Martín Rivera Alzate, actual concejal de Bogotá por el Partido Verde, retiró su aspiración a la alcaldía de Bogotá, argumentando que no vio reglas claras por parte de la colectividad para elegir y/o definir candidato. Conversamos con él para llevar a cabo un perfil político: recopilando sus experiencias, trayectorias y, por supuesto, las ideas que pueden transformar a una ciudad que parece no dejar de crecer.
Las 2 Orillas: Martín, ¿Cómo empezó su amor hacia lo público?
M.R: Tengo dos referentes: mis abuelos. Mi familia paterna es de Bogotá y la materna de Salamina, Caldas. He ido a Manizales, probablemente, dos o tres veces al año y curiosamente me terminé casando con una ‘manizalita’. Por tanto, estoy muy cerca de esa región.
Mi abuelo paterno fue profesor de derecho canónico durante 40 años en la Pontificia Universidad Javeriana; jesuita de corazón y de formación. Era conservador, pero no radical. Me acuerdo que él fundó un partido que se llamó la ‘Democracia Cristiana’. Aunque no pude tener información por mucho tiempo, hoy en día tengo acceso a su biblioteca y pude entenderlo muchísimo más de él. Por ejemplo, el momento en el que fundó ese partido fue en protesta al Partido Conservador, presuntamente, por corrupción. Siempre que iba a su casa, hablábamos de política por gusto y no por imposición.
Por otro lado, por el lado materno, mi abuelo, a pesar de ser de Salamina, uno de los municipios más godos de Colombia, era muy liberal. Él estudió medicina en Bogotá, en la Universidad del Rosario, y estando en este lugar tan conservador fue capaz de llevar la pastilla anticonceptiva. En la década del 50, tuvo una fuerte posición por la planificación familiar que lo llevó a que lo excomulgaran.
Las 2 Orillas: ¿Sabe si estaba de acuerdo con los postulados de la Teología de la liberación?
M.R: Sobre todo mi abuelo paterno, alcanzó a tener una relación cercana con Camilo Torres antes de que se fuera al monte. Incluso, me acuerdo que antes de que se fuera del casco urbano, lo escuché decir que Camilo se iba a un viaje; nunca le confesó que se iba para la guerrilla, pero ahora que me encuentro leyendo la biblioteca puedo decir que compartió varios momentos con él.
Mi abuelo materno, por otro lado, estuvo en Salamina. Tuvo cuatro mujeres -la segunda de ellas fue mi mamá-, a quienes les inculcó el valor de la educación y el hecho de no tener que depender de una figura masculina para salir adelante. Tengo entendido que en algún momento de su vida llegó a ser senador suplente, no ha sido fácil buscar información al respecto, pero sí tengo claro que era un hombre de ideas liberales.
Hubo momentos en los cuales ambos me preguntaban por el otro de manera muy respetuosa. Yo crecí ahí, en una familia en donde se podía hablar de política y con dos personas que buscaban lo mismo, pero desde orillas completamente diferentes. Yo me cuestioné mucho cuando estaba en la adolescencia la pelea entre liberales y conservadores.
Las 2 Orillas: ¿Por aquellos años juveniles tuvo otras anécdotas que le permitieron vincularse fuertemente con la realidad del país?
M.R: Tengo un dato anecdótico. Mi mamá fue directora de la Fundación Corazón Verde durante 12 años, aproximadamente. Ella fue la que pensó la idea de ‘alimentarte’, lo arrancó, entre otra serie de actividades para financiar la Fundación, que era dedicada a las viudas y/o huérfanos de la Policía. Una época muy difícil en la que mataban cinco policías por día. Yo crecí viendo una policía muy humana, de carne y hueso, que me ha llevado a unas reflexiones profundas sobre la autoridad.
Pero bueno, en esa época yo crecí escuchando unas historias macabras sobre la violencia y poder ver esa humanidad me impactó. Tratando de comparar mi realidad con las historias que escuchaba fue, sin duda, algo que me cautivó desde chiquito.
Las 2 Orillas: ¿Esa fue una experiencia que lo marcó o conoció a una persona que le dejó una buena impresión?
M.R: Me acuerdo que conocí a Antanas Mockus en la entrega del premio al Mejor Policía que llevó a cabo la fundación. Me acuerdo mucho que él, fue alcalde de Bogotá en su segundo mandato. Yo quería conocer al Alcalde y tuve la oportunidad de hacerlo, fue influyente. Aunque la figura de mis dos abuelos y el trabajo que tuvo mi mamá en Corazón Verde me permitió ver nuevas realidades.
