“Me pasaré a ETB tan pronto pueda, quiero estar con este operador” fue mi expresión al ver que la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, entraba en el negocio que solo unos ostentaban: la telefonía 4G. El gobierno colombiano acabó con el sistema de cláusulas, amplió el espectro del 4g a más operadores y ayudó a que los fabricantes de móviles entraran a competir directamente por las ventas, como es el caso de Huawei, Samsung, entre otros. Tras estas gestiones del gobierno por mejorar el panorama móvil en Colombia, sigue siendo una tortura, una cruz que cada colombiano debe cargar.
Como periodista apasionado por la tecnología, no he ocultado mi desdén por las fallas que presentan los operadores móviles tradicionales de Colombia. Pensando en eso, decidí terminar mi relación de más de cuatro años, con altibajos y demás, con la operadora más grande del país. Mis ojos se posaron sobre la atractiva y seductora ETB, que además de ofrecer unos planes económicos, me motiva a iniciar una relación por ser bogotana.
Como era de esperar, terminé cediendo a sus “encantos”, rendido a sus pies. Eso sí, como no estaba del todo encantado, decidí empezar una investigación. Primero, investigué sobre la cobertura que brinda, pues el 4G era lo que deseaba. En palabras de los asistentes comerciales de ETB, la cobertura es buena. Eso no lo pude comprobar. Segundo, me aseguré que también hubiese alguna atracción; pregunté si mi celular soportaba la banda de ETB, a lo que unánimemente, respondieron todos los asesores a los que consulté: Sí, su celular soporta las bandas.
Tras esas confirmaciones, me lancé a empezar dicha relación con ETB. Los asesores comerciales, me hicieron una “calle de honor”, como si fuera una eminencia y prosiguieron a oficializar mi relación con la compañía cachaca. Me enviaron el NIP para la portación y mensaje tras mensaje se confirmaba nuestra relación. Al cabo de unos 3 días, yo ya estaba “saliendo” con la ETB en su versión móvil. Sin embargo, desde ese momento empezó el desengaño.
Mi móvil no reconocía la sim card de ETB. Él se negaba a aceptar la relación. Me comuniqué con la empresa para saber que pasaba. El “callcenter” móvil de ETB, y también, el fijo, es de lo peor que puede existir actualmente. Está colapsado. Duré más de una hora para que me atendiera. Ella, la ETB, fue la primera en perder el desencanto conmigo, pues ya había empezado la relación y nada le interesaba más de mí, solo tenerme ahí comiendo de su mano.
Luego de esto, la asistente del “callcenter” que me contestó no me brindaba una solución satisfactoria. Le pregunté si me podía ayudar con la solución, a lo que me dijo que me quedaba más fácil comprarme un nuevo móvil. “Él suyo no sirve en ETB, compré uno en la compañía. Nosotros lo finaciamos” dijo ella y procedió a recitarme los lugares donde podría comprar un “Smartphone”. Eso me colmó la paciencia a lo cual dije, terminaré el contrato con ETB.
El post servicio al cliente en Colombia está tan deteriorado que acaba con la mejor de las relaciones empresariales. Las compañías móviles suelen ser esa novia interesada, que te quiere a ti, pero después de tener lo tuyo, ya no quiere saber de nosotros. Ese es el panorama de la telefonía móvil en Colombia y seguramente de muchos otros sectores. La portabilidad en el país no es tan sencilla como parece. En todo caso en nuestro país, debemos escoger a la menos peor.
