Las penas y las alegrías no han encontrado en la historia un mejor aliado que el licor. Antes de que la caña fuera destilada por franceses para inventar perfumes, los campesinos e indígenas emborrachaban sus días con chicha y guarapo, bebidas ancestrales que el gobierno prohibió para abrirle camino al invento nacional que vio la luz a finales del siglo XIX, por allá en 1890: el aguardiente, un producto que solo se fabrica en Colombia y que se convirtió en orgullo nacional.
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El primer aguardiente en producirse en Colombia legalmente fue el Amarillo de Manzanares. Lo produjo la entonces naciente Fábrica de Licores de Caldas fundada por el primer gobernador de aquel departamento, el general del Ejército, Alejandro Gutiérrez Arango.
Años antes de que el Amarillo fuese el primer aguardiente del país, Camilo Jiménez, un campesino de Manzanares vendía en el pueblo, sin patente alguna, un licor amarillento hecho a base de las cañas que producía en su finca en donde destilaba artesanalmente en barriles de madera aquella bebida que transportaba en una mula para ponerla en las cantinas.
El color amarillento de este licor, que se ha mantenido como tradición, no fue una característica puesta por Jiménez con intención, sino una falla del proceso. Al fabricarse de manera artesanal, este licor no alcanzaba el 100 % de pureza durante la destilación. No quedaba totalmente transparente. Este error es su sello principal, la característica que le ha dado renombre y lo ha vuelto interesante al cliente.
La empresa de Licores de Caldas, creada para desarrollar el monopolio rentístico departamental en la fabricación y venta de los tragos de la región, le compró a Jiménez la fórmula secreta de su aguardiente que, entre otros ingredientes, tiene caña de azúcar gorobeta de Manzanares, anís sembrado en el cerro Guadalupe y también tenía agua pura del Río Santo Domingo.
Para fabricar actualmente el aguardiente Amarillo de Manzanares, con aguas tan naturales como con las usaba el campesino y buen destilador, Camilo Jiménez, la Empresa de Licores de Caldas se hizo con el control y posesión de un Bosque Húmedo Montano de 270 hectáreas ubicado entre los 2.300 y 2.700 msnm con abundante diversidad de flora y fauna y 68 nacimientos de agua mineral de extrema pureza. Ese es uno de los secretos de la Licorera departamental para lograr el sabor en sus aguardientes, Amarillo y Cristal y los rones de la marca Viejo de Caldas, que son tal vez los más tomados en Colombia.
Hacia 1950, la Licorera caldense se expandió y empezó a tomarse otros mercados con su ron Viejo de Caldas, un licor que no producían muy bien otras licoreras departamentales que producían sus propios aguardientes, los cuales, por facilidad en el proceso y menor cantidad de tiempo de añejamiento, era un producto mucho más rentable.
El Amarillo de Manzanares pudo entrar a Cundinamarca y Bogotá en 2017, donde el mercado de aguardientes lo tiene monopolizado la marca Néctar producida por la Empresa de Licores de Cundinamarca. En aquel año hubo un acuerdo entre las gobernaciones para que el Amarillo se vendiera libremente, pero el éxito del guaro caldense, que se posicionó muy bien en el mercado cundinamarqués y bogotano, asustó a los gerentes departamentales. Las ventas de Néctar disminuyeron y las rentas de la Industria de Licores de Cundinamarca, también. La respuesta fue quitar el rival del camino, el Amarillo, al que ya le había dado permiso de entrada por diez años.
El mes pasado, con el pretexto de incumplimientos por parte de los caldenses, Cundinamarca le cerró la puerta a la venta del Amarillo de Manzanares y destruyó el acuerdo pactado. Cundinamarca no quiere un competidor tan fuerte a su lado, esa es la versión de los de Caldas. Mientras que la Licorera de Caldas prepara tres ataques jurídicos con la asesoría del exsuperintendente de Industria y Comercio, abogado Pablo Felipe Robledo, para tumbar el veto que le puso Cundinamarca, las cajas del aguardiente caldense, que ya estaban listas para llegar a Bogotá y sus alrededores se quedarán engavetadas porque, por ahora, las penas y las alegrías de los rolos y cundinamarqueses no podrán ser acompañadas con el Amarillo de Manzanares, el aguardiente más viejo del país.