Trascender espiritualmente en ciudades llenas de smog, apartamentos de 25 metros cuadrados, ladrones e influencers es por decirlo menos, imposible, entonces mucha gente -en especial jóvenes- buscan otros estilos de vida fuera de las atestadas urbes. Muchos tienen amigos o amigas que ya dieron ese paso y les envían fotos de ellos en San Agustín o el valle de Sibundoy viviendo armoniosamente con la naturaleza: Aparecen en una maloca tocando un tambor con el pelo desordenado, los ojos cerrados y ropa hindú, a Julián, Camilo o Andrés entonces les parece de lo más genial ese estilo de vida y deciden para ello vender el laptop, el celular, la guitarra y hasta el perro, se endeudan con el grupo Aval, se dejan crecer el pelo como Bob Marley y se tatúan en un hombro dos plumas de Águila amarradas por un churumbelo. Acto seguido y a pesar de las preocupaciones y advertencias de sus padres, se montan en una flota con destino a la Colombia profunda.
Ya en la tribu, o el caserío, o como se llame donde viven los indígenas o nativos pues, al ver este personaje automáticamente las pupilas de los ojos les toman la forma del signo pesos (como en los dibujos animados) se frotan las manos y se disponen a darle la bienvenida, no es el primero que llega buscando lo mismo.
Lo primero que le enseñan para “vibrar con el universo” es tomar yagé, pero eso no es gratis, hay que pagar el lugar para la ceremonia (la maloca, en este caso), pagar por el bebedizo psicodélico, por el chamán o guía durante el viaje, por alejar lo más posible a las mujeres que tengan el periodo(malas energías durante la experiencia) y hasta por el balde donde van a vomitar y a defecar cuando la sustancia haga efecto, la “limpia” también le llaman.
-Pero Maestro, 50 mil por el balde?
-Insolente, es el balde sagrado, Andrea Echeverry pagó cien mil por ese mismo cuando estuvo por acá.
-Pero es un simple recipiente de plástico
-Que parte de “sagrado” no entendió? A ver joven, si quiere entonces dejemos así y devuélvase.
-No maestro tranquilo yo le pago, gracias por rebajármelo a la mitad.
Ya en el viaje nuestro personaje después de expulsar por boca y ano todas sus miserias, hace un viaje retrospectivo hasta el momento de su concepción y el yagé le revela que su madre no tenía ganas de embarazarse cuando supo que estaba preñada, y hasta pensó en abortar, semejante viaje para resultar resentido con sus progenitores pero bueno, algo se aprendió.
Después de una semana en la manigua la plata se acabó, le alcanzaron a enseñar algunos oficios y tradiciones pero los indígenas empezaron a hacerle cara de bueeeno, ya te vas?
De vuelta en la ciudad sintiéndose un poco más sabio pero quebrado económicamente, no le queda de otra sino chantajear afectivamente a los papás -por lo de la revelación aquella- y ellos llenos de culpa se endeudan con el grupo Aval (otra vez) para darle un pequeño capital, y que monte en un garaje de Teusaquillo un emprendimiento de comida Hipster de día (galletas orgánicas de avena con semillas de Chía, o cualquier otra porquería con sabor a nada ) y por la noche dictar sesiones de baile chamánico con cuarzos. Para vibrar con el mundo se necesita del vil metal ($$).
Ahora bien, si ud no quiere viajar a esas lejanías, ni endeudarse con Sarmiento Angulo, ni quemarse millones de neuronas con psicotrópicos pero tiene esas necesidades espirituales, el Yoga es una excelente opción: Póngase ropa cómoda, prenda par inciensos (los va a necesitar, créame) musiquita suave -Dead can Dance podría ser- y empiece.
Como todo en la vida no es perfecto cuando haga las poses y/o movimientos del “Guerrero con arco en caballo mirando al Sol”, o el “Dragón enojado” o como se llamen, tenga muy en cuenta que se le van a mover los intestinos y empezarán a salirle flatulencias descontroladamente, y su aparta-estudio de 30 metros blanco e inmaculado, de 200 millones cuadrados con zona de coworking, sauna comunal etc, se inundará velozmente de una atmósfera fétida (ahí es que le servirán un poco los inciensos) y terminará por lo menos olfativamente, pareciéndose a un caño de Santa Librada, Lucas su mascota, el niño de sus ojos, considerará muy seriamente arrojarse por la ventana (así sea desde el piso 24) y los vecinos empezarán a golpear creyendo que hay un escape de gas, y si que lo hay, literal.
Para terminar mis queridos Pachamamertos y Pachamamertas, en unos años cuando se les pase la pendejada, el tiempo les revelará la verdad: Ustedes no vibran con el universo, eso déjenselo a los Yoguis de la India, a los monjes Tibetanos o a los mamos de la Sierra Nevada, ustedes son animales urbanos que lo único que les vibra es el celular y el juguete sexual a pilas que guardan en la mesita de noche. Ahí si como dice el título de aquel clásico de Metallica: Sad but true (triste pero cierto).
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