Persépolis y la realidad colombiana

Persépolis y la realidad colombiana

Por: Roberto Hernández
febrero 19, 2015
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Persépolis y la realidad colombiana
Imagen Nota Ciudadana

El filme “Persépolis” demostró que puede llegar a convertirse en un reflejo no solo de la sociedad iraní y todo lo que tiene que pasar un musulmán dentro y fuera de su nación.

Es un llamado de atención a la sociedad actual, que ha entrado en decadencia, a un pueblo que añora el romanticismo pero que actúa como si viviera en la prehistoria. La selva de cemento adaptó la ley del más fuerte y los hombres caminamos como los caballos con riendas, impulsados por los intereses de otros, con los ojos vendados a los lados para ir a donde quiere el jinete y así no preocuparse por lo que pasa en el entorno.

Muchos caballos se han vuelto briosos, las personas han visto la problemática que sufre el mundo y han tomado conciencia social, son pocos, pero hacen mucho, sin embargo la meta es que debe cambiar el chip para que los tratados, diálogos, conversaciones, etc. no queden en el aire, sino que sean el primer paso para la construcción de una paz tan anhelada en un sitio azotado por el terror durante tanto tiempo.

Vivimos en un país que ha soportado la violencia armada por más de medio siglo, con la aparición del bipartidismo y la muerte de un gran líder político como lo fue Gaitán. Se desató en las tierras cafeteras, tanto en áreas rurales como urbanas, un choque de trenes en busca del poder y el territorio colombiano.

La búsqueda de las riquezas y la distribución inequívoca de los recursos trajo consigo la desigualdad social, además se quiso mantener un pueblo subyugado y poco educado que pudiera ser fácilmente dominado ante situaciones adversas mientras viviera en condiciones paupérrimas sin conocer la verdad sobre su entorno y por ende no exigir sus derechos y libertades civiles.

Irán se encontraba en un período de guerra, los oriundos de aquel país de Medio Oriente, estaban sometidos a un régimen en el que no podían expresar su desacuerdo con el gobierno. El Estado dictatorial callaba cualquier tipo de protesta o lucha social, las quejas eran encerradas en cárceles y las acciones eran aniquiladas por el poder supremo.

En Colombia, los políticos han actuado de manera similar a lo anterior descrito, pero de manera oculta al pueblo, se sabe que los altos mandatarios han negociado “por debajo de la mesa” con los actores armados, con los grupos al margen de la ley o con aquellos seres que son "inherentes a la corrupción” como lo señaló Miguel Nule.

Cuando los periodistas han denunciado este tipo de actos, sus vidas han corrido peligro, han algunos salieron del país para evitar perder la vida, otros se mantuvieron en su posición y hoy corre, con total tranquilidad, la impunidad por los pasillos del Palacio de Justicia debido a que la muerte se pronunció sobre los que pelearon por mostrar la verdad.

Jaime Garzón y el tío de Marjane, guardando las proporciones, murieron por defender sus ideales, mientras uno vivía dentro de la crítica a la política al usar la sátira y el comentario humorístico rodeado de sarcasmo; el otro, el personaje con el que varios idealistas se identificaron después de haber visto Persépolis, vivía en un mundo platónico, sus visiones, además del cariño que sentía por su sobrina no lo dejaban ver la maldad en el mundo, la parca les llegó cuando la intolerancia fue más grande que sus esperanzas por rescatar a la humanidad.

Andrés Pastrana, siendo presidente de Colombia, en una reunión para recuperar la sede de la copa América de 2001 -pues debido a una bomba que estalló en Bogotá la FIFA iba a quitar la sede-, pidió que levantaran la mano quienes habían sido víctimas del conflicto. No hubo brazos cruzados, todos los presentes sufrieron las atrocidades de una guerra sin nombre; secuestros, extorsiones, tomas de pueblo, asesinatos, cualquier tipo de acción violenta de diversos grupos que atentaron contra los colombianos.

Cualquier citadino o campesino ha tenido que aguantar falsas acusaciones debido al miedo que provoca cualquier conjunto que use armas para defender su ideología. El simple hecho de dar un vaso de agua acarreaba una sanción moral por parte de los demás. Las casas eran marcadas con los símbolos o siglas que identificaban a este tipo de tropas alzadas. Tuvieron que abandonar su forma y estilo de vida, su hogar.

Marjane vivía con sus padres, su abuela y a veces la visitaba el resto de su familia, algunos de ellos tuvieron que escapar del régimen del Sha, fusilaban a todo aquel que estuviera en contra del líder militar. Los papás de Satrapi, decidieron que lo mejor para su hija era que abandonara el país iraní y así se llenara de la cultura occidental que tanto añoraban ellos y su nena idolatraba.

