Metro de Bogotá: el populismo elevado
Opinión

Metro de Bogotá: el populismo elevado

Se están gastando en un absurdo nuestros impuestos dejando endeudada por muchos años la ciudad. La lupa sobre el metro elevado en diálogo con Ernesto Gómez Salinas

Por:
junio 24, 2023
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Dialogamos con Ernesto Gómez Salinas, notable constructor y autor bogotano, con quien llegamos a esta columna de opinión.

Razones para mantener un metro subterráneo:

1. Capacidad: Un estudio realizado por la firma de ingeniería Systra, encontró que un sistema de metro subterráneo en Bogotá podría transportar hasta 72.000 pasajeros por hora en cada dirección, mientras que un sistema de metro elevado solo podría transportar entre 20.000 y 30.000 pasajeros por hora en cada dirección. Un metro subterráneo tiene así una mayor capacidad de transporte de pasajeros por hora que un metro elevado. Esto se debe a que los trenes subterráneos pueden ser más largos y pueden operar a una velocidad más alta sin interferencia del tráfico.

2. Velocidad: Lo anterior aumenta la velocidad promedio de transporte de pasajeros en la ciudad, optimizando el recurso laboral. Actualmente la velocidad promedio de Bogotá son 28 km por hora.

3. Menor impacto ambiental: Un metro subterráneo no requiere la construcción de pilares y viaductos, lo que significa que tiene un impacto ambiental mucho menor que un metro elevado. Además, el ruido y la vibración del metro subterráneo son mínimos, lo que lo hace más amigable con el entorno urbano. Un estudio realizado por la Universidad de los Andes encontró que un sistema de metro subterráneo en Bogotá tendría un impacto ambiental mucho menor que un sistema de metro elevado, ya que no requeriría la construcción de pilares y viaductos en la superficie. Se reduce la contaminación auditiva del metro elevado.

4. Menos interferencia del tráfico: Un metro subterráneo no se verá afectado por el tráfico en la superficie, lo que significa que puede operar de manera más eficiente y confiable que un metro elevado.

5. Mayor seguridad: Un metro subterráneo es más seguro que un metro elevado, ya que no hay riesgo de accidentes causados por la caída de objetos o la interferencia del tráfico. También, si se dota de policías y un buen sistema de cámaras, los amigos de lo ajeno quedan atrapados en él, no les queda tan fácil saltar de la estación al caño para huir, como en Transmilenio.

6. Experiencia internacional: Hay muchos ejemplos exitosos de sistemas de metro subterráneos en todo el mundo, lo que significa que hay una gran cantidad de conocimiento disponible para la planificación y construcción de un sistema de este tipo en Bogotá. Hay ciudades como Nueva York, Londres y París que tienen metro subterráneo. Son sistemas eficientes, confiables y seguros.

7. Costo: Según un estudio de la Cámara Colombiana de Infraestructura, el costo de construir un sistema de metro subterráneo en Bogotá sería de alrededor de 15 billones de pesos colombianos (aproximadamente 4.2 mil millones de dólares), mientras que el costo de construir un sistema de metro elevado sería de alrededor de 16 billones de pesos colombianos (aproximadamente 4.4 mil millones de dólares).

Y lo más importante: ¡las primeras líneas deben conectar pobres con ricos y no pobres con pobres!

Miremos una retrospectiva

De la misma manera en que Manhattan tiene en el río Hudson una barrera infranqueable, Bogotá cuenta con la cordillera oriental de los Andes, la que le impide crecer cómodamente hacia el oriente y construir vías adecuadas por ese sector. Es por esto, que el trazado de Bogotá, proyectó 80 años atrás una primera línea del metro transportando los pasajeros en el sentido norte-sur.