Las 2 Orillas: Teniendo en cuenta esas figuras, ¿Qué relatos escuchaba de sus cercanos?
M.R: A mi abuelo paterno le pregunté mucho sobre el bogotazo porque él vivió en La Candelaria y estudió en el San Bartolomé. Cerca a donde hoy queda el CESA, seguramente me habrá contado alguna historia corta de ese día, pero no tengo un recuerdo preciso.
Ahora, por parte materna, eran conversaciones muy escasas. Me acuerdo una vez que me contó que mi bisabuelo materno era general conservador. Su tatarabuelo también había sido conservador, de los que participaron en la conquista de antioqueña, abriendo campo y fundando pueblos. Salamina incluso llegó a ser capital de departamento y, además de ser un pueblo patrimonio, se conserva como una de la arquitectura más interesante que puede haber en una escala municipal: la fuente central fue traída exclusivamente de París, la iglesia tiene una historia oscura interesante y tiene algo de ‘art deco’ de lo que era el teatro municipal.
Las 2 Orillas: En ese proceso de abrazar la historia de su familia y de empezar a empaparse de la historia patria, ¿Fue importante la música? ¿Tal vez, por sus abuelos, la presencia de Garzón y Collazos?
M.R: No, mi abuelo paterno fue más de música clásica y por parte materna…cero música. Alguna vez encontré en el cuarto de mi hermana mayor un disco de Sui Géneris. Yo no tenía idea quiénes eran, ni por qué ese disco estaba ahí, pero lo escuché y me impactó mucho la letra; sin entender que en el momento sobre la dictadura que hubo en Argentina o el tipo de música que tocaban. Sin embargo, de ahí llegué a Fito Paéz.
Esta anécdota es curiosa porque yo estudié en un colegio de privilegios absolutos, en un curso arriba mío estaba Martín Santos, Laura Pardo (la hija de Rafael Pardo), Carolina Lleras (la nieta de Carlos Lleras de la Fuente y sobrina de Germán Vargas Lleras), en el curso de abajo estaba María Antonia Santos, cuatro cursos abajo estaba el hijo de Pizarro León Gómez y en mi curso había varias personas: el hijo del presidente de Caracol Televisión, el de Cine Colombia y la hija del presidente de SEMEX. La lista es larga en el Anglo Colombiano, pero no había conciencia política.
Las 2 Orillas: ¿Cómo recuerda esa época?
M.R: Yo era tartamudo por aquellos años. En el Anglo, como en Harry Potter, había cuatro casas donde se promovía mucho la democracia. Desde cuarto de primaria hay elecciones para ser capitán o vice capitán de casa. Yo me lancé a ambas, desde chiquito estuve metido en el tema electoral y esos se lo debo muchísimo al colegio, pero no había una reflexión sobre política. A pesar de tener todo ese protagonismo, la discusión política era muy poca. Me acuerdo de una profesora que tenía unas posturas muy personales, críticas y en el colegio le apodaban ‘La Guerrillera’; ello, sin que tuviera una visión radical o demasiado fuerte frente al establecimiento.
Las 2 Orillas: Si eso era así con la profesora, no me quiero imaginar a Martín escuchando Sui Generis con canciones tan irreverentes como ‘El Maestro’ o ‘Fantasma de Canterville’...
M.R: Claro, aunque en esa época no le encontraba el sentido político a las canciones.
Las 2 Orillas: Cuando estaba en el colegio presentó un interés por el debate, de hecho, ocupó el primer puesto en oratoria. ¿Ese interés se mantiene?
M.R: Uno de los aspectos que más me gusta en el Concejo de Bogotá es debatir y en el colegio fue uno de los aspectos que más disfrute cuando nos dividían en casas. Para esas ocasiones, yo preparaba un discurso y lo leía. En séptimo grado me di cuenta que no me sentía cómodo leyendo de por sí el mensaje, me gustaba mirar a la gente y contarlo. En esas ocasiones, me antepuse al tartamudeo. Lo chistoso es que cuando terminaba, volvía a tartamudear. Yo estuve mucho tiempo en el colegio porque participé de varios equipos y, aunque algunas personas digan que esta respuesta es medio chevere, a mí me hubiese gustado ser técnico de fútbol: manejar un grupo de gente, el hecho de tener unas ideas y luego plasmarlas sobre el terreno me parece increíble. No me iba muy bien jugando.
