Quiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.
-Octavio Paz
Si me preguntan, los orígenes de la filosofía, no están tanto en Samos, como en el hecho de que los filósofos sean universalmente feos.
Kierkegaard tenía una joroba espantosa; Sartre, un ojo de sapo extraviado -aunque campeón en el uso venusino-; Descartes no tenía nariz sino un colosal monumento al moco -esculpido por Emiro Garzón (¡!)-.
Las excepciones honrosas como Sigmund Freud, que era un “viejo sabroso” a juicio de mis colegas, tenían hogares disfuncionales y no gozaban ni ellos ni sus familias -como en este caso, por ser judíos- de plena aceptación social en tiempos de mayor exclusión.
La filosofía tiene siempre -cuando goza de algún valor-, un ego cojo. Por eso Paul Brunton, místico que bebió en las aguas de Sant-Mat, dijo que “todos los filósofos son mentirosos”.
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La filosofía tiene siempre -cuando goza de algún valor-, un ego cojo
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Cornelius Castoriadis -otro filósofo más feo que Picio-, decía que el ser humano era “un animal loco por su exceso de autorrepresentación”. ¿Se puede concebir ser feo y a la vez loco?
El existencialismo, que empieza con el jorobado de Notre Dame, perdón con Kierkegaard, es un pensamiento especialmente perturbador, rayano en la paranoia y el delirio suicida: el hombre es arrojado al mundo, no sabe de dónde viene ni adónde va; la vida es angustia y es aquí donde los feos a quienes la vida, la ternura, el erotismo y la buena fortuna no abrazan, coquetean con el suicidio. Después de esto, puede que se reconcilien, y entonces se vuelven hedonistas o estoicos…
La filosofía y la racionalidad, desconectadas de la compasión, la introspección, la capacidad de ponerse en los zapatos de los demás de manera emocional, la ternura, el erotismo, como obra de los feos no solamente feos, sino pobres de espíritu, fue la rima exacta para los cañones de Alemania y Francia, como la cuna de dos guerras mundiales.
Althusser, filósofo que se declaró marxista y comprometido con la humanidad, mató a su mujer.
Einstein cascaba a su mujer (lo hacía después de oponerse a la bomba atómica).
Heidegger, simpatizante de Hitler, se obsesionó con el poder probablemente debido a su niñez pobre y a su falta de control infantil…incluso denunció a Husserl, su maestro de fenomenología ante los nazis, para que no fuera rector de la Universidad donde enseñaba, por ser judío. Nada qué envidiarle a Deibar René Hurtado, actual rector de Unicauca.
Jean Paul Sartre, autor de “La nnáusea”, se dedicó a enseñar su filosofía para poder filtrear con jóvenes y hermosas estudiantes, especialmente las bisexuales, a quienes hizo sufrir por amor, con la complicidad de su mujer, la feminista Simone de Beauvoir, quien también las conquistaba. Un existencialista más vitalista que el resto…
Me pregunto si como Nación no estamos bajo la guía de sabios y poetas, sino de horribles filósofos.
¿Gustavo Petro y su nuevo gabinete son filósofos?