No hay porqué temerle a la Inteligencia Artificial: las máquinas jamás nos dominarán:

Las máquinas jamás nos dominarán: no hay porqué temerle a la Inteligencia Artificial

Por más que sea capaz de redactar ensayos, el Chat GPT está lejos de tener la complejidad del cerebro humano. Conversación con Juan Manuel Ospina

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julio 13, 2023

No recurrimos a la complejidad de un ingeniero para esta conversación sobre la Inteligencia Artificial. Hablamos con una profesora, una experta en política para que nos cuente, de manera pedagógica, sobre la complejidad de la AI.

Se trata de Carolina Isaza, doctora en Gobierno y Administración pública de la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Política Comparada y Relaciones Internacionales del Institut d’études politiques de Bordeaux, Francia, en 2002 y graduada en Ciencia Política (Grado con honores) de la Universidad de los Andes, Bogotá, 2001. Ella le baja los decibeles al miedo de la aparición este año de la Inteligencia Artificial y aclara que, aunque llegó para quedarse, esta es una herramienta y, como tal, es dominada por los seres humanos.

Juan Manuel Ospina: Algo grande está pasando, pero no lo alcanzamos a agarrar plenamente y es la Inteligencia Artificial. La politóloga nos hablará de esto desde el punto de vista del poder y tiene una base de Ingeniería Técnica muy importante. Para la vida cotidiana, soy un economista y creo que la Ciencia Política tiene mucho que decir sobre la Inteligencia Artificial. Carolina es profesora del Externado y tiene un doctorado en Políticas Públicas. Así que muchas gracias. ¿Por qué le tenemos miedo a la AI?

Carolina Isaza: Este es un tema que genera miedo entre los mismos programadores que se lo inventaron y hay mucha confusión. El miedo es exagerado, se ha sobredimensionado este surgimiento de herramientas con modelos de lenguaje grandes, el Chat GPT explotó este tema y lo puso en la mirada de todo el mundo.

J. M. O.: Aquí hay dos datos básicos. Hay una gran capacidad de recoger información. Te oí hace poco que esto está en la línea de lo que fueron en su momento los computadores.

C. I.: Esta es una gran analogía. Los desarrollos tecnológicos aparecieron desde la segunda mitad del siglo XX. Estos cambios nos han tocado en el transcurso de nuestras vidas. Desde que surgieron los big data, llegamos a un punto en el que lo que se puede hacer con la conexión a Internet y un computador es mucho más poderoso que antes. Y eso pasó con el chat este año.

J. M. O.: ¿Es falta de información?

C. I.: Creo que parte de la razón del susto es porque este tipo de tecnologías superó las expectativas. Lo que habían hecho era poner algoritmos, programas para reconocer palabras. A todos les han tocado esas casillitas para reconocer semáforos y uno, sin saber, estaba entrenando a esa Inteligencia Artificial.

Hasta el momento, los algoritmos se fueron volviendo muy buenos y el gran avance es que además de identificar la palabra, ahora los algoritmos generan textos nuevos, originales y esto se llama Inteligencia Artificial generativa. El miedo es que se desempeñó mejor de lo que esperaban los que se las inventaron.

Uno le pone al algoritmo todo lo que tiene un Wikipedia. El algoritmo procesa todos esos datos, pero le puede preguntar al algoritmo y nos produce una frase que tiene sentido y completamente original. Es una frase nueva que usa todas esas palabras que procesó previamente. Los algoritmos tienen una gran enciclopedia y toman de ahí lo que necesitan para producir textos, pero nadie esperó que el algoritmo fuera a construir cosas tan convincentes e impresionantes y las personas empezaron a pensar que las máquinas se iban a imponer, pero esto no es del todo cierto.

J. M. O.: Tiene unas reglas preestablecidas para redactar

C. I.: Sabe redactar muy bien.

J. M. O.: Hablaba con un amigo y uno le puede poner que redacte a lo Shakespeare. A mí, eso me asusta. ¿Usted y yo que somos profesores, se acabaron los trabajos, entonces?

