Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo,
se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco,
sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo.
Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño,
le vibraban desamparadas ante los ojos
La Metamorfosis
Franz Kafka.
Una de las historias más alucinantes de la literatura universal fue escrita por el talentoso artista de la palabra Franz Kafka (1883 – 1924) y relata la historia de Gregorio Samsa, un empleado burocrático de salario medio que es el único sostén de un hogar integrado por sus padres y una hermana, que, una mañana, al despertarse descubre que se ha transformado en un horrendo insecto, y, al dar a conocer esta transformación a su familia estos se ven obligados a trabajar para mantenerse y mantenerlo a él que, por extrañas circunstancias nunca aclaradas en la historia, se ha transformado en aquel ser grotesco e improductivo.
Gregorio, sintiéndose inútil, excluido, despreciado y harto de todo aquello decide, voluntariamente, abandonarse a su suerte para perecer por hambre. Esta historia ha tenido múltiples interpretaciones, desde la alienación generada por el trabajo hasta la posible expresión del complejo de inferioridad que Kafka expresaba en su personaje al sentirse humillado y menospreciado por su propio padre.
Es importante destacar que Kafka con sus relatos surrealistas logró inspirar a una pléyade de escritores latinoamericanos como, por ejemplo, al escritor Gabriel García Márquez (1927 – 2014) quien en la biografía “El Olor de la Guayaba”, escrita a modo de entrevista junto al genial Plinio Apuleyo Mendoza (1932), confesaría que la obra de Kafka no solo lo impactó, sino que lo inspiraría a tomar como proyecto de vida la escritura.
Así le respondía Gabo a Plinio respecto a qué razón lo había motivado a vivir de la escritura como oficio: “…fue Kafka que, en alemán, contaba las cosas de la misma manera que mi abuela. Cuando yo leí a los diecisiete años La Metamorfosis, descubrí que iba a ser escritor. Al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un gigantesco escarabajo, me dije: «Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero si es así, escribir me interesa»”.
Lejos estaban Kafka y Gabo de descubrir que hoy en día Gregorio Samsa no solo no moriría voluntariamente de inanición, sino que sería parte del colectivo autopercepcionista, tendría participación activa en las redes sociales, establecería un lobby político para los que se perciben como insectos, buscaría promover un marco legal para proteger sus derechos como bicho y, es probable que hasta se postulara a un cargo legislativo con un probable triunfo al utilizar su situación victimizándose e instrumentalizándola de manera que le redituara beneficios económicos a él y a su voraz familia, que, en la historia lo despreciaba, pero que hoy en día lo alentaría y se lucraría groseramente con dicha circunstancia.
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Muchos, al leer esta reflexión y que, además, leyeron el relato de Kafka, argumentaran que realmente Gregorio se había, por quien sabe que fuerzas sobrenaturales, transformado físicamente en un grotesco insecto, pero, ¿y si era un símil respecto a la autopercepción o, tal vez, que Gregorio había sufrido de una repentina enfermedad inhabilitante que lo había hecho autopercibirse como un ser inútil?
Esto queda, por supuesto, a la interpretación que cada lector le pueda asignar por tanto y, dada la locura colectiva que se presenta en nuestra etapa histórica donde la autopercepción es más importante que la evidencia observable o el hecho científico pues nos adentramos en una nueva era de oscurantismo, releyendo La Metamorfosis, descubro esta posible interpretación y resumiría la historia así:
Gregorio Samsa una mañana se autopercibe como un insecto, y, dado que nuestro personaje es parte de un grupo progresista que defiende la agenda globalista, se siente orgulloso y llama a sus padres y hermana y, en lenguaje inclusivo les dice, “hoy les comunique que soy une insecte y que me siente orgullose de serlo”, sus padres cisgenero y su hermana de género fluido aplauden esta decisión y lo animan a divulgarlo en todas las redes sociales posibles. En pocos minutos llegan millones de likes a su Instagram respecto a su selfie donde destaca su insenticidad, su canal de YouTube estalla en suscriptores, patreons y millones de vistas monetizándose multimillonariamente, lo entrevistan en medios nacionales e internacionales, se promueve una ley en el Congreso donde se reafirma su derecho a autopercibirse como insecto y se condena duramente a aquel que lo niegue, se crea la bandera del orgullo insecto y la ONU nombra el mes de diciembre como el Mes del Orgullo Insecto desplazando esa añeja costumbre de la navidad.
Gregorio Samsa se convierte en otro inspirador de aquello de “puedes ser lo que quieras ser” y millones de personas con graves problemas de autoestima, de carácter emocional o de desequilibrios profundos a nivel psicológico o psiquiátrico salen a la calle a gritar a los cuatro vientos que se autoperciben como leones, hipopótamos, jirafas, etc., o que son multigéneros, pentagéneros, muchosgéneros, rarogéneros, en fin, que no faltó el que se autopercibía Superman y al intentar volar desde lo alto de un rascacielos se destrozó la crisma sobre el pavimento, o el que se creía Aquaman y se ahogó estúpidamente en medio del océano.
Y así, estimados lectores, se puede interpretar esta obra maestra de Kafka en la actualidad; hay una metamorfosis colectiva donde “puedes ser lo que quieras ser” y el ser humano normal, cual Gregorio Samsa contemporáneo, se sentirá monstruoso, grotesco, infame, en fin, que, a menos que nos volvamos locos o finjamos ser anormales estaremos condenados a aceptar que se nos imponga por norma universal la locura, el desequilibrio, la total falta de sentido común y la negación de los hechos científicos que tanto dolor y sufrimiento les costaron a grandes hombres y mujeres que los demostraron.