He conocido como psicólogo y como humano, tantas contradicciones en las relaciones humanas, que es imposible creer en la deplorable condición humana. Recuerdo cuando atendía población campesina en el Cauca, que numerosos violentos antes de calumniar, despojar y matar, o de abusar de sus hijos o de permitir el abuso para no perder la manutención de sus maridos, iban a misa.
Asimismo me puedo imaginar las Cruzadas, la Inquisición, las matanzas entre hinduistas y musulmanes, entre jainistas y sijs, entre israelitas judíos y palestinos musulmanes… Tantos… tantos conflictos, que nos parecen remotos y lejanos, por yacer en páginas de historia escritas en raros galimatías… Pero que esencialmente, demuestran que el ser humano no es muy distinto de un lugar a otro y sigue siendo el mismo idiota fascista en el paso por orientes y nadires en los últimos dos mil años.
En el amor, igual. Lo único cierto es que cuando uno suele creer que ha logrado algo verdadero es porque está engañado. Lo único que parece cierto es la premisa existencialista de que siempre estamos solos. Esa es la condición esencial de la vida, del amor y del hombre reflexivo parado ante el borde de la historia universal.
Estamos hoy en una sociedad líquida como la planteaba Bauman, donde no hay arraigo ni amor real; donde ninguna relación intensa puede ser genuina y duradera. La gente vive un caos emocional que no le permite construir relaciones perdurables. Todo el mundo está enfermo (2 de cada tres colombianos tienen un trastorno mental) y la mentira que mantenía todo pegado, aunque fuera con mocos, que tenía fieles culpables y compungidos, también ha visto su final. El mundo de relaciones duraderas y sólidas que conocí en mi infancia que era el de mis abuelos, ha desaparecido.
El 22 de agosto será el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión o las Creencias, establecido así por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y quiero hablarles sobre Kabir Sahib, el gran santo de Benarés; para mi sentir subjetivo, el padre de la poesía moderna y de las enseñanzas más profundas de cualquier sendero como son las de Sant Mat.
Jamás se definió a sí mismo como hinduista, budista, musulmán, cristiano o sufí o cualquier religión. Desestimó todo aquello que creara una barrera entre la conciencia superior y el hombre: ritos, rituales, el culto a escritos o a santos del pasado, e hizo entender a sus discípulos que la iluminación solo se logra por el sincero deseo de conocerse a sí mismo, puesto en práctica en la meditación.
Un sendero preñado de belleza sencilla, de receptividad profunda, de amor poético y genuino, lo suficientemente activo como para transitar por un camino despojado de símbolos e iluminado por arquetipos detrás de cada religión
Un sendero preñado de belleza sencilla, de receptividad profunda, de amor poético y genuino, lo suficientemente activo como para transitar por un camino despojado de símbolos e iluminado por arquetipos detrás de cada religión.
Fue amenazado tanto por hindúes como por musulmanes, quienes ya se enfrentaban a muerte por imponer sus credos. Y él respondió en sus versos:
“No estoy en el templo ni en la mezquita,
ni en el santuario de La Meca,
ni en la morada de las divinidades hinduistas.
No estoy en los ritos y rituales ceremoniales;
no estoy en los ascetismos y sus renunciaciones.
Si la búsqueda es sincera, se presentará enseguida;
y llegará el gran encuentro es inexorable”.
Tras morir, muchos de esos mismos hindúes y musulmanes lo reclamaron como suyo. Hay varias leyendas sobre lo que pasó tras su muerte.
Una dice que se presentó una reyerta entre musulmanes e hinduistas que se disputaron su cadáver. Al abrir el féretro, este yacía vacío y en su lugar se encontró un libro que contenía sus máximas sobre la igualdad del hombre y el absurdo de las religiones. Todos quedaron desarmados ante ello.
Otra dice que antes de morir, había declarado que del lado en que brotaran las flores (al parecer en el lago Lahara Tara, donde fue educado por una pareja de musulmanes que lo adoptó y ejerció el oficio de hilandero durante toda su vida), sería del grupo religioso al cual pertenecería su cuerpo tras exhalar el último aliento. Se dice que al día siguiente de su muerte se cubrió todo el lago de flores y sus riveras, tanto del lado hindú como del lado musulmán. Dichas flores dice otra leyenda que nunca fenecieron.
“Como el pez que cuando deja el agua muere,
así fui privado de la Meditación del Señor en vidas anteriores”
Iniciado en los misterios del más allá por Ramananda Swami, santo analfabeta, trasmitió más de 500 de sus versos que hoy permanecen en el Sri Gurú Granth Sahib y el Adi Granth.
Los poemas de Kabir exaltan la labor de los santos maestros que revelan la divinidad interior a través de la experiencia, por sobre cualquier peregrinación a pagodas, semanas santas, o caminos a iglesias, mezquitas, templos y demás; por sobre oraciones y repeticiones inútiles sin el impulso sagrado; por sobre cánticos, oraciones, ritos, rituales, misas y sermones fanáticos y violentos, donde dios se pone al servicio de los deseos del hombre y no el hombre a la voluntad de Dios.
Rabindranath Tagore, célebre poeta, hizo la más famosa traducción de sus poemas. Aquí algunos de ellos para el solaz de los lectores:
http://amediavoz.com/kabir.htm