Aunque son casos diferentes, los hijos de Petro y Biden se enfrentan a errores y delitos que cometieron. A las presiones para influir en el poder a través de ellos. A las persecuciones contra sus padres. Al presidente Biden lo atacan a través de su hijo Hunter desde cuando era vicepresidencia de Obama.
A Petro lo persiguen por su oposición a la parapolítica y a Uribe. El fiscal N.H. Martínez presentó un video en el que se enmochilaba dinero en efectivo. Creyeron que lo destruirían pues manejar dinero en efectivo en política implica ocultar algo. La identidad del donante, el registro en libros, el origen del dinero, el pago de una comisión o de un favor.
El caso de Hunter se abrió por contratos que firmó con empresas privadas por ser el hijo del presidente. La derecha republicana se empeñó en desprestigiar al padre por este error. Durante Trump un fiscal lo investigó a fondo pero solo encontró indelicadezas, por cierto minúsculas al lado de las de Trump en la Casa Blanca. Y dos faltas menores. Una, pagar impuestos tarde; y dos, comprar una arma sin advertir que había abusado de drogas en el pasado.
El caso de Nicolás Petro se parece al de Hunter Biden en que también monetizó su cercanía al poder. Petro, criado no por su padre sino en medio de los distorsionados y precarios valores de la cultura política cayó en el afán de enriquecerse. Para muchos colombianos el único valor de éxito es ser rico, muy rico. Y como sea. De origen noble, de clase media o popular, en todos los sectores la medida del éxito es el capital acumulado. Sin preguntas.
Se supone que Petro junior aceptó dineros de origen oscuro y de un contratista estatal destinados a la campaña de su padre. De haberlos entregado, la presidencia habría quedado con la mancha de una narcofinanciación. El daño habría sido mayor. En este caso la embarrada fue menor. Suponemos que la campaña coordinada por Benedetti los habría rechazado.
Es imposible desconocer las intenciones de un narco, un contratista, o un empresario al entregar dineros o contratos al hijo de un presidente
Aceptar o rechazar donaciones implica pasar por un filtro de principios y controles. Desde auditorías profesionales hasta el simple sentido común. Pero si en la escala de evaluación es igual el aporte de un narco al de un empresario, de poco sirven los controles. Petro junior de la noche a la mañana pasó a tener casa y carro de lujo y altos gastos suntuarios. El sentido común de la madre de Days si se activó y le preguntó a su hija, como es obvio, de donde sacaron el dinero para ese cambio de vida.
Los políticos saben lo que buscan personas que se enriquecieron con negocios turbios. También saben lo que buscan los aportadores con negocios legítimos. Todos necesitan influir en el poder para defender sus intereses, obtener beneficios y proteger sus patrimonios y negocios. Es imposible desconocer las intenciones de un narco, de un contratista del estado, de un empresario al entregar dineros o contratos al hijo de un presidente.
El presidente debe estar con su corazón destruido. Sufre por tener un hijo en la cárcel y merece solidaridad. La formación ética de los hijos no es solo responsabilidad de sus padres. Son muchas circunstancias las que contribuyen a formar una cultura chueca. En los dos casos, los enemigos de Petro y de Biden, disfrutan al ver como debilitan a los presidentes en lo personal y en lo político.