Corea del Sur es hoy el rey de la industria del entretenimiento. Las plataformas de streaming les apuestan cada vez más a los contenidos cinematográficos realizados por este país; pero no sólo las películas y series coreanas han logrado el éxito internacional, sus bandas musicales también se codean con artistas ganadores de Grammys.
Si bien este fenómeno conocido como Hallyu u ola coreana se viene registrando desde finales de los años 90, el posicionamiento de BTS y el lanzamiento de la serie ‘El juego del calamar’ en el 2021 ha hecho que todo el mundo hable de la industria musical y audiovisual coreana.
El juego del calamar fue, según Netflix, la primera serie que rebasó los cien millones de espectadores en el primer mes de lanzamiento. Además, en ese momento tres series coreanas estaban entre las diez más vistas de la plataforma a nivel mundial.
Pero no solo los grandes empresarios, encargados de manejar el entretenimiento de Corea del Sur, han logrado la internacionalización, también las políticas de estado que muchos de los presidentes han impulsado jugaron un papel indispensable en la expansión de la ola coreana.
En 1999, el presidente de Corea del Sur, Kim Dae-jung, creó una ley para la promoción de las industrias culturales, en la que se destinó desde entonces al menos 1% del presupuesto total de la nación a este tipo de actividades.
¿Qué tienen de especial las películas y series coreanas?
Uno de los aspectos más sobresalientes es su producción. Las locaciones son inimaginables, los recorridos por las pequeñas islas que tienen relevancia para el país es hacer un tour desde la lejanía. Además, los atuendos parecen recién salidos de una revista de moda u outfits con elementos muy simples combinados de maneras no tan obvias, las series y películas coreanas son toda una lección de estilo.
A diferencia del formato de una historia contada a través de incontables temporadas, como sucede en la televisión occidental, un drama sólo necesita de 10 a 15 episodios en una sola temporada para contar una historia de manera contundente y bien lograda.
Ver dramas coreanos, aunque parezca pretexto, es una excelente forma de conocer la cultura del país, ya que a lo largo de las historias se exponen las normas sociales y tradiciones sin tener que estudiarlas. El día a día de los personajes se convierte en un reflejo de la vida de un ciudadano promedio.
Es casi imposible ver una producción coreana y no terminar con antojo de ramen, bibimbap, dumplings o alguna otra delicia asiática. En cuestión de un par de episodios se puede hacer idea de cómo es la gastronomía de ese país.
Hablar de las actuaciones también es todo un mundo. La impecable interpretación de los actores hace que el público se pueda conectar con la historia en un abrir cerrar de ojos. Rara vez hay una actuación mal ejecutada. Y ni hablar de sus increíbles apariencias, por eso la mayoría de ellos también son modelos.
A pesar de que el mundo tiene una mentalidad mucho más abierta, hay quienes no toleran ver escenas de sexo o lenguaje vulgar en las producciones. Precisamente estos dos factores rara vez suceden en las películas y series coreanas.
Finalmente, su amplio catálogo en géneros también los convierte un rotundo sí. Hay series para todos los géneros, edades y gustos.
Vea también: Las cinco series coreanas de Netflix que no debe perderse
¿Por qué el K-pop está conquistando el mundo?
El pop coreano o K-Pop, atraviesa uno de sus mejores momentos, pues arrastra a decenas de millones de personas, de todas las edades, y mueve miles de millones de dólares al año. Es por ello que también es el género musical predilecto para amenizar las producciones de Corea del Sur. Para los melómanos, es una oportunidad única de exponerse a bandas únicas y cantantes sin igual.
La combinación de géneros, nuevos ritmos, bailes casi imposibles de ejecutar, la perfección de los videos, hacen del k-pop una de las industrias inalcanzables para occidente.
Dentro del K-POP hay grupos conformados solamente por varones, ‘boybands’, otros solamente por mujeres, ‘girlbands’, y cantantes solistas. Todos los miembros de estos grupos son denominados ‘idols’ por los fans. Deben llevar una vida pública y privada, sin errores, merecedora de seguir por todos.
Además, sus apariencias físicas también deben ser perfectas. Siempre luciendo impecables, sin una arruga en la ropa, ninguna mancha, pieles como de porcelanas, vestuarios dignos de la realeza.
Es por ello que muchos de esos llamados ‘ídolos’ sucumben ante la presión y deciden terminar sus vidas. Aun sabiendo esto, los seguidores del k- pop continúan apoyando la industria y consumiendo todos los productos de la misma, como photocards, lightsticks, discos y álbumes.
También hay muchos fanáticos de este género musical que denuncian los abusos e incluso envían cartas a las agencias para que las condiciones de sus artistas mejoren, pero esto termina en nada. En la mayoría de ocasiones terminan siendo ignoradas. A pesar de esto, el k-pop se sigue posicionando como un movimiento de masas.