La vida de William Shaw, quien está cerca de cumplir 49 años, ha sido lo más parecido a un viaje en avión con mucha turbulencia. Nació en México, pero fue Colombia el país que le abrió las puertas para poderse convertir en el exitoso empresario que sería la cabeza detrás de la creación de dos aerolíneas que con la misma fuerza con la que entraron al país tuvieron que decir adiós, Viva Air y Ultra Air.
Los comienzos de un soñador
Su escuela fue la aerolínea British Airways, a donde logró entrar en 1993 cuando aún residía en el país azteca y donde logró crecer como la espuma porque en tan solo cinco años pasó de ser agente de check-in de esos que atienden en las ventanillas de los aeropuertos a ser nombrado gerente de ventas, precisamente la razón que lo obligó a moverse a Colombia. Posteriormente se convertiría en el gerente de la región andina de la aerolínea británica.
Pero Shaw no se conformaba con eso, el mercado aéreo ya era su obsesión y quería seguir aprendiendo para llegar todavía más alto. Aquí en Colombia estudió Administración de Empresas en el Colegio de Estudios Superiores de Administración (Cesa) y luego partió hacia Estados Unidos para estudiar una maestría en la Universidad de Stanford. Fruto de esos últimos estudios nació un proyecto de grado que sería el punto de partida para la creación del primero de sus grandes proyectos.
La materialización del sueño de William Shaw
Ya en 2008 logró fundar, junto con tres importantes empresarios como Juan Emilio Posada (expresidente de Aces y Avianca), Fred Jacobsen (expresidente de Tampa Cargo), y Gabriel Migowky (exfinanciero de Avianca), una aerolínea originalmente llamada Fast Colombia, luego Viva Colombia y que finalmente sería lo que hasta hace poco se conocía como Viva Air. En 2012 ya comenzaron las operaciones y el objetivo del mexicano era claro, competirle a Avianca.
En 2018, Shaw fue nombrado CEO de la aerolínea mexicana Interjet, lo que lo obligó a retirarse de Viva, pero su despedida del país no duraría mucho porque tan solo dos años después, ya a mediados de 2020, materializaría su obra maestra, Ultra Air.
Se trató de otra aerolínea de bajo costo que, al igual que Viva, tenía su hub operacional en Medellín. Ahora su competencia no era solo Avianca, sino que también le sumaba su anterior creación y sin haber logrado el mismo éxito que Viva, sí puede presumir de haber transportado a un millón de pasajeros en un año.
Cuanto mayor es la subida, peor es la caída y eso le pasó a Viva Air y a Ultra Air
En 2022, entre ambas lograron transportar a cerca de 7,5 millones de pasajeros. Pero el 2023 lo empezaron con la turbulencia que caracteriza la vida de su fundador. La situación financiera era insalvable y primero Viva en febrero y luego Ultra en marzo tuvieron que detener sus operaciones. Ya no podían volar y cientos de pasajeros quedaron en tierra no pudiendo cumplir con sus compromisos.
Fueron meses de nados contra la corriente tratando de salvarse, pero los esfuerzos no fueron suficientes. El 22 de junio la Superintendencia de Sociedades, en cabeza de Billy Escobar, autorizó la liquidación de Viva Air, oficializando la muerte de la de bajo costo. Con Ultra parecía que la situación podía ser diferente, ya que la misma entidad les alcanzó a permitir reorganizarse empresarialmente, pero el 29 del mismo mes terminaron corriendo la misma suerte.
En 15 años los dos sueños de William Shaw se desintegraron y, no contento con eso, aún está abierta una investigación de la Fiscalía por presunta estafa por haber vendido tiquetes sin contar con la infraestructura necesaria y sabiendo que muy posiblemente no se pudieran realizar los vuelos.
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