Pero bueno, volviendo a los debates puedo decirle que tuve compañeros muy pilos que se memorizaban, todo yo -por aquellos años- estaba más metido en temas de deporte y actividades extracurriculares que en el estudio riguroso. Lo cual, a primera vista, podría ser perjudicial. Tenía compañeros muy bien preparados, pero que no lograron compartir un diferencial en la oratoria. Por fortuna, yo pude conectarme en aquella época con un discurso y ganarme un premio en el arte de debatir. Ese momento significó mucho para mí porque era tartamudo y logré ganarme el primer puesto en oratoria.
Las 2 Orillas: Por aquella época, ¿cómo se enfrentó a romper paradigmas?
M.R: En el año 2004 o 2005 me pusieron una tarea de Transmilenio y recuerdo que fue significante. Ahora, para esa época, yo no había montado en el sistema. De hecho, primero me monté en el metro de París que en el sistema de transporte colombiano. Estaba en un mundo de privilegio y de desconexión con las realidades de nuestro país.
Las 2 Orillas: En 2009 hizo parte como voluntario de la compaña de Sergio Fajardo, ¿Cómo lo marcó ese momento para construir una carrera en el entorno político?
M.R: Es la base de todo, de hecho esta pregunta me remite al año 2004 cuando el colegio nos llevó a Medellín a un simposio nacional de juventudes y pude conocer a un montón de pelados de diferentes regiones y niveles socioeconómicos. El speaker central de ese momento fue el alcalde electo de esa ciudad: Sergio Fajardo. Por esos años no había una presencia tan marcada de redes sociales y lo que se hablaba en medios -principalmente RCN y Caracol- de su gestión… era nula.
Claro, cuando llega al evento se presenta en jeans y camisa -una imagen muy fresca a nosotros- y nos echa un cuento sobre la importancia de la educación como el eje central de una transformación en Colombia. Yo quedé atónito, éramos pelados y nos habló con tanto profesionalismo que dije: este man es serio.
Las 2 Orillas: ¿Cuándo tomó la decisión de estudiar una carrera afín a esos temas?
M.R: Fui a la Universidad del Rosario a ver el programa de ‘Periodismo y opinión pública’ y el stand de al lado era el de ‘Gestión y desarrollo urbanos’, que fue lo que terminé estudiando. Yo me fui a China y en el año 2008 un artículo del periódico El Tiempo tituló un artículo diciendo que Sergio Fajardo lanzaba su candidatura por firmas. Yo, ahí, dije: quiero trabajar con ese man, pero no sabía por dónde empezar. Tenía conocimiento de que tenía una hija, contemporánea a mí, aunque estaba en el colegio Marymount. Hoy en día somos muy buenos amigos, pero esto me acuerda a una anécdota muy particular de esa época, la canción ‘La Mona’ de Bonka era dedicada a ella.
El caso es que cuando regresé a Bogotá a empezar el pregrado me encontré con un compañero paisa llamado Simón Ochoa con el que empezamos a tocar puertas. Literalmente, fuimos a la oficina de Sergio Fajardo ubicada en Teusaquillo, donde hoy queda el Juan Valdés (en el Parkway). Me acuerdo que nos abrió la puerta Juan David Aristizabal. En aquel momento lo conocí a él y a Juan Manuel Restrepo, que actualmente trabaja en Comfama; una de las mentes más lúcidas sobre la educación en Colombia.
Ahí, arranqué. Con el tiempo conocí a Juan Carlos Flores, quien ya había ejercido su rol como concejal y estaba aspirando al Senado de la República, pero esas fueron mis primeras aproximaciones a campañas políticas.
Las 2 Orillas: ¿Qué enseñanza le dejó Juan Carlos Flores a sus futuras aspiraciones electorales?
M.R: Es un tipo correcto, eso es lo primero. Lo segundo, para hacer campañas usted lo único que necesita son un buen par de zapatos y bloqueador solar. Por hablar en la calle no le van a cobrar. Si no estoy mal, esto se llevó a cabo en el año 2009 y aunque estuve apoyando a Juan Carlos Flores en su candidatura, no tuvo los resultados esperados. Sin embargo, me dio la oportunidad para estar de cerca del ecosistema político y, posteriormente, de entrar a una campaña presidencial con Sergio Fajardo. Esa fue la base para que en el año 2018 llegara a coordinar la campaña de este último en Bogotá. Le puedo decir que hasta el momento sigo trabajando con él.
Las 2 Orillas: En 2010 fundó ‘Ideas por un país mejor’. ¿De qué se trató? ¿Se mantienen esos fundamentos?
