido tener hits de pop, son los que se dedican a los sonidos urbanos: Yatra, Camilo, Turizo, etcétera. Un fenómeno que dejó a referentes clásicos del género ante un gran dilema: ¿ser o no ser? ¿Ser artista urbano perreador o pagar el precio de buscar nuevos horizontes? Algunos como Alejandro Sanz lo intentaron, pero no siempre con buenos resultados.
Natalia Lafourcade lo tuvo claro: con público masivo o sin él, siempre iba a ser ella. Por suerte, la gente la acompañó y todavía puede llenar estadios, coliseos y teatros en todo el continente.
Mientras que muchos artistas urbanos que dominan los espacios de difusión tienen que regalar entradas o presentarse en festivales para poder cantarle a su público; Natalia, sin siquiera pretenderlo, evidenció que la escena actual del pop latinoamericano (pop urbano y reggaetón incluidos) tiene mucho de mentira y apariencia. Pero no mencionaré a estos artistas, porque la tiranía de la industria –que no es más que la misma tiranía de la promoción del arte contemporáneo– tampoco es su culpa.
Y entonces… ¿cómo fue que Lafourcade se convirtió en un ícono de la música latinoamericana?
Desde su disco homónimo (2002) –en el que se percibían influencias de pop, rock e incluso bossanova– la intérprete de clásicos como “En el 2000” o “Te quiero dar” ya sobresalía entre otras figuras femeninas que hoy en día han quedado en el olvido. El suyo era un álbum que llegaba en un momento en que el pop de época (Thalía, Paulina Rubio, etcétera) comenzaba a sentirse sobreproducido y demasiado estereotipado, así que esta nueva propuesta daba la impresión de tener un vestido más honesto. “Amarte duele”, composición de esa época, funciona como el mejor ejemplo. Además, este pop sentaba una posición, hacía críticas profundas. Así fuera desde la sutileza: “El planeta, gira y gira a la derecha”.
A lo largo de su trayectoria hizo discos sola y con bandas, como La Forquetina o Los Macorinos (última agrupación que acompañó a Chavela Vargas). Los hizo con composiciones propias o ajenas. También interpretó canciones de ranchera (“Mexicana hermosa”), bolero (“Alma Mía”), reggae (la versión alternativa de “Lo que construimos”), alguno que otro vals (“Tus ojitos”, popularizada por Los Visconti, pero con otra letra) y un sinfín de estilos más (“Hasta la raíz”, por ejemplo, fue producida por el argentino Cachorro López y en la canción se perciben elementos tanto del folclore mexicano como del argentino). Recordándonos que la música no tiene barreras, solo la ignorancia humana las tiene y convirtiéndose en un vehículo para los sentimientos, las preocupaciones y las necesidades muchas mujeres.
Hasta reveló experiencias personales que pueden haber sido útiles para sus compañeras, como la vez que contó que uno de sus exnovios le dijo que nunca iba a poder grabar un álbum sola. No sólo pudo hacerlo, sino que se transformó en una de las figuras más influyentes de todo el continente. Me atrevería a decir, que si no viviéramos en tiempos donde la industria musical castiga tanto la innovación y todo intento de transgresión parece ahogarse en videos de 30 segundos en TikTok, ella sería una de las máximas representantes femeninas a escala mundial. Hasta por encima de las estrellas del reggaetón, quizás por encima de Karol G. Mujer que probablemente también la tenga entre sus influencias.
Natalia Lafourcade nos demostró que divas pueden ser Madonna, Shakira o Lady Gaga; pero también Alanis Morissette, Norah Jones o Juan Gabriel (recordemos que lo llamaban El divo de Juárez) y, sin darse cuenta, se puso ella misma en el centro. Si bien es cierto que fue Natalia quien eligió su propio camino y no repetir la fórmula de su mayor éxito (el álbum Hasta la raíz), para explorar otro tipo de canciones y rendir homenaje a artistas que admira, también lo es que logró que su éxito fuera tan genuino, para que funcionara como una suerte de decisión política. ¿Qué puede ser más transgresor que decidir romper las reglas en cada disco y aun así convertirse en la figura más influyente de la actualidad sonora de tu propio país?
En un momento en el que Natalia Lafourcade llena estadios, coliseos y teatros en todo América Latina y el supuesto artista más escuchado de México (Peso Pluma) fracasa vendiendo entradas allí, el alcance del éxito de la “Mexicana hermosa” nos recuerda que hay cosas que el dinero no puede comprar…
Para todo lo demás, están los que compran vistas en YouTube.
*Autor de ‘Reggaetón: Una revolución latina (2022).
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