Decidieron que fuera una desplazada de su lugar de nacimiento y crianza, una persona que tiene que abandonarlo todo para buscar un mejor bienestar, para escapar de una ofensiva militar estatal. Ella cuando está pequeña no entiende la situación y es lanzada a la boca del lobo, pero de grande piensa que es lo mejor para poder mantenerse con vida y así escapar de un régimen que actúa en pro de su religión ortodoxa basada en leyes naturales y cultos musulmanes.

Un colombiano en el exterior sufre los estereotipos que se han creado producto de crímenes orquestados por los carteles, guerrillas, paramilitares, políticos corruptos con ínfulas de Al Capone o Vito Corleone, anteriormente era muy fácil encontrar quejándose a un compatriota porque en el aeropuerto de cualquier otro país lo requisaban de pies a cabeza con solo decir que provenía de la república bananera.

El hecho de vivir en tierras extranjeras implicaba todo tipo de matoneo. “Hey, colombiano, vendés coca, hey Colo, tienes Mary Jane, Parce un taquito” eran expresiones que se podían escuchar como cualquier villancico en navidad producto de la “exportación” de noticias de esta clase, aunque se redujo un poco este tipo de acciones en contra gracias a las estrategias comunicativas de Colombia es Pasión, sin embargo, tiempo después, se volvió a proliferar ese fenómeno cuando las narconovelas consiguieron un alto nivel de aceptación.

En Irán y en otras tierras islámicas se les dice a los hombres desde que cumplen la adolescencia que si sacrifican su vida por la religión o por la patria, en el cielo los esperan 77 vírgenes y una eternidad de placer y lujos, muchos se han inmolado pensando en eso, se convierten en Kamikazes del Corán para lograr la salvación. Hay respeto por el credo, pero no lo hay por la existencia. Los intereses de los altos mandos son más importantes que preservar la duración en el planeta.

Si un colombiano y un iraní se subieran a un avión y en televisión salieran dos noticias de violencia, cada una referente a ellos, se formaría una especie de pánico dentro de la aeronave pues los demás pasajeros pensarían que uno va como mula o es una especie capo, mientras que el otro puede ser un terrorista o un musulmán fanático y eso se debe a que hemos estado altamente influenciados por toda clase de medios ya sean escritos o audiovisuales.

Marjane se fue de su país, ella huyó, cuando llega a Suiza, es tratada como alguien de otro planeta, se les hace extraño ver a una persona de otro color, de otros rasgos físicos, hacen preguntas de lo poco que conocen, asumen que todos los días están en guerra y que no hay civilización, que los muertos son el pan de cada día y que la cultura está atrasada frente a ellos.

Satrapi no quiso sufrir por su procedencia y decide inventarse que es francesa, logró un poco más de aceptación, pero sintió que había traicionado a su abuelo, a su tío y a su abuela, también que había truncado todos sus ideales, que no merecía ser llamada iraní porque negó sus raíces para caer mejor ante una sociedad cuadriculada en la que importaba más el apellido, la belleza y el dinero, pero que los valores quedaban en un segundo plano y la preocupación por el mundo solo era tema para amenizar una ida al bar.

El colombiano es arribista, es solo ver quienes van a Miami y llegan hablando con acento cubano o aquellos que pisan suelo bonaerense y el dialecto porteño ya hace parte de su idiosincrasia, olvidan que vienen de una mezcla entre indígenas, criollos y españoles. La negación de la cultura chibcha se volvió un común denominador cuando algún extranjero nombra dilemas o encrucijadas que ha visto o escuchado sobre el país del Sagrado Corazón.

Para no irse tan lejos, dentro de la misma Colombia se ve muy marcado el tema del regionalismo, puesto que quienes viven en las grandes urbes o principales ciudades del país tienden a ser peyorativos con aquellos que emigran desde los pueblos o pequeñas localidades, los llaman provincianos porque eso son, pero el término es usado como un insulto, como una forma de poner por debajo al que no sea de la capital.

Marji recuerda las palabras de su abuela y se revela frente al sistema como lo han hecho muchos paisanos, decide salir del cascarón y enfrentar el régimen, se mimetiza, lucha contra el sistema, se vuelve una aliada, combate nuevamente y termina por ser excluida de su territorio para conservar su vida.

El ser humano debe estar en capacidad para expresarse sí está de acuerdo o no con algo que le afecte en su desarrollo como persona sin llegar a temer por su vida o la de su familia. No tiene por qué exponer su libertad de pensamiento ni de acción. Tiene derecho a formarse según sus ideales sin atentar contra los demás. Tampoco puede imponer a la fuerza en lo que crea para que todos piensen igual, el mundo debe tomar conciencia social de verdad.

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