M.R: Juan David Aristizabal y Juan Manuel Restrepo tenían la fundación llamada Buena nota, ésta tuvo un impacto importante en las personas, ya que lograron articular muy bien los donantes con los proyectos. Nos sentamos los tres a armar Ideas por un país mejor, que en principio era un centro de recepción de ideas que buscaba enviárselas a los candidatos presidenciales. Finalmente, no salió, pero fue la semilla para que naciera el Combo 2600 metros, Ciudad Verde (Medellín), entre otros.
Las 2 Orillas: Hace unos años usted fundó el ‘Combo 2600’ que, últimamente, se encuentra muy activo en Twitter. Cuéntenos, ¿Qué objetivo tuvo?
M.R: Cuando regresé de China me impactó el hecho de ver que muchas cosas no habían cambiado. Yo venía de conocer personas en Togo, Arabia Saudita, Corea del Sur, Finlandia, Suecia y Estados Unidos para volver a una realidad que parecía la misma que hace un año y medio. Cuando regresé al país hablé con Juan Pablo Laserna, el hermano menor de Diego, sobre una especie de reuniones a las que llamaban ‘Colombia no vale huevo’. Esas reuniones eran en su casa y asistirían personas con diferentes contextos políticos. Por ejemplo, allá fue David Racero, personas muy cercanas a Noemí Sanin, Rafael Pardo o Petro.
Tristemente Diego se fue a China y ese espacio quedó quieto. Yo convertí ese espacio en algo que se llamó ‘Cómo queremos a Bogotá’. Claro, yo estaba en ese momento empezando la universidad y, aunque estaba en una carrera nueva, tuve acceso a personas que habían trabajado en el distrito. Aunque, para ser sincero, también mandaba muchos correos a invitados. Ese es el origen del Combo 2600.
Las 2 Orillas: ¿Ese combo se inspiró en el concepto de marca ciudad que tuvo Bogotá (2600 metros más cerca de las estrellas)?
M.R: Tuvo influencia en el buen urbanismo de Peñalosa y Antanas Mockus. El hecho de que ellos lograran cambios de comportamiento en la sociedad fue uno de los rasgos que más me gustaron y me marcaron profundamente. Hoy en día no tengo nada que ver, aunque como cofundador me siento muy orgulloso.
Las 2 Orillas: En el año 2018, usted logró organizar la campaña política de Sergio Fajardo en Bogotá. ¿Cómo recuerda esa época? ¿Desde entonces cuenta con el mismo equipo de trabajo?
M.R: Gracias a esa campaña estoy sentado aquí. Entre otras cosas, porque en mi plan de vida tenía contemplada una maestría. Aunque sí he tenido claro, desde pequeño, que quería ocupar un cargo público, pero consideraba que no era el momento.
Trabajé un tiempo en Probogotá, que en esa época tenía un manejo muy diferente al que tiene hoy en día. En un momento de mi vida decidí saltar al vacío y, aunque los primeros seis meses estuve un poco perdido, logré dirigir la recolección de firmas de la campaña. Matilde estuvo allí para acompañarme y ayudarme, porque aunque tenía ahorros, formalmente no tenía un trabajo. Mis papás me dieron un presupuesto y comenzamos una nueva étapá. En aquellos años conocí a Daniel Vinograd, estratega político de muy bajo perfil que logró sacar a Gustavo Petro alcalde y estuvo presente en la campaña de Claudia López. También conocí a Mauricio Toro, quien fue Representante a la Cámara, y logró ser uno de los mejores en su momento; por no decir el mejor. Con este panorama logré lanzarme en el año 2019 al Concejo de Bogotá.
Hay un libro que recomiendo mucho a todas aquellas personas que están interesadas en ingresar al mundo de la política, se llama ‘Juego y cenizas: Éxito y fracaso en política’ de Michael Ignatieff. Él es un académico canadiense que estuvo trabajando en la Universidad de Harvard. Su historia es fascinante, al final lo convencieron de lanzarse al mundo de la política y en sus páginas comenta la importancia del timing, en política eso es fundamental, reconociendo que a veces las cosas pueden pasar o no, pero para ello el necesario medir el tiempo. Es esencial y a mí me funcionó.
Las 2 Orillas: Entendiendo el concepto de timing y la conformación de las candidaturas contemporáneas, ¿usted se considera un outsider?
M.R: Más crítico del partido no puedo ser, de hecho fui de los primeros en romper con Claudia López y esa independencia es muy poderosa en el mundo político. Eso no significa que uno sea una rueda suelta. Por el contrario, significa reconocer en qué momento criticar y, en este caso decir que el partido le planteo al país una forma muy diferente de hacer las cosas.
