Todas las reformas laborales, al igual que las discusiones sobre el salario mínimo en la época neoliberal han estado atravesadas por el debate de que disminuyendo los costos laborales, dicen, todos a una, la tecnocracia neoliberal, se genera empleo y se formaliza.
Este "axioma" nunca ha podido corroborarse en la realidad.
En todos los 33 años de modelo neoliberal la tasa de desempleo ha estado arriba de los 2 dígitos y la informalidad se reporta siempre superior al 55%. A 31 de diciembre de1990 el desempleo fue 10,5% y la del 2022 cerró en 13,1%. La informalidad en 1990 era de 55% y en 2022 fue de 58,2%.
Por más reformas laborales que han hecho los gobiernos plutocráticos (ley 50/90, ley 100/93, ley 789 de 2022, ley 1607 de 2013, Acto legislativo 01 de 2005) no han reducido ni el desempleo, ni la informalidad. Conclusión el "axioma" no puede seguirse esgrimiendo. Como se dice en el argot académico, no hay el más mínimo indicio empírico de poder soportarse.
Además en todos estos años desde la proclama de César Gaviria de "Bienvenidos al futuro" en 1990, los trabajadores han perdido participación en las cuentas nacionales de la distribución del PIB entre capital y trabajo, en cerca de 7 puntos porcentuales, y obvio al favor del capital. En este período se desarrolló la apertura económica y los TLC que arrasó el aparato productivo nacional agropecuario e industrial, aunado a la conversión de los derechos fundamentales de la salud, la pensión y el trabajo en grandes y lucrativos negocios del gran capital financiero y las grandes corporaciones nacionales y extranjeras, generando desempleo e informalidad.
Ésta situación explica muy bien el aumento en los niveles de desigualdad en el país, consolidándose Colombia, vergonzosamente, entre los tres países más desiguales del planeta. Cuestión que se desnudó tanto en las afugias de los nadies en la pandemia, con sus trapos rojos, como en la inconformidad de la población y la rebeldía de los ninis en el paro nacional de noviembre de 2019 y el estallido social de abril, mayo y junio de 2022.
Ese estallido social consolidó la perspectiva de un cambio en la agenda del país y acompañó un gobierno del cambio, el de la presidencia de Gustavo Petro el 19 de junio pasado.
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Este gobierno del cambio ha propuesto recuperar derechos y una política económica para recuperar el campo y la producción nacional de alimentos y un programa de reindustraialización
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Por eso este gobierno del cambio ha propuesto, de una parte recuperar derechos y de otra una política económica para recuperar el campo y la producción nacional de alimentos, anunciando la compra de 3 millones de hectáreas y así mismo, y un programa de reindustraialización, basado en el impulso a la transición energética, el turismo, la economía popular y comunitaria.
Este si es un planteamiento integral al tema del desempleo y la informalidad. Con la política económica se desarrolla el aparato productivo nacional generando empleo y formalizando empresas sostenibles.
Y con la reforma laboral, a más de garantizar estabilidad en el empleo y mejores ingresos, por la recuperación en la paga al trabajador de su recargo nocturno y dominicales y festivos, podría significar un mejor proyecto de vida de la población, pues podrán consumir más e incluso endeudarse mas, eso que tanto les fascina a los empresarios, y por tal al demandar más bienes y servicios generar mayor producción, demandando por consiguiente mayor mano de obra.
Esto ha sido explicado, muchas veces por el propio presidente Gustavo Petro, la ministra de trabajo Gloria Inés Ramírez, el viceministro del trabajo Edwin Palma, muchos estudiosos y académicos y ahora en el congreso la representante a la cámara Mafe Carrascal como coordinadora ponente del proyecto de Ley de la reforma laboral.
Sin embargo, el poder económico y el poder mediático que le es funcional, repiten y cacarean, contra toda evidencia, que la reforma laboral del cambio no se ocupa del desempleo y la informalidad.
Digamos por último dos cuestiones que son también invisibilizadas por el actual empresariado y que demuestra su actual mezquindad e ineficiencia.
La primera, que antes del modelo neoliberal, el crecimiento económico de era un poco superior al 5% y ahora en sus 33 años escasamente bordea el 3%. Es decir es un modelo fracasado, que aún vive el resentimiento de la profunda recesión del año 2008.
Y dos, los empresarios de antes de 1990, reconocían los derechos que hoy se reclaman con la reforma laboral y ni se quebraron como ahora y eran lo suficientemente eficientes e innovadores para pagar más que los de ahora por el trabajo asalariado.
Empresariado mezquino e ineficiencia el de ahora, que hoy solo se desvive por sus privilegios aplastando y pisoteando los derechos de la población y sus trabajadores.
Es la hora de las reformas sociales, de la reforma laboral y los congresistas no pueden seguir oponiéndose a ellas y solo defendiendo los privilegios del gran empresariado y los megarricos.
Posdata: seguir en la movilización social como, y aún más, en el pasado 1°de mayo.
Twitter: fabioariascut