Una sucesión interminable de alcaldes, impelidos por el egoísmo, el populismo y merecedores algunos del serrucho de oro, prefirieron diseñar nuevos proyectos a continuar con lo que ya estaba resuelto por su antecesor y de esta manera se postergó su construcción de una administración a otra. Miremos las tres últimas:

Administración Peñalosa: el insufrible Transmilenio

Aparece Transmilenio como algo muy novedoso y menos costoso, siendo esto todo lo opuesto a la realidad, pues de novedoso no tiene nada y por mucho, es más costoso que cualquier sistema de transporte masivo subterráneo. Transmilenio ocupa un espacio público importante en vías construidas para los carros y en estaciones donde el metro cuadrado vale más de 10 millones de pesos; en un estrecho tramo de sólo 10 metros de ancho por 1 kilómetro de longitud, la sola tierra puede ascender a 100.000 millones de pesos, pensando que no hay que comprar ninguna propiedad construida y demolerla para abrirle espacio a la vía. Otros defectos: Alta inseguridad por falta de voluntad política para poner seguridad y cámaras; elevado costo en repuestos de llantas, combustible, electricidad, mantenimiento; muy incómodo, de poca ventilación, foco viral; difícil acceso para discapacitados de movilidad reducida (no tiene ascensores en estaciones ni es fácil ingresar una silla de ruedas que debe saltar de la estación al bus sin ninguna ayuda mecánica); de acceso abierto para numerosos indigentes, mercachifles y tiene pasajes caros para el promedio de salarios de las clases bajas. Ventajas: buena cobertura de movilidad por la ciudad, relativamente veloz pero porque le quita movilidad a los demás vehículos.

Administración Petro: los estudios de un buen metro subterráneo, pero inútil al conectar pobres con pobres.

Se presentó nuevamente la opción del metro subterráneo, pero con una ruta equivocada para ganarse el vítor de las clases populares: ¡Conectando a Bosa con Kennedy! Como si los pobres de la ciudad fueran a trabajar a la casa de otros pobres. Lo obvio, lo deseable, lo lógico, lo imperiosamente necesario, sería que el metro conectara a los estratos más desfavorecidos con los más solventes (como fue planeado hace 80 años), para que tuviera sentido. Aunque el metro subterráneo es un acierto, la ruta fue mal trazada por negligencia o mero populismo.

Administración López: los estudios de un mal metro elevado, también inútil en su ruta

Se tiraron a la caneca otros 200.000 millones de pesos sacados de nuestros impuestos, para otros estudios que conllevaron al metro elevado que nunca estará capacitado para ser realmente un sistema de transporte masivo, pues estos metros elevados o sistemas livianos nunca llevan la misma capacidad de pasajeros y de vagones que un subterráneo; sería demasiado pesado y ruidoso aumentando la contaminación visual, auditiva y reduciendo la movilidad de la ciudad durante su construcción. Otro proyecto populista que quiere llevar pobres a casa de otros pobres: trasportándolos de Bosa a Engativá y evitando pasar por las zonas más desarrolladas de la ciudad. Que alguien le explique a Claudia que los ricos no necesitan tomar el metro porque trabajan y viven en la misma zona. Estas “megadecisiones”, vigorosas en populismo ramplón y con poca planeación práctica, llevaron a que el trazado del metro vaya ahora: 1. por la avenida Caracas y 2. por la autopista norte, siendo de manera paradójica, el área menos densamente poblada por Km2 de la capital de Colombia y la más saturada por medios de transporte. ¡Populismo inaudito!

En Latinoamérica hay setenta y una líneas de metro, entre las cuales se destacan: primera línea de Buenos Aires (construida en 1913, hace 110 años); las doce líneas de ciudad de México; las 8 líneas de Sao Paulo; y las 7 líneas de Santiago de Chile. La mayoría ya tienen más de 50 años…Bogotá: ¡ninguna! Y las dos que harán son inútiles.

Lima está construyendo en la actualidad seis nuevas líneas; en Colombia sólo hay 2 líneas existentes localizadas en Medellín.

Si estamos de acuerdo con que las medidas de Claudia López son populistas, compartamos. Se están gastando en un absurdo nuestros impuestos dejando endeudada por muchos años la ciudad.

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