Las 2 Orillas: Por aquella época usted conoció a la que es su actual esposa, Matilde de los Milagros. ¿Qué lugar ocupa en su vida?
M.R: Ella guarda el lugar más importante en mi corazón y me ayuda a ser mejor persona. Me reta a estar siempre concentrado y un paso adelante. Es una mujer aguerrida, frentera, que cuestiona las cosas y no come nada entero. Eso hace que, desde la relación, estemos preparados para lo que venga. Hemos pasado momentos difíciles, retadores, pero hemos aprendido mucho juntos y cuando trato de transponer alguna de esas cosas al mundo de la política, me han servido como herramientas.
Estamos próximos a ser papás y eso ha sido una experiencia espectacular porque es deseado y se va a llamar Amador. Estamos en un momento de entender juntos esta nueva fase, desde cosas pequeñas en el apartamento a hablar sobre qué tipo de educación queremos que reciba. Soy muy afortunado de compartir mi vida con ella.
Las 2 Orillas: Hemos conversado sobre diferentes estereotipos y valoraciones que han cambiado a lo largo de su vida. ¿Pasó lo mismo con el concepto de masculinidad?
M.R: Más con la masculinidad que con la realidad del país. En este momento, me estoy preparando para una fase de paternidad con una mujer feminista y activista. Trato de no sofisticarlo ni volverlo complejo, viviendo el día a día y aprovechando las lecciones que ella me deja.
Las 2 Orillas: ¿Cuál ha sido la más significativa?
M.R: Me ha dado elementos para afrontar temas que acontecen en el mundo, si yo no estuviera viviendo esa experiencia con ella: estaría desubicado y seguramente dando unas discusiones obsoletas. Gracias al día a día con ella, puedo entender unas discusiones que se están llevando a cabo en el mundo de una forma más fácil.
Le digo una cosa, el futuro cercano de la política de nuestro país está representado en una mujer joven y luchadora. Claudia López representa un poco esa idea, pero no es la única, en el Congreso está Jennifer Pedraza y hay muchas otras figuras que están en esa idea misma de cambio.
Las 2 Orillas: Hablando de eso, en el país ha cambiado mucho el panorama político, en comparación a cómo estaba organizado hace algunas décadas. Usted creció en una época en la que no era tan sencillo expresarse como joven, ¿Cómo percibe ese cambio?
M.R: Es evidente que hoy es más fácil y ventajoso, pero no significa que sea bueno. He conocido jóvenes con las prácticas más clientelistas y tradicionales, que venden la idea de juventud como un concepto novedoso. Por el contrario, he conocido personas adultas como Iván Marulanda que tienen más espíritu de jóven que tienen ganas de transformar la política. No es la edad, es la voluntad y hay que ser muy responsables con eso. En mi caso, me he rodeado con gente muy jóven, pero ese no ha sido el discurso. Me identificó más con la frase: sí se puede. Muestra de ello son Mockus, Fajardo, Merkel, Borick y Mujica que han logrado llegar hasta una posición importante de poder. Más que ideologías, son sus trayectorias. Sé puede. Quitemos el miedo de llegar a allá. Solamente hay que hacerlo por el camino del bien.
Las 2 Orillas: El Partido Verde ha llamado la atención de formas diversas en el área de marketing político. ¿Cuál considera que es su forma para acercarse a la ciudadanía?
M.R: El respeto. Yo creo que uno habla con personas de carne y hueso que tienen sus propias historias, problemas, contextos, complejidades y lo mínimo que puedo hacer es respeto o respetarla. Es un tema que va ligado a la dignificación de la palabra. Yo le pregunté a los del Movimiento Obrero Libre y Revolucionario (Moir) en su momento por qué estaban con nosotros y me respondieron: porque ustedes respetan la palabra. Claro, por encima de las ideologías. Nosotros no somos anti-neoliberales, no somos marxistas, maoístas o no estamos en contra del Fondo Económico Mundial. Desde la palabra podemos construir, a pesar de las diferencias y eso me parece genuino.
De hecho, cuando me llevan como vocero a algunos espacios habló de Origen. Me parece una berraquera poder romper estigmas y estereotipos. Yo estuve en el año 2016 y me quedaron unas herramientas que incorporo a mi ejercicio político.
Las 2 Orillas: Después de la Firma del Acuerdo de Paz se habló sobre un reto común que teníamos como país: revalorizar la palabra. Teniendo en cuenta los escenarios en los cuales ha estado, ¿considera que este cambio se esté llevando a cabo?
