Para nadie es un secreto que la palabra seguridad en Transmilenio es una falacia, una simple y llana fantasía. Viajar en un vagón —si es que alcanza, o lo dejan abordar— es sinónimo de agarras sus pertenencias con más fuerza que un grito de gol de James Rodríguez; se vuelve casi obligatorio necesario tener “ojos en la espalda”, con la mayor sutileza los malhechores hacen de las suyas, llevándose desde celulares hasta maletas.
Y sí, es cierto que no todas las personas que abordan el sistema tienen malas intenciones, pero es tanto el temor que ha inundado a todos los usuarios que se ha vuelto inevitable sentirse intimidado ante un: “Buenas días/tardes/noches, mi gente. Qué bonito es saludar y ser saludado” o el “Buenos días, perdónen por la manera de abordar este medio e’ transporte”.
Desde el año pasado el Gobierno hizo un compromiso para reforzar la seguridad con más de 300 uniformados pero según el alcalde Gustavo Petro “El aumento de Policía en Transmilenio solo se vio mientras tomaban la foto”. A modo de anécdota, el miércoles pasado estaba en la estación de la Calle 76 y de un momento a otro un hombre agarró de los brazos a otro afirmando que era un ladrón. La gente empezó a llamar a la policía, con afán gritamos por todos los vagones buscando la ayuda de la autoridad pero no hubo respuesta alguna. Al ver que no llegaba algún efectivo decidí llamar al 123 y denunciar el hecho, pero, ¡OH, SORPRESA! La policía nunca llegó.
La víctima del hurto se cansó y al ver que su teléfono móvil ya era historia, decidió dejar ir al ladrón y no tuvo la menor preocupación por poner la denuncia; este es el fin de muchas de las historias de robos en Transmilenio. Los perjudicados, por miedo o por llana pereza, pasan por alto el debido proceso lo cual permite a los malhechores lograr su cometido, arrebatar las propiedades de los demás sin recibir castigo alguno.
Un ejemplo de esto serían alias ‘Breiner’ y ‘Micolta’, dos de los ladrones más peligrosos del sistema. Han sido capturados más de 30 veces por delitos que van desde porte ilegal de armas hasta tentativa de homicidio —por el cual están siendo judicializados—.
Estos dos delincuentes tenían como “predeterminadas” las estaciones de la Autopista Norte y la Avenida Suba para cometer los ilícitos. Ya había varias denuncias sobre la presencia de estos dos individuos en el sistema, por lo tanto, la policía ya tenía una investigación al respecto. Pero las cosas llegaron al límite cuando en un intento por robar a una joven estudiante en la estación de Alcalá (en la Autopista Norte con Calle 134) casi acaban con su vida al lanzarla desde el puente a la vía de los articulados. La policía de Transmilenio ya los reconocía pues habían sido requeridos 45 veces al encontrarles varias armas blancas, pero los hombres argumentaban que las utilizaban en sus oficios varios como, la construcción, por ejemplo.
Las cosas no pueden seguir por este rumbo, no se le puede arrebatar la vida a una persona por un celular. Es momento de que las autoridades tomen realmente acciones, que se vea el pie de fuerza para combatir los delitos que se realizan dentro y fuera del sistema de transporte masivo.
Los usuarios también debemos adquirir una cultura de denuncia, si somos o vemos que alguien es víctima de un atracador, la solución no es quedarnos callados y limitarnos al “pobrecito/a, y nadie hace nada” que susurramos con la persona que tenemos al lado. Es la hora de que pongamos las cartas de la solidaridad en la mesa, porque así como es una persona ajena a usted, puede ser un familiar, incluso, usted mismo.
La paz no se construye dejando la guerra, la paz la construimos día a día, aprendiendo a vivir en comunidad y reconociendo al otro como individuo.