C. I.: Este es un punto controversial. El problema es que esto llegó para quedarse. No podemos quedarnos a resistir, sino aceptar estas herramientas. Estos modelos de lenguaje son grandes redactores. Nos puede ayudar a escribir mejor. Hay que preguntarle al Chat GPT cómo escribir mejor.

Un uso que he tenido en clases es pedirle al chat preguntas que pueden aparecer en un examen de política y así pueden estudiar mejor. Hay que traerlo a la clase y mostrar también cómo se equivoca porque no es capaz de diferenciar lo real de lo falso. No tiene criterio. No sabe si es adecuado o está fuera de las reglas sociales.

El contenido es poco confiable porque ha habido mala interpretación. El término que han acuñado es que el algoritmo alucina. Si le dices, por ejemplo, la biografía tuya, se la inventa, y se inventa hasta la fecha en la que naciste. Si un estudiante le va a preguntar el año de la Constitución de Colombia, se lo va a inventar. Es un gran mentiroso. Ese peligro es real. Toda esa gente que se ha dedicado a hacer fake news, si usa estas herramientas para redactar buenos comunicados y noticias falsas, creerán que son verdaderas. Ese es un peligro para la democracia.

J. M. O.: Hace poco tocabas un punto muy interesante es que esto ayuda a agilizar trabajos rutinarios de asentar cosas. En esa perspectiva, habrá empleos que van a desaparecer. Donde hay cosas que son eficientes como sacar la tarea en horas cuando antes se demoraban días, hay una serie de actividades laborales que pueden ser exitosas.

C. I.: No lo creativo, pero también va a ser bueno para eso. Por ejemplo, pondrá en riesgo la profesión de guionistas, podrá crear historias muy creativas. Hay trabajos rutinarios que podrían ser reemplazados, por ejemplo, en la industria, en las bodegas de Amazon, todo está automatizado, pero es cierto que al final vamos a necesitar al ser humano. Una persona que hace contratos o correos, eso ya no se va a necesitar porque lo hace el algoritmo. Al final, el humano debe leer ese contrato para asegurarse que no va a cometer errores.

J. M. O.: Aparecen dos cosas que hemos venido diciendo: primero, la Inteligencia Artificial no tiene iniciativa, es un instrumento sofisticado, pero detrás hay una persona manejando esto. Facilita acciones humanas, pero no lo sustituye. Segundo, no hay juicios morales, simplemente dice con estos datos, cuál es la mejor manera de tumbar este edificio. Este es un instrumento técnico para organizar la información. El ser humano siempre va a estar detrás.

C. I.: Como ocurre con todas las herramientas, los carros, la olla a presión o las armas, tiene que haber una persona con una consciencia que decida cómo los va a usar. Ese algoritmo no tiene iniciativa para tomar decisiones. Estamos en la primera fase de desarrollo, acá hay una capacidad de organizar información que el cerebro no puede acomodar, la big data.

J. M. O.: Hablan de la otra fase de la Inteligencia Artificial donde ya, chao humanidad. ¿Eso es posible?

C. I.: Eso es materia de especulación, esto es idea de ciencia ficción. Se soñó que una máquina era capaz de reemplazarnos, pero la inteligencia humana es muy compleja, hace varias cosas a la vez. Un algoritmo siempre es especializado, una cosa a la vez, ninguna puede hacer las cosas al tiempo, como controlar los pulmones, el corazón, mirar el wasap, caminar. Esa complejidad no la podemos reemplazar.

J. M. O.: Además de las emociones, la bondad, la verdad, la mentira. ¿No crees que se dé ese salto? Son dos universos distintos.

C. I.: Es que no se parecen al cerebro humano, es que ni siquiera los neurólogos saben cómo funciona nuestro cerebro, así que todavía no lo podemos imitar y en un futuro también será un problema.

Aquí la conversación completa:

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