M.R: No, está totalmente banalizada. Yo no creo en las promesas políticas, eso es pura carreta. Creo en el compromiso.
Claudia López, por ejemplo, firmó 19 pactos y no sabemos en qué están. Carlos Carillo y yo, por el contrario, somos ideológicamente polos opuestos, pero nos encontramos en la transparencia y en una lucha contra el clientelismo; son males superiores a nuestras diferencias.
Las 2 Orillas: En la pasada vuelta electoral en Bogotá participaron Claudia López y Carlos Fernando Galán, como grandes contenedores de la arena política. ¿Cómo ha sido su relación con éste último?
M.R: A lo largo de los últimos dos años nos acercamos bastante por la intención de querer hacer las cosas bien en la ciudad. Yo admiraba muchísimo a su papá y a él como figura.Siento que él quiere mantener esa línea férrea de transparencia y de lo que está bien. De ahí, construimos una buena relación.
Me acuerdo una vez que estábamos en una charla post elecciones al Congreso con Mauricio Toro, Gabriel Santos, entre otros, y Carlos Fernando dijo ‘¿Quieren estar con alguien que sea radical con la transparencia?’ Martín es un perro a cuadros. Con esta candidatura hemos hablado y aunque no hemos sentado un norte juntos, lo tengo en mi mejor concepto.
Las 2 Orillas: Usted estudió ‘Gestión y Desarrollo Urbanos’ en la Universidad del Rosario. ¿Cree que la ciudad está bien distribuida o ha sido una suerte de desorden?
M.R: Yo soy optimista por naturaleza, conmigo siempre va a ver el vaso medio lleno. Habiendo dicho eso, todas las ciudades en el mundo tienen remedio, hay un principio básico del desarrollo urbano y es el siguiente: todas las ciudades son organismos vivos, al igual que el cuerpo humano. Por eso se reinventan, de lo contrario no existiría Estambul, Nueva York o Tokio. Tal vez la única ciudad que está estancada en el tiempo es Pionyang, pero ya tiene que ver con un régimen político excesivo.
Ayer estaba, casualmente, almorzando con Juan Carlos Flores y hablaba de un concepto muy interesante: las sociedades apasionadas. El caso más emblemático es Detroit, la ciudad de la cual salieron las tres principales industrias del automovilismo: Ford, General Motors y Chrysler. Las mismas que industrializaron Estados Unidos. Las que Aldous Huxley retrató en su libro Un mundo feliz con el fordismo. Es un caso emblemático, sin lugar a dudas.
Bogotá venía de ser una provincia a un pueblo, con esa mentalidad y con un colonialismo a distancia. Mientras que en el Imperio británico motivaban a que hubiese liderazgo o mandatos coloniales, el Imperio español fue todo lo contrario. Luego de la independencia viene un crecimiento orgánico y, posteriormente, uno forzoso; desde la década de 1950 sí se quiere. Viene un crecimiento de ciudad autoconstruida, no necesariamente está mal, genera complicaciones, pero también hay unos retos específicos y lo peor que podemos hacer es copiarnos de las ciudades llamadas desarrolladas. Volviendo a la metáfora de las ciudades como un organismo vivo, no podemos copiar uno de forma física y mental. Nosotros podemos crecer, pero tenemos un problema: estamos rezagados.
Las 2 Orillas: China es una de las ciudades consideradas con mayor desarrollo en la adopción de la tecnología. ¿Qué tan lejos está Bogotá en convertirse en una ‘Smart City’?
M.R: Yo no le como a esos conceptos, son mercadeo. La mayoría de ellos se van dando de forma gradual. Por nuestra situación social-política estamos rezagados. La corrupción es nuestro mayor problema, si no mire los contratos de señalización. Le hemos pagado millones de pesos a unos italianos. Ahora, un gobierno no puede llevar a cabo toda la transformación, pero sí puede dar pasos. No hemos resuelto, como ciudad, los retos del siglo XIX como la red férrea y la postal. Eso es muy diciente y queremos lograrlo de la noche a la mañana. Podemos demorarnos una generación, pero es la que lidere el cambio. Si yo no fuera idealista, romántico, ya me hubiera ido.
Las 2 Orillas: Martín, usted fue elegido con 16.733 votos, ¿Cómo ha sido su relación con los que votaron por usted al Concejo de Bogotá? ¿Cuáles han sido sus principales logros?
