La ley 100 ha sido desde su creación un negocio descomunal. No en vano la clase política y dirigente se empeña en sostenerla a capa y espada. Comencemos. ¿No fue Saludcoop en su momento la segunda empresa más poderosa del país? Sus ganancias exorbitantes le dieron para crear decenas de nuevos negocios y un emporio que nada tenía que ver con la salud : equipos de fútbol, aseguradoras, condominios, etc. Además de que el derroche mostrado por Saludcoop en su momento le permitió “premiar”con lujosas prebendas a su director, Carlos Palacino. Fue tan descarado el aura creada sobre el negocio que el mismísimo Juan Luis Londoño de la Cuesta (qpd) escribió en su momento un editorial en la revista dinero que llamó: <<Colombia, Modelo Mundial en Salud>>. Tenía que ser muy cínico e irresponsable cuando en ese momento eramos el tercer país con peor cobertura en vacunación de toda América (solo le ganábamos a Belice y a El Salvador) y teníamos casi 100 muertes maternas por 100,000 nacidos vivos, cuando EEUU, Canadá y Cuba tenían para la época menos de 6. Por supuesto su apreciación no iba en consonancia con lo que debe ser un sistema de salud sino con la rentabilidad de las EPS, y la joya para mostrar era Saludcoop.
Cualquier economista normal, como el de moda actual, Alejandro Gaviria, tendería a pensar que los intermediarios, en cualquier transacción, sea la sea, incrementan los costos. Pero a estos genios les parece que en el caso de la salud no es así, o que si es así poco o nada importa. Intermediaciones que en su momento llegaron a ser del 18% y que hoy rondan el 10% no les inquieta. Pero adicionalmente, y es algo que es la columna vertebral de la ley 100, tampoco les inquieta que quienes ponen los filtros (interprétese trabas en la atención de los pacientes) no sean quienes prestan la atención en salud. De esa manera la responsabilidad médico legal es de las IPS, cuando quienes entorpecen la prestación del servicio y el flujo de caja son las EPS. <<Doctor le autorizo la angiografía, pero no el bypass>>. Esta frase la escuché varias veces mientras trabajé en alguna Unidad de Cuidado Intensivo. La angiografía sin el bypass me sirve para ver cuál fue la arteria que se obstruyó causando el infarto cardiaco, y para mostrarle a los familiares que por esa obstrucción el paciente se murió, pero no para solucionar el problema: qué belleza. Es algo así como contar con el diagnóstico pero no con el tratamiento. Adicionalmente, estos administradores, ángeles de la muerte, diría yo, controladores del gasto, diría el exministro Gaviria, suelen rematar con sentencias como: <<Hay que autorizarla>>, <<Si quiere ponga una tutela>>, <<La tiene que aprobar la junta>>, etc. Y, ¿qué paciente, en la mitad de un infarto tiene tiempo para eso cuando los minutos valen oro? En últimas algunas IPS toman la decisión inconsulta de proceder. Resultado: la EPS glosa la cuenta porque el procedimiento no fue autorizado. ¡Infame y doloroso!
Pero sigamos. Ha habido cualquier cantidad de modificaciones y reformas a la Ley 100, todas con el ánimo de respaldar financieramente a las aseguradoras; ello ha llevado a que estas estén más que blindadas para amarrar el recurso. Si el problema fue por un accidente de tránsito lo cubre el SOAT, si es un problema ocupacional la ARL, si la enfermedad es de alto costo el Fosyga, y si usted tiene medicina prepagada o plan complementario: ¿para qué usa la EPS?. Adicionalmente, detalle que casi nadie toma en cuenta, la venta de medicamentos es libre. Aquello de que solo se despacha con fórmula médica es un saludo a la bandera. Pero es que eso también forma parte del negocio (Claudia Blum y su esposo son dueños de Tecnoquímicas). La gente de clase media, con cierto nivel de ingresos prefiere consultar de manera particular o comprar medicamentos o dispositivos por su cuenta que someterse a los tediosos tiempos de espera controlados por las EPS. Alejandro Gaviria se muestra preocupado por quién será el controlador del gasto. ¿Usted cree, estimado lector, que no hay cardiólogos suficientes en Colombia para atender la dolencia de su señora madre de un día para otro?: la respuesta es sí los hay. Pero su EPS solo abre cierta cantidad de citas por mes o contrata solo unos pocos cardiólogos adscritos. Así la cosa, cuando a usted le dicen de la EPS que solo habrá agenda disponible dentro de 3 meses, usted cubre la cita de su señora madre de sus propios recursos aunque le toque pedir prestado. Y eso: también le conviene al sistema. Y esa es una manera, entre muchas otras de empujar a la gente a la medicina prepagada o a los planes complementarios. No me diga que esto no le suena a un negocio muy bien pensado, y muy maquiavélico.
Por otro lado, corporaciones como Colsanitas cuentan con la famosa integración vertical. Colsanitas es EPS, al mismo tiempo es IPS y fuera de eso “forma” médicos. Es decir cuenta con el combo completo. Ella misma se paga, nadie la audita y tiene mano de obra barata para que haga el trabajo sucio. Sobra decir que ese estudiante, interno o residente, encargado del trabajo sucio, tiene que pagarle a Colsanitas para que lo deje practicar con sus pacientes.
Se va a ir de para atrás. Hace poco tiempo asistí a una consulta con un neurocirujano. Un señor más preparado que un kumis. Le pagaban $70,000 por la consulta. Sin exagerar, es mucho mejor reconocido un corte de pelo. Con menos estudio, con menos morbimortalidad, sin la secretaría de salud encima, sin tener que llenar los RIPS, etc. No quiero decir que el estilista no tenga derecho a ganar bien por su trabajo; digo sí que me dio pena con este neurocirujano por lo poco que le reconocían por su labor.
Ahora entiendo porque lo del intermediario tiene cierta lógica. Para el doctor Alejandro Gaviria la intermediación es muy buena y necesaria, porque controla el recurso. Ya lo entendí: La intermediación en una transacción es buena cuando el intermediario soy yo.