Serie '33 lecciones para construir la paz'. Capítulo 13: la vibración

Serie '33 lecciones para construir la paz'. Capítulo 13: la vibración

“La materia [energía] ni se crea ni se destruye, se transforma”. Pero los escépticos dicen que solo creen en lo que sus ojos ven y en lo que pueden tocar...

Por: Juan Mario Sánchez Cuervo
julio 07, 2023
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Serie '33 lecciones para construir la paz'. Capítulo 13: la vibración

El mundo actual está vibrando desde la interferencia de dos energías oscuras
que en realidad son una sola: el miedo y el odio

En el mundo, en todo el universo, nada permanece estático ni inmóvil. Por el contrario, todo se mueve, todo cambia, todo se transforma y se renueva a cada instante: todo fluye. Todas las cosas, todo lo que existe es básicamente energía. Somos organismos (sistemas u organizaciones) que recibimos, damos, intercambiamos, acumulamos, desperdiciamos, renovamos o transformamos energía.

La vida es, en esencia, energía que fluye. La muerte significa la disolución de dicha energía y el comienzo de un nuevo estado de consciencia. Como dijo el sabio Antoine Lavoisier (siglo XVIII): “la materia [energía] ni se crea ni se destruye, se transforma”. Así que estoy hablando en términos científicos. Sin embargo, los escépticos, los incrédulos, dicen que solo creen en lo que sus ojos ven y en lo que pueden tocar. En primer lugar, los ojos físicos ven muy poco y mal. En segundo lugar, lo que tocamos (la “realidad”), si bien resulta evidente, es la presentación o apariencia de algo esencial que escapa a los sentidos.

La realidad se nos ofrece fragmentada, troceada, difuminada y, desde esta óptica, nos resulta tan incomprensible como inexplicable. Sólo los ojos del espíritu pueden ver. Por consiguiente, aunque les suene a retahíla (y no lo es), afirmo: hay irrealidades más reales que la realidad más real. Por ejemplo, todo lo que existe primero fue un sueño de algo o de alguien, después ese sueño ancló en la realidad: se materializó. Hay sueños tan macizos como una roca.

Todo lo anterior para introducir un tema en apariencia intangible; y no obstante, corresponde a un aspecto de la realidad que nos afecta por dentro y por fuera en cada instante de nuestra existencia: la vibración. Nuestros pensamientos, en tanto energía, emiten ondas. Los pensamientos están en constante vibración y nos modifican y modifican el entorno.

Nuestros átomos, moléculas, células… todo el organismo vibra sin cesar, y con cierta frecuencia, correspondiente a la energía luminosa, opaca u oscura del portador. Y como dije en una pasada lección: en cuanto somos unidad (la inmensa red de organismos) incidimos de alguna manera los unos en los otros (confrontar con el efecto mariposa).

Si a alguien le parece lo enunciado hasta ahora palabrería etérea e insustancial, le digo: negar la vibración de todo lo existente, es como negar el espíritu o negar la realidad del pensamiento. El espíritu no se puede tocar, el pensamiento tampoco, pero nadie se atrevería a decir que no existen. De igual forma existen la vibración personal y universal que nos afecta a todos.

Les puedo anticipar que la presente coyuntura o crisis mundial (en realidad cósmica) corresponde a un asunto de vibración. La inmensa mayoría de los terrícolas está convencida de que se trata de un conflicto político. Conflicto político hay (y  una Tercera Guerra Mundial en transición), pero el problema es de otro orden. Atención al siguiente enunciado: en estos momentos de la historia estamos todos los que somos y somos todos los que estamos.

Quiero decir que todos los presentes somos protagonistas en la película, conforme a nuestras intenciones, pensamientos, palabras, acciones u omisiones. Por lo cual,  cada quien debe asumir el respectivo rol y afrontar las consecuencias. Aquí estamos por algo y para algo importante.  El futuro de la humanidad está en nuestras manos, y dicho futuro corresponderá al poder de la vibración individual y colectiva. Nadie puede decir: “no es asunto mío”. Insisto: tenemos que asumir lo presente, y lo que viene. Nadie existe en esta dimensión o plano por casualidad, sino por causalidad.

Fue en ese sentido que un gran filósofo (Platón) habló de la preexistencia del alma… es necesario volver a la fuente de la sabiduría (la verdad) para comprender (al menos un poquito) lo que ha sucedido, lo que está sucediendo y lo que se aproxima. A mí particularmente me encanta lo que se ve venir, porque es la gran oportunidad para el género humano… y lo podrán comprobar en su momento.

Desde la misma perspectiva, el miedo y el odio (constituyen una sola entidad o vibración) son las dos energías oscuras que están interfiriendo en la marcha normal del mundo y del universo. El proyecto inicial y perfecto fue estropeado por la oscuridad que astutamente tiene apariencia de “luz”.

De hecho, la intolerancia, la violencia, la ira, la guerra, el caos, la división, la desesperación, la angustia y el terror se apoderarán de gran parte de la humanidad… salvo que despierten, que despertemos, a tiempo. Aclaro que la decisión es muy personal. Por eso dije que nadie podrá escapar a la propia responsabilidad. Los hombres de buena voluntad deben empezar por invitar la Luz verdadera a la casa y que se manifiesta en estos dones: amor, fe, esperanza, perdón, misericordia, paciencia, desapego a lo mundano, calma, prudencia, domino propio y amabilidad.

