Hace algunos días se viene hablando, en los medios de comunicación, sobre la legitimación de la violencia contra la mujer. Para nadie es un secreto que Colombia continúa siendo un país en donde los hombres siguen teniendo el poder social, económico, intelectual y familiar dentro de la sociedad. Poder, que los mismos ciudadanos legitiman, y que queda evidenciado en el reciente Estudio de Tolerancia Social e Institucional frente a las Violencias hacia las Mujeres que publicó el Gobierno nacional.
Tampoco es un secreto que el 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, en donde, aunque se recuerda la lucha de la mujer por la igualdad, ha terminado por convertirse, a través de los años, en un fin de semana perfecto para la compraventa de bienes y servicios.
Ahora bien, existe una ironía tangible a la hora de conmemorar este día, cuando aún existe en Colombia una brecha de desigualdad que hay que reducir; no nos referimos solamente a las mujeres, también a aspectos de raza, religión, costumbres y sexo. Temas que siguen siendo difíciles de tratar y, para algunas personas, o grupos, difíciles de superar. Con respecto a los derechos de nosotras, y a pesar de que desde hace más de 224 años se publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en 1791 gracias a la dramaturga y activista Olympe de Gouges se siguen justificando los derechos masculinos sobre los femeninos. La ironía se encuentra, precisamente, en que hagamos de esta fecha una fiesta; de que un día al año nos acordemos de nuestros derechos, y el resto del año dejemos que pasen por encima de ellos.
Quisiera referirme, especialmente a la pareja y a los micromachismos que existen dentro de este núcleo; cuando el hombre (novio o esposo), maltrata verbal o psicológicamente a la mujer sin darse cuenta. Estos micromachismos fueron muy bien definidos y explicados en el texto “Micromachismos: la violencia invisible en la pareja” de Luis Bonino Méndez; y que traigo a consideración, precisamente porque muchos hombres que ya consideran, o que nosotras mismas consideramos, promueven la igualdad, las utilizan sin darse cuenta.
El poder masculino, sostiene Bonino, se mantiene y perpetúa en una pareja por las siguientes razones:
- La división sexual del trabajo, que aún adjudica a la mujer el espacio doméstico. (Últimamente vemos incluso como algunas ofertas de trabajo mencionan explícitamente que solo buscan hombres, aunque el trabajo pueda ser realizado por cualquiera de los dos géneros).
- Su naturalización y su inscripción axiomática en las mentes de mujeres y varones. (Hemos sido, hombres y mujeres, machistas durante mucho tiempo, cambiar esto requiere de conciencia, pero especialmente de tiempo).
- La falta de recursos de las mujeres y la deslegitimación social de su derecho a ejercer el poder autoafirmativo. (El mismo gobierno promueve la desigualda pagando, por ejemplo, por un mismo trabajo, más a un hombre que a una mujer).
- El uso por los varones del poder de macrodefinición de la realidad y del poder de microdefinición, que es la capacidad y habilidad de orientar el tipo y el contenido de las interacciones cotidianas en términos de los propios intereses, creencias y percepciones. Poder llamado también de puntuación que se sostiene en la idea del varón como autoridad que define qué es lo correcto (Saltzman, 1989).
- La explotación de las femeninas capacidades de cuidado y de ayudar a crecer a seres humanos (el llamado "poder del amor" - Jonnasdotir, 1993) en las que nuestra cultura hace expertas a las mujeres.
Como vemos, una de las principales razones para perpetuar el machismo, no solamente en la pareja, sino también dentro de una sociedad, es por medio de la misma cultura; es por ello que se vuelve necesario que nos concienticemos específicamente sobre qué parte de esa cultura aprendida nos hace daño como seres humanos, para transformarla en igualdad.
Los micromachismos, comprenden, además un gran abanico de comportamientos masculinos y que se dan dentro de lo cotidiano; se manifiestan, especialmente en formas de presión de baja intensidad, que a su vez son más o menos sutiles con la que los hombres intentan, entre otras cosas:
• Imponer y mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer, objeto de la maniobra;
• Reafirmar o recuperar dicho dominio ante la mujer que se "rebela" de "su" lugar en el vínculo;
• Resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de la mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes;
• Aprovecharse del "trabajo cuidador" de la mujer. (P.4)
Algunos de los más importantes micromachismos, que menciona Bonino son:
1. Uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo para sí.
Este micromachismo se da cuando el hombre hace sentir a la mujer, que el espacio y tiempo son posesión netamente masculina, y por lo tanto ella tiene poco derecho a ellos. El varón invade con su ropa toda la casa, monopoliza el televisor, evitar donar tiempo para los otros, o define como impostergables ciertas actividades que en realidad no lo son. (Página 6).
2. Insistencia abusiva.
Se trata del popular “ganar por cansancio”, este micromachismo consiste en el que el hombre consigue por insistencia inagotable lo que quiere, la mujer normalmente se cansa de mantener su propia opinión y termina cediendo a lo que él quiere para conseguir paz. (P.8)
3. Abuso de la capacidad femenina de cuidado (Maternalización de la mujer).
El hombre quiere que su pareja sea como una madre tradicional, cuidadosa y comprensiva, algunas maniobras pueden ser: pedir, fomentar o crear condiciones para que la mujer priorice sus conductas de cuidado incondicional, desentenderse del cuidado de la criatura aunque él es el padre, manipular a su pareja para que ella sea el “complemento” del varón. (P.10)
4. Seudointimidad.
Engaños y mentiras: Aquí el varón oculta u omite información real para aprovecha ventajas que si fuera sincero perdería. Esconde lo que no le conviene que la mujer sepa, para no se perjudicado luego. Entre los engaños más frecuentes se encuentras: incumplir promesas, adular, negar lo evidente, infidelidad, etc. (P.12)
Son muchísimos los micromachismos, en esta columna solo se mencionan unos pocos. Todas las mujeres deberíamos buscar el texto de Bonino, el cual se encuentra en la red, leerlo concienzudamente y luego analizarlo con nuestra pareja; de esta forma no solamente nos educamos nosotras acerca del machismo, sino que nuestra pareja también se concientiza y vamos generando una transformación positiva en la desigualdad que existe, desigualdad que celebraremos por medio de los mensajes “hermosísimos” que nos envían madres, amigos y compañeros sentimentales, desigualdad que celebraremos de nuevo este domingo, Día Internacional de la Mujer.