M.R: No puedo identificar quiénes votaron por mí por la forma en la que llevé a cabo la campaña, pero la comunicación ha sido transparente. Yo renuncié a mi esquema de seguridad y decidí movilizarme en bicicleta. ¿Qué es lo que me siento más orgulloso de hacer en el Concejo? Muchas cosas, por un lado, ratificar el acuerdo que permitió la electrificación de la flota de Transmilenio y, por otro, las bicicletas de uso compartido. Mi tema de tesis fue sobre ese tema. Bogotá lo había intentado en el pasado, pero no lo había logrado. Esta vez lo hicimos, fueron 150 páginas. Le metimos el contenido técnico y garantizamos que pudiéramos tenerlas de forma eléctrica.
Por otro lado, participé del control del Plan de Ordenamiento Territorial (Pot), a pesar de que no se pudo debatir ni votar. Fuimos la única oficina que logró correr cartografía y teníamos una directriz: todo aquel que quisiera venir a ver mapas lo podía hacer. Planeación puso una clínica cartografía de 8 am a 5 pm, pero aquí -en la oficina- estamos de lunes a domingo hasta las 10 de la noche. El empleo femenino y los emprendimientos con enfoque de género fue otro tema clave, junto al control político de corrupción a las alcaldías locales, el trabajo de Talento No Palanca y una línea de gestiones directas; donde hemos resuelto más de 200 casos.
Las 2 Orillas: Bogotá es una de las ciudades donde pesa el voto de opinión y en este momento parece ser que los temas clásicos de Bogotá vuelven a la palestra pública: seguridad y movilidad. ¿Qué ideas tiene para estos dos sectores?
M.R: La ciudad está sobre diagnosticada sobre lo que estamos mal. Pero, ¿qué nos ha hecho falta? Dejar de pensar la alcaldía como un trampolín a la presidencia, un tema que lo vemos en la gestión actual, y acceder a un cargo administrativo sin la preparación necesaria para resolver problemas de ciudad. La seguridad no la vamos a resolver a mediano o corto plazo si no tenemos una política social robusta. Cerca del 80% de niños, niñas y adolescentes siguen yendo al colegio por la mañana y la tarde, las bandas criminales tienen toda la disposición para poder sacar gente y robar. Es un problema radical y profundo, porque necesitamos juventudes activas. El consumo de droga en esta población es enorme, asociado a las bandas que les entregan las primeras dosis gratis. Por eso, es necesario un sistema de cuidado que trascienda la Secretaría de la Mujer donde se promueva un apoyo de formación y, por supuesto, de infraestructura.
¿Por qué tenemos media jornada? Porque era más eficiente utilizar el mismo edificio para 1000 personas en la mañana y otras 1000 por la tarde. El problema es que las personas que están libres después del medio día, están al acecho de cualquier persona que quiera hacerle algo malo. Solo un 15% tuvo la experiencia de ir a un colegio privado. Tenemos que dejar de pensar en la idea de los mega colegios, no, volvamos a lo próximo: que quede cerca a donde usted vive o se moviliza. Podemos adecuar los bienes fiscales que tiene la ciudad para la formación y la educación, con eso cambiamos el enfoque. La organización de la ciudad es logística.
En este Plan de Desarrollo quedó un artículo que trabajamos con mi equipo y se llama Sistema de infraestructura para la Educación, que busca identificar esos equipamientos cercanos a los colegios para complementar las jornadas únicas y completas. Incluso, podemos ampliar ese nivel de formación a personas que se encuentran en personas adultas. Tenemos que hacerlo. Ahí radica la esencia de transformar la seguridad: en la generación de oportunidades y en una política social del cuidado.
Las 2 Orillas: ¿Qué propuestas innovadoras tenía para atraer al voto blando?
M.R: Mi propuesta central de campaña era tarifa cero, que no nos cobren por subir a Transmilenio, se podría pagar por otras fuentes. Este año la operación fue de 4,3 billones de pesos en el Fondo de Estabilización de Tarifa (Fet). Yo proponía un ajuste predial en los usos comerciales de más de 2000 metros cuadrados a una distancia no mayor a mil metros de la primera y segunda línea del sistema. Usted mira los grandes centros comerciales pagan Ica, predial, pero no pagan económicamente lo que el sistema articulado en flujo de personas. Eso en São Paulo, Río de Janeiro, Ciudad de México, Buenos Aires, Nueva York, Tokio, entre otros u otras, no pasa igual. Eso responde a principios de economía urbana. Trump lo dijo cuando estaba metido en el negocio de la finca raíz: location, location, location. Muchas ciudades entendieron el juego, les permiten estar donde están, pero para ello deben de pagar, porque con ese dinero re-invertimos y mejoramos la infraestructura.