Pocos entenderán lo que sigue, porque en este plano es casi imposible comprender el concepto tiempo. Más que comprenderlo se trata de experimentarlo: pasado-presente-futuro es un todo: hablo de la simultaneidad del tiempo. Por eso anuncio lo que ya fue anunciado:  La Luz ya triunfó sobre la oscuridad… de ahí que en la actual guerra es urgente rodearse del infinito poder de la Luz: te protege  y protege a los que amas.

Por otra parte, la vibración está en correspondencia con la intención. Todos (en potencia) tenemos la capacidad de percibir las intenciones de los demás. Si alguien, por ejemplo, nos dice o hace algo en apariencia con recta intención, pero desde un corazón que tiene malas intenciones… deberíamos captar al instante esa oscura y baja vibración. El corazón nos avisa.

El problema radica en que ya no escuchamos al corazón; es más, muchos ya no viven en casa, se han desconectado del corazón. Esa desconexión los convierte en presa fácil del miedo, del odio y de todo lo que sea tinieblas. Urgentemente hay que regresar al corazón.

Cada corazón conoce el Camino de regreso. Repito lo que he dicho en otras lecciones: sólo no puede ver el que no quiere ver. El caso es que los incrédulos, los soberbios, los tercos, los mediocres o tibios, los fanáticos… todos ellos creen que se la saben todas, se creen muy inteligentes, sabihondos y  entendidos… y son apenas unos pobres necios, ciegos e ignorantes. Tienen vendados los ojos, y, juntos (ciegos, guías de ciegos) van rumbo al desfiladero.

Ahora, es importante trasmitir un secreto antiquísimo y no muy tenido en cuenta: donde pones tu atención pones tu energía. No le entregues el poder a nadie. Bloquea una baja u oscura vibración (y toda mala intención) cambiando de canal. Sintoniza otras frecuencias. Aprende a ignorar lo que tienes que ignorar. Practica la indiferencia filosófica, el estoicismo, la imperturbabilidad y serenidad. Son las mejores armas contra el peligro de las actuales vibraciones. Ustedes no tienen que creerme nada. Practiquen y verán. Además, la humildad, la paciencia, la alegría y el amor anulan las interferencias ya enunciadas.

Lo sé y lo comunico (debo comunicarlo): hay entidades que tú alimentas si vibras desde el resentimiento, desde el odio, la ira y el miedo. Les das poder y destruyen y te destruyen. En cambio, si vibras desde la empatía, desde la tolerancia y la comprensión te conectarás con la fuente pura y suprema de la total energía luminosa del universo (Amor).

Esta fuente vibra a una frecuencia infinitamente alta y luminosa. En esa sintonía no existe la muerte ni el sufrimiento ni el miedo. Experimentarás entonces lo que yo denomino orgasmo espiritual; es decir, paz interior (gozo). Esa felicidad, lectores míos, es necesario vivirla para intentar comunicarla, y no tiene nada que ver con el poder, la fama, el dinero y las posesiones materiales. Estas eventualidades, por el contrario, son un obstáculo para alcanzar esa paz interior. La meditación es un camino.

En otro orden de ideas, el día que te encuentres preparado para percibir con claridad la vibración de otra persona, entonces lo más seguro podrás vislumbrar: qué quiere, dónde está, de dónde viene, hacia dónde va y qué es o quién es. El paso número uno es sumergirte sin temor en el mayor de los misterios y que de paso te dará el mayor conocimiento en esta dimensión: tú mismo. También prepárate en el arte de observar, y entonces, quizás, logres a tu antojo modificar (modular) el estado y frecuencia desde los cuales vibra tu propia energía. Un gran maestro espiritual incluso puede modificar, para el bien, las bajas vibraciones de los demás.

Nota Bene: frecuenta las vibraciones luminosas: amor, misericordia, comprensión, generosidad, amabilidad, paciencia, mansedumbre, humildad. Evita las vibraciones bajas u oscuras: miedo, odio, ira, vergüenza, culpa, resentimiento, impulsividad, envidia, soberbia, egoísmo.

Por último: ¿y qué tiene que ver la lección de la vibración con el tema de la paz? Respuesta enteramente obvia: el que tiene ojos, ve; el que tiene oídos, escucha; el que tiene entendimiento entiende, y el que vive en el corazón sabe interpretar y leer otros corazones. Así mismo: los que vibran en la paz, comunican paz; los que verdaderamente quieren la paz, emiten buenas intenciones para construir esa paz. Por ende, sus actuaciones corresponden con la paz.

En contravía, los desesperados meten desesperación; los odiosos, odio; los miedosos, miedo; los guerreristas, guerra; los violentos, violencia; los impacientes, impaciencia. El mismo corazón te avisa quién llega a tu casa con intenciones de paz. Por eso volver al corazón hoy por hoy es un asunto inaplazable: de vida o muerte.

Posdata: próxima lección… el grito de los inocentes.

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