¿Cuáles son las zonas dónde hace treinta años mandan las FARC y el ELN? ¿Por qué estos lugares y no otros? ¿Qué habría que hacer allí, en caso de que se firme la paz en La Habana? Estas son algunas de las preguntas que responde el último informe de la Fundación Paz y Reconciliación.
El postconflicto es una etapa que va desde el momento en que finaliza el conflicto armado interno y se avanza –si evoluciona favorablemente- hacia una etapa de “normalización” que es medible a través de las transformaciones institucionales, desarrollo social, inclusión, garantía para el ejercicio de los derechos, reconciliación y una nueva cultura política democrática. Este es el camino que tendrá que recorrer Colombia en caso de que se firme el acuerdo de paz en La Habana.
Pero para poder asumir dicho proceso es importante reconocer el tiempo que tomará restablecer el país pero sobretodo prestar atención especial a los territorios que sufrieron las olas de violencia más intensas.
El postconflicto se puede dividir en cuatro líneas de tiempo que son; el alistamiento que consiste en una estrategia del Estado para evitar la reaparición de nuevas olas de violencia; la segunda, que busca ganar la confianza de la población para que con su ayuda se puedan aplicar los acuerdos de paz; el “plan de choque” llamado por la Fundación Paz y Reconciliación como las victorias tempranas para la paz y no se tratan de transformaciones estructurales a mediano y largo plazo sino de la creación de condiciones que las prefiguren y contribuyan a la indispensable construcción de un clima de confianza nacional e internacional sobre el proceso. En otras palabras, es una acción comunicativa en la que, aún no habiéndose desarrollado las transformaciones estructurales de fondo, la población logra percibir que algo ha cambiado; y la última línea de tiempo que va desde la firma de los acuerdos hasta los siguientes 10 años y busca la normalización del país.
Un proceso de paz para un conflicto armado de más de 50 años debería tener dos objetivos. El primero es solucionar aquello que denominan las causas estructurales que llevaron a un segmento de la población a empuñar las armas con temas de participación política, acceso a la tierra, entre otras; y el segundo, es buscar el retorno al punto de partida, es decir, volver al punto donde arrancó la guerra para poder restaurar todo aquello que ocasionó el conflicto.
Statitas Kalivas[1], uno de los importantes estudiosos de las guerras civiles y de los conflictos armados, concluye que generalmente las guerras civiles, los grandes movimientos sociales y las olas de violencia que invaden un país, tienen que ver con causas locales o situaciones regionales.
En Colombia la violencia no se desarrolló homogéneamente en el territorio, y los factores estructurales no son similares en todo el país. En este sentido uno de los retos territoriales deben estar enfocado a eliminar la economía que generó la guerra desarrollada en los territorios excluidos y marginados donde se establecieron grupos ilegales a costillas de los cultivos de coca, la minería criminal y las redes de extorsión.
La falta de interconexión al mercado nacional es decir la ausencia de vías, la inexistencia de sistemas de integración política y la falta de infraestructura social ha constituido en una sociedad segregada y apartada. Por eso allí, no sólo se deben construir carreteras y acueductos sino también reconstruir la organización social para que se creen lazos de confianza que permitam integrar la población de estos territorios a la vida nacional.
Los hombres y mujeres que saldrán de los grupos guerrilleros no se irían a las ciudades a inventarse una nueva vida. Los guerrilleros se quedarán y realizarán su reinserción en las zonas donde operaban. Esto significa que inicialmente las dinámicas de postconflicto no se vivirán en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla, sino en municipios con vulnerabilidad alta de recaer en la violencia como los son Puerto Asís, La Macarena en el Meta o San Vicente del Cagüán.
Después de una década, el equipo de investigación de la Fundación Paz y Reconciliación ha logrado establecer cuáles son estos lugares en donde se vivirán los retos territoriales del postconflicto. Son 281 los municipios en donde las guerrillas de las FARC y el ELN han hecho presencia en los últimos 30 años, pero además hay otros 300 que han tienen presencia de economías ilegales. Si bien, los segundos, no son un foco fundamental del postconflicto, deberá pensarse en un tratamiento para ellos, para lograr construir una sociedad pacífica y democrática a futuro.
