Imagínate al trasatlántico terrorífico de un cuento de Gabo ─El último viaje del buque fantasma─ irrumpiendo entre una espesa niebla, rompiendo y haciendo trizas ─cual destructor, barreminas, acorazado o rompehielos─ el lujoso malecón de Puerto Retrechero, Mercantilópolis o Ciudad Godótica.
Me refiero a un posible choque del glorioso navío del centro político, desde el cual lanzamos una incesante lluvia de ideas administrativas, sociales y económicas para tratar de colaborar en la construcción de una Colombia inclusiva, pacífica, justa, alegre y participativa en todas sus clases sociales.
Hoy nuestro barco se encuentra vivito y coleando, tomando aire, anclado a un muelle alternativo, preparándose pa las que sea ante bulos de un golpe. Mañana navegará entre las dos orillas, en los rápidos del caudaloso y revolucionario río del cambio.
Digo esto porque podemos pactar con la izquierda democrática y la derecha moderada, en un cordial abrazo de paz total. Corriente arriba o abajo pueden esconderse violentos armados, cazadores furtivos, francotiradores agazapados o locos de remate. Como es posible que encontremos fieles y poderosos aliados.
Lo de izquierdosos y derechuchos se originó hace rato en época de la Revolución Francesa debido a las posiciones que tomaron los bandos mayoritarios en la sesión del 28 de agosto de 1789, en la asamblea constituyente del país galo.
Sentados en las sillas situadas a la derecha del presidente de la asamblea se ubicaron los girondinos, o sea los lamebotas vasallos del rey, partidarios de instalar una aristocracia imperial al estilo inglés. A mano izquierda tomaron asiento los asambleístas jacobinos, los radicales republicanos convencidos de que había que acabar de raíz y de una buena vez con la monarquía y su parásito reyezuelo de pacotilla.
Fueron pasados al papayo, en el trascurso de años siguientes, bajo la filosa cuchilla de la guillotina, unos 15.000 sentenciados en el violento fragor de la revolución. Entre ellos el defenestrado rey Luis XVI, María Antonieta de Austria, Marat, Robespierre, Danton y el científico Antoine Lavoisier. Corrieron ríos de sangre en la Plaza de la Concordia.
Olvidemos la Revolución Francesa y sigamos pa lante.
Quiero dejarte en claro que, si eres centrista, debes estar preparado para recibir ataques encarnizados de lado y lado.
Incluso de hipócritas que aseguran estar en el “centro”, así, entre comillas. Hay “centristas” avivatos expertos en engañar incautos, buchiplumas de boquilla, revolutos de los dientes para afuera, habladores de paja.
Reconozco que todos caemos en esto desde cualquier perspectiva crítica. Para un neoliberal, un centrista es un rojo comunista. Para un extremista de izquierda, puede ser un azulejo conservador.
Creo en una ideología centrista llamada vesinalismo.
El vesinalismo es un humanismo-existencialismo-socialismo. Por cierto, hay un libro de Jean-Paul Sartre llamado El existencialismo es un humanismo. Sartre fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1964, distinción que rechazó explicando en una carta a la Academia Sueca que tenía por principio declinar todo homenaje de instituciones establecidas por el sistema. Otras obras: La náusea, novela. El muro, colección de novelas cortas y cuentos. Los caminos de la libertad, trilogía novelesca.
Vesinalismo va con letra S para diferenciarlo del vecinalismo argentino, que por allá es como nuestro comunitarismo de juntas de acción comunal.
Nuestra proposición, entre otros objetivos, apoya la creación de las entidades territoriales vesinales, o etevas, como núcleos básicos de un Estado vesinocrático. Entre ellas estarían las univelas.
Univela es el nombre de la eteva comunitaria, fundamental, de base. Es el acrónimo de “unidad vesinal”, y puede definirse, en una primera propuesta, como una manzana o grupo de manzanas, o vereda o agrupación de veredas, o asociación de al menos 50 vecinos. En el libro Referendo Vecinal ya!, puedes ampliar lo anterior.
Trasformar un vecindario desorganizado en univela es arepa comida en teoría.
En la práctica es otro cantar y está costando Dios y ayuda.
Gobierno popular que se respete tiene que entrar a ver cómo es que organiza las comunidades, puesto que en ellas se regodea a sus anchas el maloso desordemonio, o sea el gran desorden vecinal del demonio.
Por lo que he oído, el actual gobierno se propone hacer convenios o contratos con juntas de acción comunal para la construcción de vías terciarias. También hay una iniciativa para promover emisoras y redes virtuales barriales. Qué bien. Ya veremos qué sucede en tal sentido.
Llueva, truene o relampaguee, seguimos impulsando el vesinalismo.
A los cuatro y más gatos amigatos que desde hace rato han respaldado y siguen apoyando el vesinalismo, gracias, gracias, gracias.
Boquiflojo, metiche y jodón, un primo confianzudo entra de sopetón a mi archiprotegido estudio y lee en el monitor mi enésima columna.
─¡Juepajé!, primo, ¿y se puede saber qué es eso de “gracias, gracias, gracias”? ¿Las que hacen los politiqueros en campaña, los micos en el zoológico o los payasos en el circo?