El presidente anterior se caracterizó por dos cosas fundamentales: la primera, no haber tomado una decisión sin que fuera autorizado por su manager y mentor. Y la segunda: que su manager le permitió formar un “club de amigos”, con la condición de que fueran igual, o más, protervos que él.
¿Será que este oscuro personaje cree que los colombianos no nos enteramos de que “facturó” 3.000 millones de pesos, producto de la recompensa por el tal Iván en mención? Además, de hacer una rueda de prensa en la que se ufanaba de “resultados contundentes” por haber dado de baja al tocayo del otro tal Iván.
Lo cierto es que el “Mordisco” realmente fue al erario público, platica de la que no han dicho nada sobre su destinatario, como se repartió.
Mucho menos, quién, o quienes la cobraron, de modo tal, que, tampoco se sabe sobre ese enorme agujero donde puede abudinearse cualquier suma, si hay al menos una remota posibilidad de recuperar algo de lo “facturado”. O quien es responsable, aunque al menos políticamente.
Algo similar, a su responsabilidad en la demolición de la humilde vivienda de una anciana de 94 años; y que, fuera presentada como una “olla de microtráfico”. Y, con esto, todo un despliegue publicitario en torno a su figura.
El mismo que ordenó bombardear niños porque según el exdirector del ICBF esos niños eran “máquinas de guerra” a los que, como única solución, era aplicarles la pena de muerte.
Este mismo sujeto pretende ser “alcalde de Bogotá” y obviamente, dentro de sus pretensiones por alcanzar el segundo cargo más importante en el país, estará pensando en lanzar su honroso nombre a la campaña del 2030.
Entonces surge la pregunta: ¿qué motiva a alguien como él para siquiera pensar que pueda ser elegido por voto popular a un cargo público como la alcaldía de Bogotá? ¿No será que él, como los otros “representantes” de su misma camada, estarán contando con la bendición del innombrable, y creerán en su sapiente inteligencia superior, que el “Duquismo” tiene algún futuro? Bueno, ya hay otro gateando... Estamos en Colombia… todo es posible.