El colegio: lugar en el que crecemos, maduramos, experimentamos, jugamos, aprendemos… ¿Qué aprendemos?, algunos dicen que a saber movernos en la cultura que nacemos pues allí aprendemos su lenguaje, sus normas, sus significados, su lógica y también sus prejuicios y desaciertos. aArendemos a obedecer al maestro, nuestro superior, tal como lo haremos con el padre, el jefe, el sacerdote, el médico y tantas otras figuras de poder cuyas órdenes han de ser cumplidas sin algún atisbo de crítica o cuestionamiento.
Esto sucede porque en el colegio no nos enseñan a dudar, por el contrario, nos enseñan verdades dadas, fórmulas estáticas y datos que se quedaron cristalizados en el devenir de la historia, fotografías de realidades incomprendidas que no despiertan curiosidad, ni amor, ni pasión en el estudiante. Principios y valores que no impactan en la vida real ni generan cambios concretos porque por lo general, nada en el colegio se proyecta hacia el mundo que está afuera de sus muros. No por nada el conocimiento que allí se imparte es casi siempre estático, descontextualizado y acrítico, por lo que genera desinterés y antipatía, cuando no aversión hacia el mismo en los adolescentes que lo ven como tarea obligada. Dicho de otro modo, el conocimiento impartido en la escuela se construye al margen de los estudiantes y de sus realidades y se les presenta como un dogma y una verdad universal con la que no hay una relación aparente más allá de la memorización.
Decía Estanislao Zuleta, cuyas disertaciones sobre el tema permanecen hoy vigentes, que la educación “tiende a producir un individuo heterónomo, es decir, que tenga el máximo de dependencia en los demás y el mínimo de autonomía” (1985). Para el caso colombiano, podemos decir entonces, que la crisis del sistema educativo no sólo reside en un problema económico y político, como bien lo ha visibilizado el movimiento estudiantil principalmente sino también en un problema cultural que refiere a las prácticas pedagógicas, a los contenidos y la relación que se establece entre éstos y la realidad actual del país. Finalmente al rol del colegio y de la universidad como agentes reproductores de un orden social que debe ser cuestionado y transformado estructuralmente para lograr cambios reales y duraderos, no sólo en la sociedad, sino también en un sujeto que logre cuestionarse a sí mismo y al mundo que quiere construir, con autonomía, libertad y respeto al otro, haciendo así de la educación un campo de combate, un espacio para soñar donde el principal objetivo sea aprender, pero ya no para obedecer y recitar conocimientos abstractos, sino para desarrollar capacidades humanas para la vida misma.
@San_Angel28
