Es innegable que el avance urbanístico, empresarial y económico que ha presentado Medellín en los últimos años ha ampliado de manera masiva el ingreso de extranjeros a la ciudad, si bien era común toparse con personas de todas las nacionalidades recorriendo las calles de la capital antioqueña, el crecimiento de este fenómeno ha empezado a preocupar a sus habitantes, sobre todo a aquellos de más bajos recursos.
El fenómeno paisa, reconocido ya a nivel mundial, ha creado toda una nueva cultura de lo que Medellín representa para el mundo, aunque su imagen más radicalmente negativa yace en el pasado y no es la principal fuente de atención de los actuales turistas, se han creado diversas vertientes culturales y sociales que han llamado la atención, de manera masiva, de diferentes grupos extranjeros.
Para comenzar podemos afirmar que la cultura “de calle” que se ha visto muy influenciada por el posicionamiento mundial del reggaetón, Medellín como la capital del género y todos los elementos que ello acarrea, ha cumplido un papel fundamental en este fenómeno, la zona roja paisa se ha expandido a una especie de variable donde no hay un punto claro y especifico y más bien se tiene influencia en casi todos los sectores de la ciudad, desde las más altas y exclusivas fiestas en los sectores acaudalados hasta los encuentros de piques en las comunas, sitios como palmas se han vuelto lugares de influencia donde se diversifican las clases sociales y el fin ultimo es generar espacios de manifestación de estas vertientes culturales donde la música, los motores, el alcohol, las drogas y el sexo son la conclusión de fondo.
Esta conclusión de fondo podría generalizarse a la ciudad en sí, pues, aunque no es el fin absoluto del turismo en Medellín, es ilógico pensar, cuando es evidentemente visible en las calles a diario, que la droga, el sexo y el derroche de dinero es el punto más fuerte del turismo paisa, aunque las instituciones oficiales afirmen que tal crecimiento migrante es causa del HUB tecnológico y el planteamiento teórico de la ciudad como una especie de Sillicon Valley suramericano, lo que en parte ha atraído grupos empresariales y oportunidades incluso para los paisas, pero que dista de ser el punto clave del turismo y nueva gentrificación extranjera en Medellín.
Al principio, el turismo mejoró enormemente la capacidad adquisitiva de los paisas, las tasas de cambio y la circulación de dólares y Euros en la ciudad propició un movimiento económico en ascenso que permitía una mejora paulatina de los niveles de vida dentro de la ciudad, el verdadero problema surgió cuando los extranjeros, que antes venían a gastar grandes sumas en cortos periodos de tiempo, se empezaron a quedar.
La presencia constante de extranjeros radicados en la ciudad y del aumento desbordado y variable de moneda extranjera ha hecho que, quienes poseen viviendas, tiendas, almacenes, centros comerciales, etc. Comiencen a elevar sus precios para acomodarlos a este grupo local que sin duda cuenta con mayores recursos para acceder a productos y servicios más costosos ¿la consecuencia? El desplazamiento de los paisas de la ciudad hacia sus extremos y poco a poco, fuera de la ciudad.
Es natural que exista un aprovechamiento de la oportunidad y que los dueños de apartamentos que antes daban en alquiler a una familia paisa en 1´500.000, les hayan sacado y ahora lo tengan postulado en Airbnb por 4´000.000 para que algún extranjero lo tome, sin embargo, esto, masificado a todos los servicios y productos de la ciudad, la convierten en un lugar hecho solo y exclusivamente para el extranjero, lo que al final hará perder la identidad paisa y terminará desplazando a todos sus habitantes nativos de la ciudad.
Ocurrió ya cerca de la ciudad, En el municipio de Guatapé, donde la presencia extranjera ha sacado ya a la mayoría de sus habitantes naturales, la pregunta es ¿se quedará Medellín sin paisas? ¿Qué pasará con las dinámicas sociales de la ciudad si la cultura se empieza a desplazar por las dinámicas comportamentales de los extranjeros? ¿perderá su identidad? ¿A dónde irán sus habitantes? ¿puede el gobierno hacer algo al respecto?
Todas estas preguntas quedan suspendidas en el aire, pues es incierto todo lo que pueda ocurrir debido a este fenómeno, sin embargo, lo que queda claro es que esta es la tendencia que lleva la ciudad y que seguramente pondrá cada vez más en aprietos a sus habitantes, Medellín sufre hoy en día un nuevo proceso de colonización pasiva en la que dólar a dólar se compra cada centímetro de la ciudad.