En Bogotá hemos regalado la riqueza y no es un tema de quienes son más ricos, no, es un tema logístico y de retribución. Ese es un tema y el segundo serían los bonos de edificabilidad, que se ha aplicado muy bien en Brasil.
Las 2 Orillas: ¿De qué se trata ese bono de edificabilidad?
M.R: El Pot tiene las áreas de edificación modal, que son las zonas más cercanas a las estaciones de transporte y hay que reglamentar cuánto puede construir una constructora. Mi propuesta era que se pueda construir eso y mucho más, debe de comprar ese derecho al distrito y generamos ingresos. La publicidad es otro factor. Estamos regalando la riqueza, hay que ser justos con la ciudad.
Para finalizar, la diferencia que hay entre los costos de las energías de transporte: diesel, gas y energía eléctrica. Esa diferencia se debe de quedar en el sistema.
Las 2 Orillas: Uno de los temas que más preocupa a los habitantes de Bogotá es la inseguridad, específicamente con el Tren de Aragua. ¿Cómo afrontarlo desde su punto de vista?
M.R: Con inteligencia y eso se lo da el Ministerio de Defensa. Los consejos de seguridad en ese aspecto son fundamentales.
Las 2 Orillas: En ese caso, ¿usted promueve la militarización de las ciudades?
M.R: No, jamás. Por una razón muy sencilla, la formación militar es para cuidar la autonomía del país, para defenderse de enemigos externos. Pero nuestro país, como caso aislado en el mundo, ha utilizado sus fuerzas militares para defenderse a sí misma de sí misma. Es atípico que una Nación se mate a sí misma. Entonces, ¿Entrenamos a un militar para entrenarse en la selva para ponerlo a cuidar la 72 con Avenida Caracas? ¿Qué puede hacer? Dónde un militar lo llegue a tocar, se mete en un lío ni el berraco. No tiene sentido, son espantapájaros.
Las 2 Orillas: Para ir cerrando esta entrevista, ¿De qué se trata el podcast tarifa cero que está disponible en su página web?
M.R: Es un podcast que tiene 9 capítulos. Los invito a que lo escuchen para que escuchen los argumentos porque son muy complejos y requieren tiempo. Bogotá puede ser la primera gran ciudad en implementar ese sistema. En diez años este tema va a ser de conversación. Nos estamos adelantando a lo que va a ser una tendencia global en el transporte. En la academia se llama Mobility as a service. El derecho al acceso es un derecho universal.
Preguntas rápidas:
- ¿Cuál es su deporte favorito?
M.R: Para practicar el ciclismo y para ver el fútbol.
- ¿Cuál es su club favorito?
M.R: Millonarios.
- ¿Cuál es su género de música favorito?
M.R: Rock en español.
- ¿Algún libro preferido?
M.R: Recomiendo Fuego y Cenizas de Michael Ignatieff y My Forty Years in Politics de David Axlerod, ex asesor de Barrack Obama. De las cosas que más leo son biografías. La más importante ha sido The Power Broker de Robert Caro.
- Usted hace muchos reel’s hablando de Bogotá, ¿Cuál ha sido el lugar que más le ha gustado?
M.R: Las Aguas y el Eje Ambiental, sobre todo por la tarde. El mirador más lindo es el de Sierra Morena, ubicado en Ciudad Bolívar porque tiene vista de 360 grados.
- ¿Cuál es su plan favorito los fines de semana?
M.R: Ir al estadio para ver a Millonarios, montar bicicleta e ir a ver cine con Matilde los fines de semana; sobre todo los domingos.
- ¿Cuáles son sus restaurantes favoritos?
M.R: La Fama, Wings, Mesa Franca, El Pantera y El Corral, soy feliz con la ‘corralera’ y malteada de Popsy.
- ¿Tiene mascotas?
M.R: Sí, tres gatos.
- ¿Cuáles son los líderes que más lo inspiran?
M.R: Últimamente he estudiado mucho a Franklin Roosevelt, Angela Merkel, Nelson Mandela, François de la Noë, Juan Carlos Flores y Sergio Fajardo. El otro año quiero leer todo lo referente a Lyndon B. Jhonson y algo me dice que hay una relación entre él y Roy Barreras. Puede que tenga una relevancia en el año 2026.
- ¿Algún concepto que quiera desmitificar de su figura como actor político?
M.R: Realmente no, porque sino se convertiría en una obsesión. Pero de haber alguna sería el gomelo. Me encanta el colegio en el que estudié y pude entender lo que significaban estar en el mundo del privilegio. Una cosa es una personalidad y otra es no tener convicción.