Las FARC está presente en 242 municipios agrupados en 14 regiones donde vive más del 12% de la población colombiana. Por su parte, el ELN opera en 99 municipios ubicados en 7 regiones del país, que al unirlos da un total de 281 donde se han establecido ambas guerrillas.
De las catorce regiones de las FARC, once tienen una presencia importante de económicas ilegales, mientras el ELN lo ha hecho en seis. Economías que se han sostenido de cultivos ilícitos, minería ilegal o rentas ilegales urbanas comunmente llamadas “vacunas”. Por tal motivo, la Fundación Paz y Reconciliación creó tres indicadores que clasifican estos municipios de acuerdo a su probabilidad de que nuevamente surjan grupos armados ilegales en estos territorios; de que se produzcan olas de violencia luego de la dejación de armas de las guerrillas; y de la capacidad institucional del Estado local y regional para afrontar los retos de la aplicación de los acuerdos de la Habana.
Para evitarlo entonces habría que tener en cuenta unos componentes que son: la presencia institucional que estaría dada por la implementación de hospitales, oficinas bancarias y juzgados, entre otros; los factores de violencia que tienen que ver con la presencia de mineria ilegal y áreas de cultivos y procesamiento de coca; un componente geográfico que sería el índice de ruralidad y cobertura de vías terciarias; y el social que tiene que ver con el cubrimiento de las necesidad básicas insatisfechas.
A continuación se presentan cuatro mapas con cada uno de los componentes de Estado, violencia, geografía y sociedad.
Como se ve en los mapas, los 281 municipios están distribuidos en tres colores (rojo, amarillo y naranja). El rojo significa vulnerabilidad Extrema, el naranja vulnerabilidad Alta y el amarillo vulnerabilidad Media.
¿Cómo se alcanzan las victorias tempranas para la paz?
Desde la firma de los acuerdos hasta los siguientes 12 meses se le llama la fase de las Victorias tempranas de la paz. En este periodo se deben realizar un conjunto de actuaciones concretas en territorios puntuales; acciones que se puedan realizar rápidamente y hacerse altamente visibles, y por eso implican un plan de comunicación estratégica que contribuya a la valoración del proceso de paz así como a su legitimación.
Para ellos hay dos puntos que constituyen la columna vertebral del proyecto de victorias tempranas.
- Una nueva forma de diálogo social, de intervención anticipada, de explicación contextual a la comunidad y de cumplimiento garantizado.
- Obras de infraestructura sencillas, concretas, sentidas como necesidad por la comunidad y seleccionada por ellas en un proceso de diálogo y concertación que puedan hacerse rápidamente. Y aquí se pordría hablar de seis tipos de obras.
- Infraestructura local (vías terciarías y navegabilidad fluvial). Es el sustento de la actividad de comercialización para crear mercados legales y sostenibles.
- Alumbrado 24 horas y obras de alcantarillado y acueductos.
- Respuesta inmediata en temas de administración de justicia local y seguridad rural.
- Proyectos alternativos que permitan el control y mitigación de los efectos de las economías ilegales.
- Seguridad física y garantía de participación para defensores. de derechos humanos y líderes sociales locales.
- Acciones adicionales que se enfoquen en las Necesidades Básicas Insatisfechas.
La importancia del informe de la Fundación Paz y Reconciliación es que prende las alarmas sobre unas zonas que serían claves para el eventual proceso de paz en Colombia, sobretodo porque de ellas dependerá que el postconflicto salga triunfante o fracase en su intento. Más allá de los hechos cometidos por ambos grupos guerrilleros, lo importante ahora es empezar a construir un futuro en conjunto con las poblaciones afectadas por la guerra y quienes fueron sus víctimarios pues ambos son hijos del mismo territorio y les pertenece. Hoy el reto es aprender a convivir más allá del odio y el rencor en un país que hace más de cincuenta años ha está dividido entre la ruralidad y la vida de las ciudades pues no se puede pensar en la paz si no estamos dispuestos a imaginar un futuro compartido con quienes alguna vez nos hicieron llorar.
[1] Kalivas, Stathis. La ontología de la "violencia política", acción e identidad en las guerras civiles, 2004. Revista de Análisis Político, 2004, no. 52.
Haga click para ver el mapa detallado por regiones: